Iberoamérica está dejando de ser católica

Iberoamérica está dejando de ser católica

¿Se acuerdan de “la opción por los pobres” que inició hace ya décadas el clero de la iglesia iberoamericana? Pues parece que los pobres en Iberomérica están optando por las iglesias pentecostales. El gran bastión del catolicismo lo está abandonando en masa.

Si un idioma tuviera que sustituir al latín como idioma oficial de la Iglesia y el honor recayera sobre la lengua hablada por la mayoría de católicos del mundo, sería, sin duda, el español. La razón es la evangelización del Nuevo Mundo por parte de los españoles (y, en menor medida, portugueses), que ha hecho de América al sur del Río Grande una cultura neta, distinguiblemente católica durante siglos.

Pero el catolicismo está perdiendo rápidamente su posición dominante en el continente, justo cuando, por primera vez, la Iglesia universal tiene un Papa hispanoamericano. En parte, el fenómeno replica la secularización que se está dando en todo Occidente, y quienes abandonan la Iglesia lo hacen para vivir un agnosticismo más o menos vago.

Pero, en buena medida, como explica un reciente reportaje aparecido en el Wall Street Journal, cada vez son más quienes buscan a Dios en algunas de las iglesias pentecostales que se están extendiendo como el fuego por el mundo hispano.

Los católicos representaban todavía en 1995 un abrumador 80% de la población, pero ya está por debajo del 60%, y no para de caer. Brasil, antaño la superpotencia católica en población, dejará de tener una mayoría católica en algún momento de este año.

No deja de ser curioso que la Iglesia haya celebrado recientemente todo un sínodo universal en Roma, el Sínodo de la Amazonía, para encontrar los mejores medios de satisfacer las necesidades de evangelización de unos pocos millones de indígenas amazónicos, cuando el resto del continente, sólidamente católicos durante tanto tiempo, se pasa al pentecontalismo en bandadas como consecuencia, en buena parte, a la actitud de una jerarquía más política que evangélica, marinada en la Teología de la Liberación.

De hecho, el citado sínodo se mostró curiosamente indiferente a esta deserción masiva, como si no fuera con los padres sinodales. El Papa Francisco ha dado numerosas muestras de escaso o nulo entusiasmos por la labor de ‘convertir’ a los pueblos, una actividad tan fácil de confundir con el siempre odioso ‘proselitismo’ proscrito. Eso, aunque por las mismas fechas apareció un informe alertando que los citados indígenas no tenían el menor problema para convertirse al cristianismo y lo estaban haciendo en masa, pero a las nuevas sectas protestantes, más activas que las iniciativas católicas.

Paradójicamente, esa teología dominante durante tanto tiempo pretendía satisfacer las necesidades de las capas más desfavorecidas de la sociedad, que son, precisamente, las que ahora abarrotan las capillas pentecostales.

¿Qué les dan los pentecostales que no les den los curas católicos? Ayuda, material y espiritual, y sin necesidad de esperar a la revolución proletaria. La estructura organizativa del pentecostalismo le ha ayudado a introducirse en los barrios más pobres de América Latina, donde las iglesias ofrecen ayuda material y espiritual, explicar el reportaje. Las iglesias dirigidas por laicos, con una feligresía de unas pocas docenas de familias, organizan donaciones de arroz y frijoles para las familias hambrientas, financian clubes de fútbol para los jóvenes con el fin de alejarlos de las bandas de narcotraficantes y organizan la asistencia sanitaria privada como una alternativa a los deficientes hospitales públicos de Brasil».

Pero la otra parte, la puramente religiosa, tira aún más, y la Iglesia Católica, tan imbuida en soluciones ‘de este mundo’, no les estaba hablando suficientemente de Cristo. Según una encuesta realizada por Pew en 2014, la razón más citada por los iberoamericanos que habían pasado del catolicismo a alguna de las nuevas sectas protestantes era la de tener una relación más personal con Dios, (81% de los encuestados).

Wall Street Journal: El Papa Francisco está perdiendo a los católicos iberoamericanos

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