El sufrimiento, la discapacidad y la belleza de la Redención: Una defensa teológica ante la polémica de Reig Pla

Sufrimiento y redención en la fe cristianaEl sufrimiento humano, abrazado por la Cruz, según la teología cristiana
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En las últimas horas, la figura de Mons. Juan Antonio Reig Pla ha sido objeto de críticas acerbas por una expresión suya en un sermón, que al ser extraída de su contexto ha generado indignación. Algunos han querido ver en sus palabras una atribución directa del sufrimiento o la discapacidad al pecado de unos padres concretos. Nada más lejos de la teología católica. Lo que Reig Pla expresó —aunque con un lenguaje que puede chocar en la cultura secular— es un concepto profundamente arraigado en la tradición cristiana: que el dolor, la enfermedad y la fragilidad humana sólo se comprenden plenamente a la luz del pecado original y de la redención obrada por Jesucristo.

Una creación herida, no maldita

La doctrina del pecado original no es una superstición ni una explicación mágica del mal. No afirma que si tú pecas, tu hijo nacerá enfermo; ni que si los padres cometen errores, Dios los castiga con discapacidades. Este tipo de lecturas caricaturescas han sido históricamente rechazadas por la Iglesia.

Lo que afirma la teología cristiana es que la creación entera está marcada por una herida primordial, la del pecado de Adán, que introdujo en el mundo la desarmonía entre el hombre, la naturaleza y Dios. El sufrimiento, la muerte y la enfermedad no son castigos personales, sino realidades que forman parte de un universo que, tras la caída, gime con dolores de parto (cf. Rm 8,22), esperando la plenitud redentora.

Es decir: el dolor no tiene su raíz en «tu» pecado o en «mi» pecado, sino en el pecado como concepto universal, como drama humano colectivo y estructural. No se trata de culpas individuales, sino de una situación existencial que afecta a toda la humanidad.

Un misterio profundo, no una respuesta simplista

Reig Pla no planteó una ecuación entre pecado y castigo. Lo que propuso es algo mucho más delicado: que el sufrimiento humano, por difícil que sea de asumir, forma parte de un misterio que se remonta al origen del mundo. Y que lejos de ser una realidad absurda o sin sentido, ha sido abrazada y redimida en la Cruz de Cristo.

La fe cristiana no ofrece explicaciones simplistas al dolor. No dice «esto ocurre porque hiciste aquello». Rechaza ese tipo de causalidad mecánica. Lo que propone es una visión del mundo en la que incluso lo más oscuro —el sufrimiento inocente, la discapacidad, la enfermedad— puede tener un sentido en el plan de salvación.

Del pecado a la redención: el corazón del cristianismo

El pecado original no es el centro del cristianismo, sino su punto de partida. El centro es Cristo. En Él, el sufrimiento ya no es un absurdo, sino un camino de comunión. En Él, la creación herida encuentra su esperanza. En Él, la discapacidad y la fragilidad no son signos de maldición, sino lugares donde la gloria de Dios puede manifestarse, como ocurrió con el ciego de nacimiento en el Evangelio de Juan (cf. Jn 9,3).

La importancia del contexto y la responsabilidad del juicio

Extraer una frase teológica densa de su contexto y presentarla como escándalo mediático es una injusticia que no hace honor al rigor ni a la verdad. El pensamiento cristiano exige profundidad, atención al misterio, y una mirada abierta a una realidad que no siempre se deja encerrar en titulares.

Reig Pla, como pastor y teólogo, habló desde una cosmovisión cristiana que ve el universo como una creación buena, herida por el pecado original, pero redimida por el amor de Dios. No hay herejía ahí, ni superstición, ni crueldad: hay una propuesta profunda sobre el sentido del mal y la esperanza del bien.

Conclusión: del escándalo al asombro

Lo que puede parecer escandaloso al oído moderno es, en realidad, una de las intuiciones más bellas del cristianismo: que el dolor humano tiene un sentido; que no estamos abandonados en un cosmos indiferente, sino que formamos parte de una historia de salvación que culmina en la Resurrección.

La Iglesia no dice que el sufrimiento sea bueno. Dice que puede ser redentor. No dice que la enfermedad tenga un motivo oculto. Dice que no tiene la última palabra. Esa palabra final, para el cristiano, la pronuncia Cristo resucitado, y es una palabra de amor, de vida y de plenitud.

A continuación un fragmento del polémico video de Mons. Juan Antonio Reig Pla donde explica con el sentido cristiano del sufrimiento y la redención.

 

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