El cardenal Müller no se anda por las ramas

Es una respuesta a Tucho y a Francisco. Es un bofetón a cuantos se andan por las armas con argumentaciones bastardas asidos a los denuestos de Francisco sobre rigorismo doctrinal y superioridad del discernimiento sobre la moral objetiva. Es una lección de exégesis bíblica y de argumentación teológica, apoyándose en algo obvio y que algunos esgrimimos en su portal, querido Paco Pepe: que la pareja es tal por la unión y que resulta contradictorio decir que no se bendice la unión sino la pareja. Es de ignorancia teológica supina la ficción de una bendición no litúrgica, espontánea, cuando de la naturaleza de la bendición, de toda bendición es loar al Creador. Y toda alabanza es, directa o indirectamente, litúrgica. Que no hay acción sacerdotal que no sea ministerial, litúrgica. Etcétera, etcétera. No es ignorancia, sino mala voluntad. Esto último no lo puede decir el cardenal Muller, pero se infiere eo ipso de su argumentación.

Tras ese bodrio doctrinal, sí hay razones para pensar quiénes son en verdad esos lobos. Porque esos son lobos y no los oficiales de la curia, que, una vez más, han recibido no la bendición del Pontífice, sino su filípica.