El cardenal italiano Matteo Zuppi ha concedido una entrevista a los medios vaticanos para conversar sobre los resultados de la reciente investigación «Italianos, fe e Iglesia» realizada por Censis.
El candidato de los progresistas para suceder a Francisco ha asegurado que «la soledad es fruto del individualismo. Es algo terrible, que lleva al despilfarro». El purpurado italiano sostiene que «el individualismo se basa en la performance, en el protagonismo, en la autoexposición y finalmente en el consumo, el consumo inmediato».
Para el presidente de la Conferencia Episcopal italiana, «esta Iglesia sinodal no debe confundirse con una Iglesia meramente horizontal, sólo «social». Quizás hay alguien que quiere malinterpretar, o que siempre quiere leer en negativo o sólo tomar una parte y no todo el proceso, y así no entiende su totalidad».
Zuppi señala en la entrevista que «la sinodalidad avanza siempre manteniendo juntas la colegialidad y el primado. La dimensión horizontal, indispensable, no sólo no cuestiona la vertical, sino que le da plenitud y significado, porque la hace comprender a través de la implicación de todos los bautizados con la dimensión comunitaria».
En este punto, es cuando el entrevistador le recuerda que el Papa Francisco, en una de sus primeras intervenciones en marzo de 2013, dijo que la Iglesia «no es una ONG compasiva», que no hace filantropía y que no es una organización humanitaria. Zuppi ha defendido esa posición afirmando que «la Iglesia no es una ONG, no puede ser una ONG porque se traicionaría a sí misma».
El cardenal italiano ha advertido sobre esa tentación y de la contraria que según él sería la de convertirse «en una especie de tranquilizante espiritual y terminar viviendo en un mundo completamente individualizado en el que de vez en cuando tomas algo espiritual, todo hecho a tu medida y crees que estás bien».
«Está claro que el servicio a los pobres no es hacer algo por los pobres, sino que es la respuesta a las palabras de Jesús «todo lo que hiciste a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hiciste». Ésta es la motivación que nos empuja a la acción, que debe conducirnos, como dice el Papa, a «encarnar» esta vocación, a tocar la fraternidad, a comer junto al hermano más frágil, a dar un lugar a quien no tiene hogar, en mi casa, estar con él, mirarle a los ojos… de lo contrario se vive en una sola dimensión que se convierte en espiritismo, una deformación de lo espiritual», agrega Zuppi.