Teresita Castillo, la santa muerte de una pequeña ‘misionera’ que conmueve al mundo

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Teresita Castillo de Diego, muerta a los 10 años de cáncer, ofreció su vida a Jesús y quería ser misionera, un honor que la Iglesia, a través de la Archidiócesis de Madrid, le concedió oficialmente. Hoy su caso ha traspasado nuestras fronteras.

El sacerdote y vicario episcopal que la atendió en el hospital y la hizo misionera, ha escrito una carta a los presbíteros de la vicaría madrileña que está a su cargo y que incluimos al final.

Santiago Cantera, prior de la abadía benedictina del Valle de los Caídos, habla ya de ella como de una santa, “como otras niñas santas, Pilina Cimadevilla, María del Carmen González Valero y Alexia González Barros”, y cita la respuesta de Teresita a su padre cuando, antes de la operación del pasado 11 de enero, le aseguró que todo saldría bien. “No, papá, iré al cielo. He soñado con Carlo Acutis”, el joven italiano recientemente beatificado a quien había confiado su enfermedad.

Teresita era una niña rusa adoptada, hija única de una pareja madrileña de católicos devotos, Eduardo y Teresa. En 2015 le diagnosticaron un tumor, que a partir de febrero se convirtió en una verdadera “subida al Gólgota”. Su caso se conoció viralmente, iniciándose una cadena internacional de oración, muchos de cuyos integrantes consideran a la niña “protectora de los niños misioneros”.

Carta del P. Angel Camino Lamela, osa, vicario episcopal de la Vicaría VIII de la archidiócesis de Madrid

Queridos hermanos y amigos,

Esta vez no os escribo para convocaros a ninguna reunión ni para pediros estadísticas o comunicaciones. Esta vez os escribo, simple y llanamente, para notificaros el fallecimiento de una niña que ha repercutido mucho en mi vida personal y como Vicario. Una niña: Teresita; y unos padres: Teresa y Eduardo. ¡Una familia cristiana!…

Os explico brevemente. El pasado 11 de febrero, Jornada del enfermo, este año he ido a celebrar la Eucaristía al Hospital de La Paz. La he celebrado acompañado de los capellanes y de una variada asamblea: médicos, enfermeras, familiares de enfermos, etc. Al concluir la Eucaristía, acostumbro a ir con los capellanes a visitar a algunos enfermos para administrarles la Unción o darles la comunión. Esta vez los capellanes, sabiendo mi costumbre, habían propuesto que fuera a visitar a una niña gravemente enferma, que la operaban de un tumor en la cabeza al día siguiente. Con muchísimo gusto acepté la propuesta. Hemos llegado a la UCI debidamente equipados, he saludado a médicos y enfermeras, y acto seguido me han llevado a la cama de Teresita que estaba junto a su madre Teresa. Un vendaje blanco rodeaba toda su cabeza, pero tenía la cara suficientemente descubierta como para percibir un rostro verdaderamente brillante y excepcional. La he saludado con todo afecto, indicándole que en ese momento venía en nombre del Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid para traerle a Jesús.

Ahora os entrecomillo las expresiones de Teresita; me dice: «¿me traes a Jesús verdad?», sí, le respondo, te traigo a Jesús y la fuerza del Espíritu Santo con la Unción. A continuación me dice: «¿Sabes una cosa? Yo quiero mucho a Jesús». Lo oye su madre y dirigiéndose a su hija le dice: «dile a Ángel lo que tú quieres ser». Mira fijamente a su madre y le dice: «¿Se lo digo de verdad?» y la mamá dice: «tú verás». Teresita me dice: «yo quiero ser misionera». Me impacta tanto su respuesta, totalmente inesperada para mí, que cogiendo fuerzas de dónde no tenía, por la emoción que me produjo su respuesta, que le digo: «Teresita, yo te constituyo ahora mismo misionera de la Iglesia, y esta tarde te traeré el documento que lo acredita y la cruz de la misionera». Ella añade: «P. Ángel ¿sabes una cosa?: yo rezo para que muchos niños conozcan a Jesús». A continuación le he administrado el Sacramento de la Unción, le he dado la comunión y la bendición apostólica del Papa Francisco. Ha sido un momento de oración, sumamente sencillo pero profundamente sobrenatural. Se han unido a nosotros algunas enfermeras que espontáneamente nos hicieron unas fotos, para mí totalmente inesperadas, y que quedarán como un recuerdo imborrable. Nos hemos despedido mientras ella con su mamá se quedaba rezando y dando gracias.

Esa mañana tenía una reunión de Arciprestazgo; en cuanto la terminé fui directamente a la Vicaría y ayudado por los secretarios Miguel y Mª Pilar, elaboramos el oficio de misionera bajo un pergamino verdaderamente precioso. Recogí la cruz de la misionera y a las cinco de la tarde regresé de nuevo al Hospital de La Paz. Me estaban esperando los capellanes y fuimos derechos a la UCI nuevamente. En cuanto me ve la mamá dice en voz alta: «Teresita ¡no me lo puedo creer! Viene el Sr. Vicario con el regalo para ti». La niña que estaba medio dormida se despertó de inmediato y cogió entre sus manos el documento y la cruz. La mamá se lo lee en voz alta, mientras ella escucha atentamente y ocurre lo que nos imaginábamos, se emociona hasta que la madre la consuela, y Teresita dice en voz alta: «esa cruz pónmela en la barra para que la vea bien, y mañana la llevo al quirófano. Ya soy misionera». Nos despedimos con estas palabras de Teresitas: «Entonces P. Ángel ¿soy misionera?», y yo respondo «tú eres misionera».

