El Arzobispo de Chicago, cardenal Blase Cupich, dirigió unas palabras a los manifestantes provida de la Marcha por la Vida, interrumpidas por continuos abucheos.
Una parte sustancial, al menos, del movimiento provida de Chicago no tiene una buena opinión del cardenal Blase Cupich, pupilo en su día del defenestrado cardenal Theodore McCarrick y elevado al cardenalato por el Papa Francisco, a juzgar por los abucheos que ha recibido cuando se dirigió a los manifestantes provida congregados en la ciudad.
Cupich, de quien puede afirmarse en justicia que ha seguido la recomendación papal de “no obsesionarse” con los temas de vida y familia, prefiriendo concentrar sus energías en la lucha contra el covid y los adeptos a la Misa Tradicional, la conversión ecológica y otras batallas de moda, tuvo que ser escoltado por el equipo de seguridad de la marcha al terminar de hablar.
Es imposible conocer con seguridad qué motivó los abucheos de una parte de los congregados, aunque no es aventurado especular que quizá tenga algo que ver el hecho de que se distinguiera, dentro del episcopado de Estados Unidos, por su oposición a quienes querían negar la comunión a los políticos proabortisas. Cupich no solo defendió en la arena pública el ‘derecho’ de, entre otros, el propio presidente de Estados Unidos, el ‘devoto’ Joe Biden, a comulgar pese a defender la masacre de nasciturus, sino que llegó a volar a Roma con otros dos purpurados compatriotas para presionar a Doctrina de la Fe, que redactó inmediatamente después una carta a los obispos americanos para que dejaran las cosas como estaban.
