La autodenominada Red de Sobrevivientes que fundó en Perú el polémico José Enrique Escardó, ha lanzado un comunicado arremetiendo contra la Santa Sede y en donde reclaman que se ponga fin al sigilo sacramental.
José Enrique Escardó, una de las primeras víctimas del Sodalicio, abandera ahora una de las reclamaciones más típicas de la extrema izquierda anticlerical: que los curas rompan el secreto de confesión.
A través de un comunicado difundido este semana, la organización vinculada a Escardó (a quien el Papa recibió en audiencia privada en enero de este año) carga contra lo que consideran que es «la imposición de la Santa Sede ante los Estados Soberanos» en alusión al borrador que el Vaticano trata de pactar con Bolivia.
El primer borrados parece que no ha gustado nada a esta organización que dirige José Enrique Escardó pues en el comunicado afirman que «ningún Estado debiera reconocer la inviolabilidad de archivos, registros y documentos, en las conferencias episcopales, curias episcopales, curias de los superiores de los institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica y a los demás organismos, entidades y dependencias de la iglesia católica; así como tampoco para la infraestructura de estas dependencias, pues obstruiría las investigaciones por denuncias de abuso sexual perpetrados por cualquiera de sus miembros».
Además, no dudan en cargar contra el secreto de confesión y reclaman que «ningún Estado debiera garantizar la inviolabilidad del sacramento de la confesión; al contrario, debieran exceptuarse los delitos señalados en el ordenamiento jurídico de cada país, particularmente los de abuso sexual infantil, en cuyo caso debe imponerse, al confesor y a la orden religiosa, la obligación de denunciar ante la justicia ordinaria». Como ven, esta organización cuyo fundador tiene estrechos vínculos con altos jerarcas del Vaticano, lanza una campaña frontal contra el sacramento de la confesión.
Aunque el ataque al sacramento de la confesión es lo más grave de ese comunicado, tampoco eso les satisface. Por ello, también reclaman que «ningún Estado debiera reconocer a entidades católicas de asistencia social y sanitaria, el derecho de designar o contratar directamente su personal en línea con su identidad institucional; por el contrario, se debe exigir que todo personal de la iglesia católica, especialmente relacionado con la educación y salud de niños, ancianos y personas vulnerables, presente, obligatoriamente, antecedentes penales y apruebe pericias psicológicas antes de su designación, para evitar abusos sexuales, psicológicos, de poder, conciencia y otros».
¿Quién es José Enrique Escardó?
José Enrique Escardó fue el primero en denunciar públicamente ser víctima de abusos sexuales por parte de Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicio de Vida Cristiana.
En estos momentos, se presenta así mismo como «heliófobo, escéptico y laicista» y es público y notorio su coqueteo con movimientos de corte satánico.
Escardó ha dejado declaraciones extremadamente polémicas en sus redes sociales como decir que no hay que culpar «al buen Satanás por las perradas que hacen los seguidores del monstruo genocida Yahveh». Sin ir muy lejos, el pasado 9 de diciembre dijo del Papa Francisco que «es el líder de los abusadores». Desconocemos si le habrá repetido esa misma frase esta mañana a la cara.
El 13 de octubre del 2024 ya dijo del Papa que «es un encubridor como los anteriores». En julio del 2024 tampoco tuvo inconveniente en referirse a san Juan Pablo II como «un trapo casi inanimado» en referencia a sus últimos meses de vida cuando ya estaba físicamente muy deteriorado.
Meses antes, en abril del 2024, volvió a decir del Santo Padre que «no le interesan los abusos sexuales, sino el dinero y las propiedades y que Bergoglio es el #PapaDelMarketing». En ese mismo tuit también cargó contra Bertomeu y Scicluna porque no le preguntaron nada sobre los abusos.
En otros comentarios vertidos en su cuenta de ‘X’, se aprecia burlas contra los cristianos perseguidos; apoyo a causas satanistas y hace escasos días publicó la polémica imagen de la obra blasfema ‘María Maricón’ con la cara del alcalde de Lima.
Escardó es un protegido del Vaticano y lo sabe, por eso se sabe impune para hacer y deshacer a su antojo e incluso denunciar ante el Vaticano a sacerdotes (alguno español) por discutir con ellos en redes sociales.
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Es lo que buscan los Satánicos, acabar con el Sacramento de la Confesión y de la Eucaristía, en definitiva acabar con la Iglesia Católica. Que tiempos estamos atravesando. Nos toca rezar más y hacer Penitencia
Tal cual! Rezar y hacer Penitencia. Son tiempos muy oscuros…pero puenteas adentro de la Iglesia.
Bien mirada la petición no tiene ninguna lógica, pues si alguien ha cometido algún delito sexual y se va a confesar de ello, la confesión verdadera le ayudará a sanar su alma y no volver a cometer nada parecido, así como reparar en lo posible el daño causado, en su caso.
Si no es realmente creyente, la confesión no le serviría nada más que para ser denunciado en caso de ser aprobada la supresión del secreto de confesión, por lo cual nadie culpable se confesaría.
Además, el sacerdote confesor no tiene por qué conocer la identidad de quien se confiesa, entonces, ¿a quién va a denunciar? ¿Tendríamos que identificarnos todos antes de comenzar la confesión, por si hay algún pecado denunciable?
La medida sólo tiene lógica para atacar al sacramento de la confesión. Es intolerable.
Padre, me confieso de abusos…
Espere, que le tomo los datos para denunciarle, dígame nombre y apellidos.
¿Quéeeeee?
Este no sabe ni lo que dice.
¿Cómo puede un satanista, estar escandalizado de delitos sexuales hacia menores, cuando ellos defienden eso como rito?
A saber, lo que tienen que ocultar los de esa secta
La culpa de esto la tiene el mismo Bergoglio y sus secuaces. ¿No éste tipo amigo de su protegido Jordi Bertomeu? Todos estos sinvergüenzas deben ser juzgados por el siguiente auténtico Papa y declarar nulo el actual falso pontificado
Pues… varios abusadores sexuales jesuitas se refugian en el secreto de confesión, para tratar de evitar cargos por encubrimiento. Sencillo no esç