Aquí podría terminar el relato de esta sencilla y profunda experiencia. Lo que yo no me podía imaginar es que a través de los contactos de los padres, este testimonio llegó a oídos del Delegado Nacional de Misiones. Me llama al día siguiente y me hace esta pregunta: «¿tú has constituido en el Hospital de La Paz a una niña misionera?» efectivamente, le digo, «ayer después de darla la unción y la comunión, la constituí misionera con la oración preceptiva y posteriormente le llevé el documento y la cruz de la misionera». A continuación me dice: «este testimonio ha dado la vuelta en todo el mundo misionero de España y ya han puesto a Teresita como una nueva protectora para los niños en misión». Posteriormente los papás me han ido reenviando mensajes de distintas personas impactadas por el testimonio de Teresita.

Hoy domingo, 7 de marzo, a las 9:00 h. Teresita ha partido hacia el cielo. Se la ha velado en el Tanatorio de El Escorial. Estando rezando el Rosario con los papás y el aforo al máximo permitido, me ha llamado el Sr. Cardenal, D. Carlos Osoro, para hacerse presente. Han sido unas palabras llenas de esperanza que han consolado abiertamente a los padres, familiares y niños compañeros de Teresita. Ha concluido D. Carlos dando la bendición a Teresita de cuerpo presente y a todos los acompañantes.

Cuando he creído que estaba todo terminado, la tía de Teresita en voz alta y delante de todos en la sala del Tanatorio me dice: «P. Ángel ¿me permite que le ponga el audio que Teresita me envió el mismo día que usted la constituyó misionera?». Por supuesto, respondí, y textualmente oimos con una voz muy suave, como de alguien que está cansado, pero que saca fuerzas de dónde no las tiene, y dice: «Hola tía, te cuento una cosa muy importante para mí, esta mañana después de recibir la Unción y la comunión, el Vicario de Madrid me ha constituido misionera: ya soy misionera». Como os podéis imaginar quedé sin palabras.

El entierro será mañana día 8 de marzo a la misma hora que la Eucaristía por D. Tomás Juárez. Los padres han comprendido perfectamente que no pueda acompañarles físicamente. Estaré en la Misa de gloria que celebrarán a finales del mes de marzo.

Disculpad la extensión de la carta pero si este testimonio no lo comparto con los sacerdotes, vida consagrada y laicos de la Vicaría VIII ¿con quién lo voy a compartir?.

Os invito, pues, a que recéis por Teresita y, sobre todo, a que os encomendéis a ella porque estoy convencido que va a proteger de un modo especial a toda la Vicaría VIII, en la cual ella fue constituida misionera. Recibid un fuerte y fraterno abrazo.

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Comentarios
14 comentarios en “Teresita Castillo, la santa muerte de una pequeña ‘misionera’ que conmueve al mundo
  1. Conozco a su abuelo, a su padre, y un poco menos a su madre. Todos fervorosos católicos, han dado ejemplo de santidad a su hija Teresita. Y durante todos estos años, con verdadera Fe han afrontado la enfermedad.
    Ah! Para información: su padre y su abuelo son miembros del Regnum Christi, como también yo.

  2. ¡ Que maravilla !
    ¡ Que pena que el Señor no nos lleve a casi todos de niños, que diferencia entre esta niña y la mayoria de adultos !

  3. El Papa San Juan Pablo II en el decurso de sus enfermedad escribió: “Por medio de María quisiera expresar hoy mi gratitud por este don del sufrimiento…He comprendido que debo llevar a la Iglesia de Cristo hasta este tercer milenio con la oración, con diversas iniciativas; pero he visto que no basta: necesitaba llevarla con el sufrimiento.”
    Es el valor salvífico del sufrimiento que esta niña ha sabido asumir por la conversión de las almas, y que a todos nos da un brillante ejemplo.

  4. Pues si no lo entiende, amigo Pablo, es que está muy menguado de criterio. No hay nada que decir, aparte de alabar al Señor por la existencia de estas santas. Si en Sodoma y Gomorra hubiese habido un puñadito así, aún tendríamos un ejmeplo de esperanza. Pero en las ciudades malditas y destruidas, sí, destruidas, no había ni una sola Teresita que detuviese la justa ira del Señor. Por eso nosotros miserables ególatras (naturalmente, le excluyo a usted ) seguimos arrastrándonos por este valle de lágrimas y … No sigo, porque no merece la pena emplear el sentido común en controversias tan tontas.

  5. Hace muchos años, cuando trabajaba como enfermera en el hospital Ramón y Cajal en Madrid, conocí a una santita de 16 años, llamada Chari, que tenía una sonrisa que iluminaba la habitación donde estaba. También murió de un maldito cáncer. Y hay una niña enterrada en la Iglesia de San Gines, en Madrid, cuya vida se publicó en un librito, llamada si no recuerdo mal Maria del Pilar López – Doriga, que también fue otra santita. Siempre que muere un niño, aumenta el número de ángeles en el Cielo. Benditos todos los niños enfermos.

    1. Gracias a ti, apreciado Belzunegui! Apreciado y admirado por muchos de nosotros! Mi aportación, comparándola con las tuyas, es un granito de arena. Que Dios te bendiga a ti y a todas las personas de buena voluntad que por aquí andan.

      1. La niña-Santa que está enterrada en la Iglesia de San Gines, en Madrid, se llamaba MARIA DEL PILAR CIMADEVILLA LÓPEZ – DORIGA. Y se estudio su caso para iniciar el proceso de beatificación, por su ejemplo de sufrimiento a lo largo de su terrible enfermedad, que fue un cáncer de huesos. Que Dios la tenga en su regazo.

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