El Consejo Episcopal Permanente de la Conferencia Episcopal Italiana se encuentra reunido estos días en Roma.
Antes de comenzar esos trabajos, el cardenal Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italaian, se dirigió a los obispos italianos.
Entre las muchas cosas de las que habló uno de los favoritos para suceder a Francisco, Zuppi dio su apoyo al Papa y a la controvertida declaración Fiducia supplicans.
«Hemos aceptado la Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Fiducia supplicans. Un documento que se sitúa en el horizonte de la misericordia, de la mirada amorosa de la Iglesia sobre todos los hijos de Dios, sin por ello derogar las enseñanzas del Magisterio», dijo el purpurado italiano.
Para Zuppi, en esta declaración «no se cuestiona el significado del Sacramento del Matrimonio«. Citando un artículo del cardenal Betori, defiende que «no se trata de una ampliación del concepto de matrimonio sino de una aplicación concreta de la convicción de la fe de que el amor de Dios no tiene fronteras y precisamente su obra es la base para superar las situaciones difíciles en las que se encuentra el hombre. Las bendiciones… son «un recurso pastoral más que un riesgo o un problema», un gesto que «no pretende sancionar ni legitimar nada», en el que «las personas pueden experimentar la cercanía del Padre».
Cambio climático y división en la Iglesia
Sobre otras cuestiones, el cardenal Zuppi se ha manifestado en la misma línea del Papa Francisco al afirmar que «la Unión Europea necesita mayor cohesión y capacidad de acción en relación con los conflictos en curso y la promoción de la paz y con respecto a otros escenarios delicados, incluida la dinámica demográfica, el cambio climático, la protección de los derechos fundamentales, la justicia social frente a una crisis generalizada, pobreza y la cooperación internacional».
También reconoce que la idea de incertidumbre ha penetrado con fuerza dentro de la propia Iglesia. Para el arzobispo de Bolonia, esto se traduce en «una sensación de decadencia, subrayada por muchos indicadores negativos: la disminución del número de vocaciones y practicantes, la disminución de la importancia de la Iglesia. La sensación de decadencia se extiende entre sacerdotes y cristianos, mientras una Iglesia demasiado preocupada, si no resignada, se vuelve poco atractiva, especialmente para los jóvenes».
Por otro lado, ha invitado a rechazar el pesimismo. Zuppi ha pedido no dejarse «intimidar por lecturas de la Iglesia que interpretan nuestra acción como política. Estamos abiertos al diálogo, pero no nos dejaremos decir por otros cuál es el contenido de la acción o misión caritativa, que nunca son parciales, porque la única parte de la Iglesia es Cristo y la defensa de la persona, de la vida desde el principio hasta el final. Ciertas lecturas quieren dividir a obispos y cristianos, mientras que yo siento que la comunión entre los obispos y el pueblo está muy viva y esto vale más que los «me gusta» de las redes sociales».