Se cumplen 80 años de la elección de Pío XII

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El Papa Pacelli fue elegido el día de su cumpleaños, el 2 de marzo de 1939. Incansable constructor de la paz, se enfrentó a los horrores de la Segunda Guerra Mundial portando la luz de Cristo entre las ruinas del conflicto y la esperanza de reconstrucción

(Vatican News/Infovaticana)- «Annuntio vobis gaudium magnum …» el 2 de marzo de 1939, el cardenal Eugenio Pacelli fue elegido Papa. Pío XII fue el 260º pontífice de la Iglesia Católica. El anuncio de su elección se ve interrumpido cuatro veces por el aplauso de la multitud de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. Similares muestras de afecto se verán el 12 de marzo durante la coronación.

Este Papa dirigirá el barco de Pedro durante diecinueve años, hasta 1958. Ordenado obispo el 13 de mayo de 1917, el día de la primera aparición de Nuestra Señora de Fátima, durante el pontificado se reunió con sor Lucía varias veces y en 1940 reconoció definitivamente las apariciones.

Una devoción por María que hizo que el 1 de noviembre de 1950 instituyera el Dogma de la Asunción al cielo, en alma y cuerpo, de la Madre de Dios, una verdad profundamente arraigada en el sentir religioso de los cristianos desde los primeros siglos.

Poco después de la elección, proclamó a san Francisco de Asís y santa Catalina de Siena patrones de Italia. Pío XII es el primer papa en aparecer en la pantalla de televisión, a la que definió, junto al cine y la radio, de «inventos técnicos maravillosos», procuró la reducción de la curia y celebró el Jubileo Universal de 1950. Gran defensor de la familia y la vida, también fue muy duro con los cristianos que profesaban ‘la doctrina comunista’, llegando a la excomunión.

Un pontificado que comienza, sin embargo, con el espectro inminente de la Segunda Guerra Mundial. El inolvidable mensaje de radio del 24 de agosto de 1939, dirigido a los gobernantes y los pueblos en el peligro inminente del conflicto: «Una hora grave suena de nuevo para la gran familia humana», dice con firmeza- hora de tremendas deliberaciones, de las cuales no puede desinteresarse nuestro corazón, no puede desinteresarse nuestra autoridad espiritual, que proviene de Dios, para guiar a las almas por los caminos de la justicia y la paz «.

Pío XII reitera que es «con la fuerza de la razón, no con la de las armas, que la justicia se abre camino». Es consciente de la inminencia del conflicto, pero también que en ese poco tiempo que separa al mundo del horror, todavía hay un espacio de esperanza: «Nada se pierde con la paz -exhorta- Todo se puede perder con la guerra. Que los hombres vuelvan a entenderse».

Una anécdota de este pontífice la contamos, basándonos en una información de Aciprensa, el verano pasado. Se trata de lo acontecido el 19 de julio de 1943, cuando Roma fue bombardeada por cientos de aviones aliados que dejaron unos tres mil muertos y otros miles de heridos en varios puntos de la Ciudad Eterna, como el barrio San Lorenzo. Mientras las bombas aún caían, el Papa Pío XII salió a las calles para dar consuelo, ayuda y esperanza a todos, no solo a los católicos.

La historia de la trágica jornada la cuenta el historiador italiano Giulio Alfano, quien señala que “el Papa Pacelli llegó al barrio de San Lorenzo cuando el ataque aéreo aún estaba en marcha”.

Según informa el diario Avvenire de los obispos italianos, Alfano detalló que, desde las ventanas del Vaticano el Santo Padre vio llegar a los aviones y advirtió el peligro. “Ese día Pío XII realmente se ganó el título de Defensor Civitatis –defensor de la ciudad- que se le conferiría luego”.

El también profesor de filosofía política de la Pontificia Universidad Lateranense en Roma explicó que pudo reconstruir los hechos con el testimonio del fallecido Cardenal Fiorenzo Angelini, que en ese tiempo servía en una parroquia local; y el de su propia madre.

