La arriesgada deriva sinodal de la archidiócesis de Madrid que puede causar graves grietas

La arriesgada deriva sinodal de la archidiócesis de Madrid que puede causar graves grietas

No ha pasado por alto para los principales medios de información religiosa las ‘rompedoras’ y curiosas propuestas que la archidiócesis de Madrid mandará a la fase final del Sínodo del próximo mes de octubre que se celebrará en Roma.

Que desde la archidiócesis de Madrid se pida a los padres sinodales que estudien la posibilidad del diaconado femenino o que se creen estructuras para controlar y auditar el trabajo de los sacerdotes ha causado estupefacción entre el clero y fieles de la capital española.

La realidad es que la muestra es mínima: solo han rellenado este formulario 856 personas. Cualquiera que pulule por la capital de España se dará cuenta que de las respuestas recibidas y asumidas por la archidiócesis de Madrid que pastorea el cardenal José Cobo en nada representa a la gran mayoría de católicos de Madrid.

Leer que el arzobispado madrileño asume propuestas como la del diaconado femenino o crear el ministerio del cuidado de la casa común puede ahondar entre el distanciamiento de los fieles y del clero madrileño con la Curia. Si el cardenal lleva a la Iglesia de Madrid por el camino de las «diaconisas» y otros elementos de la agenda progresista podrá causar un terremoto interno y conseguir los efectos contrarios que tanto proclama el vicepresidente de la CEE.

Por un lado, creará un clero desafecto y cínico, ante el debilitamiento de la fe y la esperanza en el mensaje de Jesucristo por el que se dejan la vida… y por el politiqueo que siempre generan los planteamientos ideológicos, tan lejos de la comunión.

También está la cuestión del Seminario que puede acabar demediado, pues los generosos afanes de los candidatos -imperfectos como corresponde a su edad- se verán con recelo psicológico e ideológico. Quizá hasta pasen a engrosar noviciados de otras instituciones alejadas de lo ‘diocesano’ ante el temor de acabar sujetos a tácticas ideológicas alejadas del fin último por el que un joven decide entregarse por entero a Dios.

Estas ideas disruptivas a la ‘alemana’ también causan estragos y confusión en las familias desconcertadas al ver el desamparo al que se las somete, precisamente ante los retos que les abruman en materia educativa, de apoyo a los matrimonios, de comprensión de la fe en un mundo agresivo. Y es que cuando la preocupación de los sinodalistas es si los laicos deben tener más o menos peso en las decisiones de Gobierno dentro de las parroquias o en las diócesis y se pasa de puntillas por defender a la familia como centro y sustento de la sociedad, es que algo falla.

Los jóvenes pasan olímpicamente de la política eclesial. No es casualidad que los movimientos que más crecen y que están en auge suelen ser de buena doctrina y están apoyados por sacerdotes que no edulcoran la verdad ni las enseñanzas de la fe. En un mundo caótico y relativista en donde todo vale sin que se asuman las consecuencias, cada vez son más los jóvenes que dicen no a vivir una vida vacía o a medio gas. Los jóvenes no necesitan que se les baje el umbral de la exigencia, al contrario. Están deseosos de escuchar las Verdades milenarias que la Iglesia les ofrece. Si el camino del arzobispado es ‘protestantizar’ el catolicismo que no se extrañen cuando vean que los jóvenes madrileños van a lo suyo, encauzando su entusiasmo en lo que luego el clero oficial etiquetará como «iglesias paralelas» y falta de «diocesaneidad».

Lo único que quedará en la Iglesia serán ancianos que llenan las Misas, resignados y menguantes. Todo a cambio de pequeñas cuotas de poder en Roma mientras dure lo de ahora.

La archidiócesis de Madrid se ‘alemaniza’ y pide que la fase final del Sínodo aborde la cuestión del diaconado femenino

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