“Ut Domnum Apostolicum in sancta religione conservare digneris, Te rogamus, audi nos.”

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X ha reaccionado con admirable sobriedad y profundidad ante la elección de León XIV. En lugar de entregarse a apuestas eufóricas o alarmismos prematuros, el padre Gonzague Peignot, desde el Distrito de México, ha hecho lo que muchos católicos olvidan hacer en estos momentos cruciales: llamar a la oración.

El nombre, la homilía… y la continuidad

Algunos se han sentido alentados por los primeros gestos del nuevo Pontífice. El solo hecho de llamarse “León” ya provoca ecos de tradición: León I, el papa que enfrentó a Atila; León XIII, el pontífice que condenó la libertad religiosa en Libertas y escribió una docena de encíclicas que aún esperan relectura seria por parte de teólogos y obispos.

Otros, sin embargo, han fruncido el ceño. El cardenal Hollerich —insignia de la sinodalidad y portavoz del aperturismo en temas doctrinales— ha afirmado que León XIV “seguirá la línea de Francisco” y que su elección ha sido precisamente eso: una elección de continuidad. ¿Entonces?

El silencio de la oración

La FSSPX no ha caído en la trampa del análisis político o mediático. En su comunicado del 17 de mayo, el P. Peignot recuerda que este no es el momento de pronósticos, sino de súplica: Oremos, queridos fieles, para que el nuevo Sumo Pontífice sea dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo y conduzca la barca de la Iglesia al Puerto de Salvación.

No se trata de ingenuidad ni de claudicación. Se trata de un acto de fe. La Iglesia es divina y humana, y su cabeza visible, el Papa, necesita más que nunca las oraciones de los fieles. Por eso se evocan las letanías de los santos, no con espíritu litúrgico decorativo, sino con la urgencia de un ejército en combate.