Ante el documento vaticano sobre la imposibilidad de bendecir parejas de personas del mismo sexo.
El obispo de Amberes, Johan Bonny, ha lamentado en un artículo en Standaard que las relaciones homosexuales no puedan ser bendecidas dentro de la Iglesia. El obispo de la diócesis sufragánea de Malinas-Bruselas responde así al documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre esta cuestión, recoge Le Soir.
El escrito de la Santa Sede, que recibió el beneplácito del Papa Francisco, negaba tajantemente esta posibilidad. La Iglesia “no bendice ni puede bendecir el pecado: bendice al hombre pecador, para que se reconozca como parte de su designio de amor y se deje cambiar por Él”. La Iglesia “no dispone, ni puede disponer, del poder para bendecir uniones de personas del mismo sexo”, explicaba el escrito vaticano.
Para el obispo de Amberes esta posición es intolerable. “Siento vergüenza indirectamente por mi Iglesia. Y sobre todo, siento una incomprensión intelectual y moral. Me gustaría pedir disculpas a todos aquellos para quienes esta respuesta es dolorosa e incomprensible: parejas homosexuales religiosas y católicas, padres y abuelos de parejas homosexuales y sus hijos, personal pastoral y consejeros de parejas homosexuales”, explica en el Standaard.
Si tanta vergüenza tiene su eminencia, y viendo que sus opiniones contradicen las enseñanzas católicas, ¿por qué no se va? ¿Por qué esta gente que claramente no está a gusto con la doctrina católica sigue en la Iglesia?
Pero lo más llamativo es que esta postura no la sostiene un catequista de una diócesis cualquiera, la defiende el obispo de Amberes. ¿Cómo ha llegado a sucesor de los apóstoles alguien que sostiene estas cosas?