3 comentarios en “El arzobispo de Oviedo en quien deberían mirarse sus hermanos en el episcopado”
El mejor, con muchísima diferencia. Casi el único. En este tema, el único. En otros hay alguno más; muy pocos. Munilla: un fracaso. Es como el presi de Castilla la Mancha: mucho hablar pero, a la hora de votar, el primero con Sánchez: típico de cobardicas.
Respeto la opinión de don Jesús, pero el problema fundamental es que la Basílica, la Cruz y la Abadía pertenecen al Estado, que puede hacer lo que quiera con ellos (y esto no lo digo yo, lo han dicho eclesiásticos libres de toda sospecha como monseñor José Ignacio Munilla o el padre Jesús Silva Castignani). ¿Qué hay que hacer para meteros eso en la cabeza? Lo que opine o deje de opinar un obispo sobre esto, por respetable que sea, no cuenta para nada. Aquí se trataba de salvar lo salvable, esto es, la Cruz, el uso religioso de la Basílica, la presencia de los benedictinos, la Abadía, la Hospedería y la Escolanía, y parece que eso se ha conseguido, al menos temporalmente. Ponerse en plan guerrero diciendo «el Valle no se toca» no habría servido para nada y solo habría empeorado las cosas. Prueba de que esto podría haber sido mucho peor es el cabreo que se han cogido en Europa Masónica (a.k.a. Europa Laica), Restar y Potemos. Chicos, que no es la primera vez que las instituciones eclesiásticas tienen que ceder para evitar la ruptura total y que las cosas se pongan mucho peor. ¿Qué tal si os estudiáis una buena historia eclesiástica? Veréis que componendas parecidas son la regla, no la excepción.
Pues sí, es muy extraña y sorprendente esa “beligerancia ideológica” contra un lugar donde hasta hace cuatro días ocupaban un lugar preeminente los restos del dictador, donde se le rendían apasionados tributos cada año y donde se celebraban actos de “amor y hermandad” brazo en alto y al ritmo del Cara al Sol y se celebraban misas en memoria del verdugo, pero nunca de sus víctimas. Ahora resulta que de repente para el Arzobispo ovetense y para algún alma cándida más el Valle de Cuelgamuros se ha convertido en un espacio de reconciliación entre hermanos.
El mejor, con muchísima diferencia. Casi el único. En este tema, el único. En otros hay alguno más; muy pocos. Munilla: un fracaso. Es como el presi de Castilla la Mancha: mucho hablar pero, a la hora de votar, el primero con Sánchez: típico de cobardicas.
Respeto la opinión de don Jesús, pero el problema fundamental es que la Basílica, la Cruz y la Abadía pertenecen al Estado, que puede hacer lo que quiera con ellos (y esto no lo digo yo, lo han dicho eclesiásticos libres de toda sospecha como monseñor José Ignacio Munilla o el padre Jesús Silva Castignani). ¿Qué hay que hacer para meteros eso en la cabeza? Lo que opine o deje de opinar un obispo sobre esto, por respetable que sea, no cuenta para nada. Aquí se trataba de salvar lo salvable, esto es, la Cruz, el uso religioso de la Basílica, la presencia de los benedictinos, la Abadía, la Hospedería y la Escolanía, y parece que eso se ha conseguido, al menos temporalmente. Ponerse en plan guerrero diciendo «el Valle no se toca» no habría servido para nada y solo habría empeorado las cosas. Prueba de que esto podría haber sido mucho peor es el cabreo que se han cogido en Europa Masónica (a.k.a. Europa Laica), Restar y Potemos. Chicos, que no es la primera vez que las instituciones eclesiásticas tienen que ceder para evitar la ruptura total y que las cosas se pongan mucho peor. ¿Qué tal si os estudiáis una buena historia eclesiástica? Veréis que componendas parecidas son la regla, no la excepción.
Pues sí, es muy extraña y sorprendente esa “beligerancia ideológica” contra un lugar donde hasta hace cuatro días ocupaban un lugar preeminente los restos del dictador, donde se le rendían apasionados tributos cada año y donde se celebraban actos de “amor y hermandad” brazo en alto y al ritmo del Cara al Sol y se celebraban misas en memoria del verdugo, pero nunca de sus víctimas. Ahora resulta que de repente para el Arzobispo ovetense y para algún alma cándida más el Valle de Cuelgamuros se ha convertido en un espacio de reconciliación entre hermanos.