La Asamblea Mundial de la Salud ha adoptado por consenso una resolución para el reconocimiento formal del rango de observador en la Organización Mundial de la Salud (OMS) a la Santa Sede.
El Vaticano entra así oficialmente en la OMS, aunque no como miembro de pleno derecho. Con la resolución «Participación de la Santa Sede en la Organización Mundial de la Salud», adoptada ayer durante la 74ª sesión, más de 70 países apoyaron la candidatura de la Santa Sede como Estado observador no miembro de la Organización Mundial de la Salud.
Se trata -se lee en una nota del gobierno italiano- de un reconocimiento del importante papel que desempeña la Santa Sede en el ámbito humanitario y sanitario, especialmente en los países en desarrollo y, más recientemente, en la lucha contra la pandemia. «Estoy convencido de que la Santa Sede -declara el Ministro de Asuntos Exteriores italiano Luigi di Maio- que lleva años prestando ayuda a través de las organizaciones de la Iglesia Católica a millones de personas necesitadas en todo el mundo, aportará un valioso valor añadido a la Organización Mundial de la Salud y reforzará aún más el espíritu de solidaridad a nivel mundial. Será de gran inspiración para todos los Estados miembros».
Esperamos que sea también de inspiración para la propia organización internacional, que tan relevante papel ha tenido en nuestras vidas con la presente pandemia de coronavirus, decretada por este organismo. Podría, por ejemplo, influir en su línea de recomendaciones, como la que en abril de 2020 aconsejaba a los estados que decretaran el aborto como un “servicio esencial” en la pandemia, exento del cierre generalizado que afectó a casi todos los servicios para evitar la extensión del virus. O a matizar sus directrices sobre educación sexual, que promueven en lo niños la masturbación, el aborto y la homosexualidad.