La madre del historiador, María Rigi, recuerda que ese día se podía ver “cadáveres en la tierra, cráteres de bombas, muerte, sangre y devastación por todos lados. Las bombas no respetaron nada, tampoco la tumba de la familia Pacelli en el cementerio”.

Rigi pudo ver al Papa cuando salió a asistir a la gente de Roma y lo recuerda así: “Lo vi a unos 50 metros, con sus vestiduras blancas que estaban manchadas de sangre, rezando y bendiciendo a vivos y muertos, acompañado solo de dos personas, el conde Enrico Pietro Galeazzi y el entonces Monseñor Giovanni Battista Montini, el futuro Pablo VI”.

Con ambos, el Papa llegó desde el Vaticano tras haber sorteado “unos ocho o nueve kilómetros que no eran fáciles de recorrer porque el bombardeo seguía, aún no había terminado. El pequeño auto donde iba el Papa podía haber sido un blanco más”, relató Alfano.

El historiador explicó que “Pío XII desafió las circunstancias, saliendo sin escolta, una cosa impensable en esos tiempos antes de estar cerca de los romanos en aquella tragedia”. El profesor universitario resaltó que el gesto del Santo Padre “fue realmente un acto litúrgico de oración, de invocación de la misericordia de Dios para que la guerra terminara pronto”.

El Papa Pío XII también estuvo en las calles de Roma el 13 de agosto de 1943, fecha de un nuevo bombardeo. Ese día estaba previsto que celebrara una Misa y una procesión por los fallecidos el 19 de julio.

“Por esto es que tenemos imágenes de aquella ocasión y fue una coincidencia que ese día hubiera un bombardeo. Es bueno no confundir las imágenes filmadas con las poquísimas fotos del 19 de julio, que prueban que en el primer caso la llegada del Pontífice fue realmente una sorpresa porque el bombardeo no había cesado del todo”, continuó Alfano.

En el año 2012, el entonces Cardenal Fiorenzo Angelini conversó con CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– y recordó que “tuve la sorpresa inimaginable de encontrarme cerca al Papa que fue al lugar del desastre donde yo estaba entre los heridos, muertos y moribundos”, el 19 de julio de 1943.

El Purpurado recordó que “durante la guerra no había distinciones de ningún tipo. Todas eran vidas que necesitaban ser salvadas. Como Iglesia, teníamos que ayudarlos”.

Recordando que durante la Segunda Guerra Mundial, el Papa Pacelli ayudó a salvar la vida de muchísimos judíos, el purpurado dijo que “Pío XII ayudó a todos. El Papa dio la orden de abrir todos los conventos, seminarios y monasterios (para acogerlos). El Papa cumplió su deber”. “¡Pío XII fue un santo!”, concluyó el Cardenal.

Giulio Alfano recordó también que el Papa Pío XII no quiso dejar Roma, ni siquiera cuando Hitler ordenó la operación Rabat, que buscaba raptarlo y llevarlo a Munich para “obligarlo a firmar una encíclica a favor de los nazis”. “Mi lugar está en Roma. Como siempre”, decía Pío XII.

En julio de 2013, cuando se cumplieron 70 años del bombardeo en Roma, el Papa Francisco envió una carta a su Vicario para la diócesis local, Cardenal Agostino Vallini, en la que señalaba que el “venerable Pío XII, en aquellas horas terribles, se hizo cercano a sus conciudadanos tan duramente afectados”. “El Papa Pacelli no dudó en correr, inmediatamente y sin escolta, entre los escombros todavía humeantes del barrio de San Lorenzo, para socorrer y consolar a la población aterrorizada”. “También en aquella ocasión, se mostró pastor premuroso que está en medio del propio rebaño, especialmente en la hora de la prueba, listo para compartir el sufrimiento de su gente”, subrayó el Pontífice.

El «Defensor civitatis» nunca abandona Roma. En el mensaje de radio del 9 de mayo de 1945, mira a Europa devastada por la guerra y reza por la paz en el Lejano Oriente: «La guerra ha acumulado todo en un caos de ruinas -dice- ruinas materiales y morales, como nunca la raza humana ha conocido a lo largo de su historia. Ahora se trata de reconstruir el mundo «.