La Misa tradicional, “liturgia perenne” y perseguida
Monseñor Schneider comenzó refiriéndose al clima de “persecución continuada” contra la Misa tradicional en diversas partes del mundo, como Francia, Estados Unidos o Argentina, fruto de la aplicación de Traditionis custodes. A pesar de ello, expresó su esperanza:
Esta liturgia no puede ser destruida. Es obra del Espíritu Santo durante siglos. Como en tiempos del arrianismo, será la Providencia divina quien restablezca la paz con la tradición”.
Pidió a los fieles conservar una visión sobrenatural: “La Iglesia es de Jesucristo, no del Papa ni nuestra”.
Consejo al Papa León XIV: libertad sin restricciones
Consultado sobre qué debería hacer el nuevo pontífice respecto a la liturgia, Schneider fue claro: evitar un enfrentamiento directo con su predecesor y, en su lugar, consultar prudentemente al colegio cardenalicio para después promulgar un documento nuevo que restablezca la plena libertad de la Misa tradicional:
El Papa debe proteger a los hijos que han crecido en esta liturgia. No deben ser considerados católicos de segunda clase. La Iglesia es madre, debe amar a todos sus hijos”.
Insistió en que los obispos no deberían tener autoridad para restringir este rito y propuso una fórmula clara y generosa que supere las “dialécticas actuales”:
Un buen padre protege a sus hijos cuando los mayores los maltratan. El Papa debe impedir las persecuciones arbitrarias”.
Fiducia supplicans: una “abominación”
En un tono firme, el obispo calificó el documento Fiducia supplicans como una “abominación” y un “sofisma”, por introducir contradicciones en la enseñanza moral católica:
Con estas bendiciones confirmamos a las personas en el pecado, lo que pone en peligro su salvación. Es una gravísima omisión de caridad”.
Pidió al nuevo Papa retractar el documento y restablecer el texto anterior del año 2021 en el que se declaraba con claridad la imposibilidad de bendecir uniones objetivamente pecaminosas.
Sobre la canonización implícita de Francisco
Schneider criticó también la tendencia actual a declarar que los difuntos “ya están en el cielo” sin un proceso canónico:
Esto es una omisión grave de caridad hacia las almas del purgatorio. Francisco probablemente no esté aún en la gloria, por sus actos gravemente problemáticos”.
Se refirió a la necesidad de prudencia y reserva, y lamentó la liturgia moderna de exequias que evita hablar del purgatorio.
La paz en las familias divididas
Consultado por una madre preocupada por las divisiones internas en su familia debido a la liturgia, monseñor Schneider recomendó evitar los conflictos y buscar la paz, siempre que no haya sacrilegios evidentes:
Si la Misa nueva es celebrada dignamente, se puede asistir por paz familiar. Pero debe haber respeto mutuo. Y rezar juntos el Rosario ayuda a conservar la unidad”.
Celebraciones privadas: “con buena conciencia”
Afirmó también que los sacerdotes pueden celebrar privadamente la Misa tradicional aunque sus superiores no lo permitan, defendiendo así un acto legítimo dentro de la Iglesia:
Ni el Papa, ni un obispo, ni un superior religioso tienen autoridad para prohibir algo que pertenece a la Iglesia entera”.
Aconsejó prudencia y discreción, pero legitimó estas celebraciones como un acto de fidelidad a la liturgia de los santos.
El Concilio Vaticano II: catalizador, no origen
En respuesta a preguntas sobre el Concilio Vaticano II, monseñor Schneider negó que fuera el origen del problema doctrinal, aunque sí lo calificó como catalizador de una crisis ya en curso desde los pontificados posteriores a san Pío X:
El modernismo fue infiltrándose en el episcopado. El Concilio no contiene herejías formales, pero sí errores objetivos y ambigüedades. Algunos puntos deben ser corregidos”.
Enfatizó que el Concilio no fue dogmático y que esas correcciones futuras serán legítimas.
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