El fracaso del cardenal Roche contra la Misa Tradicional

Cardenal Roche

Se esperaba una constitución apostólica y llegó un rescripto: la montaña se puso de parto y parió un ratón. Aunque muchos observadores ven en el último documento contra la Misa Tradicional la confirmación de las peores predicciones, es muy probable que sea todo lo contrario, el fin o, al menos, el principio del fin.

Esto que paso a escribir es una interpretación, no un hecho. Pero diré en mi descargo que cuenta con dos elementos que la hacen atendible: que tiene sentido y que no es mía, sino de un agudo conocedor de la trayectoria del Papa Francisco desde que era un prelado argentino. Me refiero al autor del blog The Wanderer, bien conocido por muchos de nuestros lectores.

Durante semanas nos hemos hecho eco del insistente rumor de que se avecinaba una nueva vuelta de tuerca tendente a la abolición de la Misa Tradicional iniciada con Traditionis custodes, y fuentes bastante fiables hablaban de un documento de especial solemnidad, una constitución apostólica que estaría ya redactada.

Lo que nos hemos encontrado ha sido un rescriptum que, en efecto, restringe aún más -de forma claramente abusiva, en opinión de no pocos canonistas- la autonomía y el margen de acción de los obispos en cuanto a la celebración de la Misa Tradicional. El error, sugiere The Wanderer, es que la mayoría de los comentaristas -los nuestros incluidos- se han centrado más en el mensaje que en su valor. Me explico.

Un rescriptum, citando el blog mencionado, es una decisión del Romano Pontífice comunicada de viva voz a algún eclesiástico de la curia romana recibido en audiencia, que después deja constancia por escrito de esa resolución oral (el llamado oraculum vivae vocis), de manera que se considera válida a efectos de prueba y es eficaz también ante terceros. Es decir, lo más bajo que se vende en la jerarquía magisterial, una decisión que puede anularse de un plumazo sin zarandajas.

Esto significaría que, efectivamente, la redacción de esa fantasmal ‘constitución apostólica’ existiría realmente, obra del prefecto para la Liturgia, el cardenal Arthur Roche. Solo que Francisco no ha querido firmarla, y Roche ha tenido que conformarse con este premio de consolación que no va a cambiar nada.

Es, naturalmente, posible que este documento sea solo para abrir boca e ir preparando al personal para el temido documento magisterial, pero no tendría demasiado sentido, especialmente cuando se observa el ‘modus operandi’ del pontífice. Explica The Wanderer: Lo que ha ocurrido es, en lenguaje curial, una espantosa derrota y humillación de Roche. Ha quedado en evidencia su escaso poder, la total falta de confianza que el pontífice tiene en él y, consecuentemente, que es un hombre débil, casi un leproso al que pocos volverán siquiera la vista para saludar. Y, consecuentemente, que nunca más podrá restringir, mientras Francisco siga reinante en la iglesia católica, la liturgia tradicional. El pontífice no quiere más problemas gratuitos que le generan antipatías, motorizados por un grupo de chalados, que es lo que ocurrió con TC.

Es un dato comprobable que Traditionis custodes no halló exactamente la acogida entusiasta que se esperaba desde Roma. Los obispos, aun los que no tienen la menor simpatía por el usus antiquior, son muy conscientes de que las comunidades de adeptos de este rito, en contraste con la media de la feligresía, crecen y prosperan, y no dejan de ser sus súbditos, por no hablar de que es improbable que celebren una injerencia tan irritante en su soberanía diocesana. Y Francisco no quiere gastarse en una batalla que le enfrenta innecesariamente a los prelados por un asunto que, al final, no le importa tanto. O, por decirlo con las palabras del bloguero argentino, ningún político que se precie estaría levantando todo los meses una causa antipática para todos, menos para algunos modernistas trasnochados.

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