Bajo el título «Benedicto XVI. Gracias», el obispo de Orihuela-Alicante, monseñor José Ignacio Munilla, ha rendido homenaje al papa emérito.
Munilla comenzó su discurso recordando que la suya es una generación de obispos «formados bajo el amparo de Juan Pablo II» y puso en valor el «tándem luminoso de Juan Pablo II y Benedicto XVI».
El prelado de origen vasco afirmó que «la gratitud es la memoria del corazón y hay que expresarlo» en alusión al motivo del acto que se estaba celebrando.
José Ignacio Munilla destacó de manera especial los 24 años de Ratzinger al frente de la Congregación para la Doctrina de la fe. «Es difícil saber donde prestó mejor servicio si como prefecto o como Pontífice», dijo Munilla.
Además, el obispo de Orihuela-Alicante dijo que el mayor legado del papa alemán «es el Catecismo de la Iglesia» cuyo trigésimo aniversario se celebró el pasado 11 de octubre. «Es un milagro esa obra en pleno relativismo como lo fe Humane Vitae en 1969 tras el mayo del 68. Es una obra de la Divinidad», agregó el obispo.
Monseñor Munilla calificó de «providencial» tener el catecismo vigente en estos momentos de confusión. «¿Qué hubiera pasado si la crisis del camino sinodal alemán nos hubiera pillado sin el catecismo promulgado?», se preguntaba Munilla.
También arremetió contra la deriva de los obispos alemanes por «negar las fuentes de la Revelación». En esa misma línea, argumentó que «hoy nos debería preocupar no dejar de ser significativos, no ser mayoría que eso ya lo hemos perdido».
El que fuera obispo de San Sebastián, criticó «el coqueteo» de algunos obispos europeos con la agenda LGTB en su afán de contraponer dialécticamente «verdad y misericordia».
El obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante reconoció que el Concilio Vaticano II «trajo confusión en donde decenas de miles de sacerdotes se estaban secularizando».
De igual modo, remarcó la idea de que el pontificado de Benedicto XVI fue una continuación del legado de la fe que hizo como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe ya que apostó «por la centralidad de la fe». En esta línea, Munilla señaló que el problema actual del mundo y de la Iglesia es precisamente la falta de fe.
Munilla terminó su intervención asegurando que «la herejía de nuestro tiempo es la contraposición entre fe y caridad y justicia y verdad. Cristo es a la vez Verdad y amor y no hay oposición entre ambas cosas».
Ya en el turno de preguntas, monseñor Munilla habló, entre otras cosas, del papel que han de jugar los obispos. «La exposición mediática para los obispos puede ser su martirio», aseguró el prelado al mismo tiempo que alertó sobre que «la mayor tentación puede ser escondernos para no correr riesgos ya que los pastores de la Iglesia son objetivos del maligno».