Para quienes están empeñados en imponer a las verdades perennes de la Iglesia la estrecha y simplista plantilla de las ideología mundanas, el sordo conflicto y la división aparente que se aprecia hoy en la Iglesia es una lucha entre ‘conservadores’ y ‘progresistas’ en la que el propio Papa abandera el bando hasta ahora considerado ‘rebelde’, y la polémica exhortación papal Amoris Laetitia, especialmente, es el principal teatro de operaciones.
Ante esa visión esquemática, el primado de la Iglesia de Sri Lanka, Cardenal Malcolm Ranjith, en una entrevista difundida por Catholic Media Apostolate insiste en la necesidad, ante todo, de preservar la unidad, y recuerda, a propósito de la figura de Francisco, que Cristo eligió como primer Papa a Pedro, que le negó tres veces y que estaba lejos de ser impecable.
La opinión de Ranjith es especialmente relevante porque, habiendo defendido consistentemente posturas -especialmente, sobre liturgia- que parecen en abierta oposición a las innovaciones alentadas hoy por la Santa Sede, sonó como firme candidato al Papado en el cónclave que eligió a Francisco.
«Cristo elige como Su Vicario en cada época al hombre que conviene a cada circunstancia, aunque no podamos entenderlo siempre». Así, aunque «algunas de sus declaraciones puedan no estar en línea» con lo que para muchos es lo que la Iglesia siempre ha defendido, «hay que defenderle, apoyarle y rezar por él a pesar de sus debilidades humanas», sobre todo teniendo en cuenta que no todas las declaraciones del Papa son infalibles. Insiste Ranjith en que «no podemos defraudar al Papa».
Eso no significa, al contrario, que no haya que «hablar con él en ocasiones de ciertos asuntos», pero en privado, lejos de los medios de comunicación; siempre debe evitarse un conflicto directo con el Papa.
Ranjith aconseja encuadrar las palabras del Papa en su contexto y recordar que a menudo sus declaraciones son extraordinariamente pertinentes para el mundo de hoy, sobre todo cuando recuerda a los prelados atender a las periferias y atender a las necesidades de los fieles. Son aspectos que el Papa recuerda una y otra vez, pero que el mundo no considera importantes.
Reconoce Ranjith las dificultades que plantea determinadas partes de la exhortación Amoris Laetitia a la hora de reconciliarlas con la visión tradicional e inmutable del Magisterio sobre el sacramento del matrimonio. De pasada, alude a los retos a los que trata de responder -las necesidades pastorales de los divorciados vueltos a casar- como algo típico de Europa y Occidente.
El matrimonio sigue siendo indisoluble, recuerda Ranjith; eso no es algo que nadie pueda cambiar, porque fue expresamente instituido por Jesucristo. De hecho, el controvertido texto papal habla con gran belleza y profundidad de la sacramentalidad del matrimonio en partes que el propio Ranjith confiesa citar a menudo a quienes van a contraer matrimonio.
«La ética de Cristo es muy estricta», dice Ranjith en este sentido. «Cristo es muy duro en su étioca, aunque sea al mismo tiempo muy compasivo». Para Ranjith, lo que hace Francisco en el discutido capítulo es plantearse preguntas, forzar un debate sobre la situación de estas personas, sobre las soluciones que pueden darse a su lejanía del sacramento de la Eucaristía. «Es una provocación para hacernos pensar y reflexionar», dice. Sobre todo, no hay que dramatizar en exceso, sobre todo ante unos medios que están deseando lanzarse sobre cualquier polémica que pueda aportar interés y ‘morbo’ a su oferta informativa.
Al final, dice Su Eminencia, hasta las partes «menos perfectas» de Amoris Laetitia tienen que interpretarse a la luz de la predicación de Jesús y de la Tradición de la Iglesia sobre la incuestionable indisolubilidad del matrimonio. Ir más allá, dice, es «caer en la trampa que nos tiende el mundo moderno para dividirnos».