Una muerte anunciada que se ha producido al fin: los Heraldos del Evangelio, asociación inspirada por el laico brasileño Plinio Correa y de la que forman parte la Asociación Pública Internacional de Fieles de Derecho Pontificio Heraldos del Evangelio, la Sociedad de Vida Clerical Apostólica Virgo Flos Carmeli y la Sociedad de Vida Apostólica Femenina Regina Virginum, ha sido comisariada con la aprobación de Su Santidad.
El Comisario es el Cardenal Raymundo Damasceno Assis, Arzobispo Emérito de Aparecida, que contará con la asistencia de los Asistentes José Aparecido Gonçalves de Almeida, Obispo Auxiliar de Brasilia y Sor Marian Ambrosio I.D.P., Superiora General de las Hermanas de la Divina Providencia. Y que, podemos pronosticar sin demasiadas dudas, darán buena cuenta de esta enésima institución demasiado tradicional para los aires renovadores vaticanos.
Hablamos de muerte anunciada porque la visitación iniciada en junio de 2017 por la Congregación para los Religiosos y los Institutos de vida consagrada fue seguida casi inmediatamente por la dimisión de su fundador, monseñor João Scognamiglio Clá Dias.
Los Heraldos del Evangelio son la primera Asociación Internacional de Fieles de Derecho Pontificio erigida por la Santa Sede en el tercer milenio, el 22 de febrero de 2001. Fundada por Mons. João Clá Dias, está formada principalmente por jóvenes y presente en 78 países.
Según se define en los estatutos de Los Heraldos, su espiritualidad tiene como líneas maestras “la adoración a Jesús Eucarístico, la filial piedad Mariana y la devoción al Papado, fundamento visible de la unidad de la Fe”.
La visitación que ha culminado en este ya habitual desenlace alega la existencia de cartas y vídeos enviados a Roma en los que se indica la práctica de una especie de «culto» a la madre de Plinio Corrêa, Donna Lucilia, del mismo Corrêa y también de João Scognamiglio Clá Dias.
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