Cuaresma: del «ayuno del pecado» que propone Argüello al «caminar juntos» del cardenal Cobo

Argüello y Cobo

Este pasado miércoles dio comienzo la Cuaresma de este Año Jubilar 2025 con la imposición de la ceniza.

Desde InfoVaticana hemos rescatado algunos trozos de las predicaciones de varios obispos españoles para que nuestros lectores vean cuales son las preferencias y prioridades de algunos de nuestros prelados a la hora de predicar.

El arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, señaló que «el tiempo de cuaresma nos recuerda que nuestra vida es una peregrinación que tiene como meta el Reino de Dios, que estamos llamados a recorrer este camino confiados en la fidelidad de Dios y en su misericordia, abriendo nuestro corazón a su perdón, dejándonos reconciliar por Él y recuperando, de este modo, la esperanza en la Vida eterna, porque el pecado es lo que mata esta esperanza».

Benavent ha aprovechado su escrito de Cuaresma para airear que «la reciente asamblea del Sínodo nos ha recordado que la vocación de la Iglesia es caminar juntos y ello, en palabras del mensaje del Papa para la cuaresma de este año, significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios».

También ha invitado a intensificar estos días la vida de oración ya que «alimenta esa esperanza porque acrecienta en nosotros el deseo del Reino».

En su homilía del Miércoles de ceniza, el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, centró su mensaje en torno a cuatro claves: el significado de los cuarenta días, la necesidad de rasgar el corazón, el valor de la ceniza y las prácticas cuaresmales de la oración, el ayuno y la limosna.

Iceta ha advertido que «el corazón no puede estar vacío, siempre tiene que estar lleno», y ha invitado a los fieles a dejar que Dios tome posesión de él: «Os arrancaré el corazón de piedra… y os daré un corazón de carne, capaz de ser misericordioso».

El prelado burgalés recordó que la caridad es la base de todo: «Somos lo que amamos». Ha exhortado a la oración como encuentro con Dios: «No es tiempo perdido, es tiempo esencial». Y ha llamado a un ayuno sincero que nos libre de autosuficiencias: «Para que la carne limpia que el Señor me da no esté llena de aderezos y de costras».

El obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, lamentó que hoy en día «en el corazón del hombre empieza a anidar la desesperanza, la tristeza, la falta de ilusión motivada por la falta de sentido».

Sobre la conversión ha explicado que significa cambiar de vida, pero no como un acto de la voluntad, sino el aceptar en mi vida el don de Dios que transforma mi mirada y mi corazón.

La Cuaresma es tiempo de caridad, para la limosna, pero no es echar lo que a mí me sobra para quedarme tranquilo. Es darme, llegar a aquel que lo necesita. Unas veces materialmente, pero otras espiritualmente: la soledad, la enfermedad, el sinsentido», añadió García Beltrán quien a su vez animó a los fieles a dedicar estos días «un tiempo especial para la oración».

Por último, el obispo de la diócesis del sur de la provincia de Madrid instó a «ayunar de todo lo que me estorba, de lo que para mí no es bueno. El gesto de la carne es un gesto comunitario que está bien, pero me atrevo a invitaros a que seamos más arriesgados. A abstenernos de aquello que me está robando un poco el corazón y no es Dios. Mirar menos el móvil, apagar un poco la televisión, abstenerme de una conversación que no habla de Dios, sino de los demás y no bien. Hay muchas formas de abstenerme que me dicen que una sola cosa es necesaria: el Señor».

La diferencia entre Cobo y Argüello

El cardenal Cobo volvió a insistir en sus mensajes habituales etéreos y carentes de sustancia. El arzobispo de Madrid dio como claves para esta Cuaresma que debemos caminar con los otros, con humildad y con hondura y honradez.

El arzobispo de Madrid subrayó que la Cuaresma es una preparación para la Pascua y ha planteado una serie de preguntas fundamentales: «¿Cómo queremos celebrar la Pascua este año? ¿De qué necesita el Señor rescatarnos? ¿Seremos capaces de caminar con Cristo, 40 días juntos, o preferiremos llegar cada uno por nuestro camino?».

Para el purpurado madrileño, «nos echamos la ceniza encima por tanta violencia personal, por no escuchar el Evangelio, por colaborar en procesos violentos en nuestro mundo, por la omisión y el descarte de los más pobres».

La diferencia de la predicación de Cobo, vicepresidente de la CEE, comparada con la de Luis Argüello, presidente del episcopado español, es sustancial como van a poder comprobar. El arzobispo de Valladolid invitó a los fieles vallisoletanos a hacer nuestro propio plan para vivir la Cuaresma. Y, siguiendo las pistas que ofrece la propia Iglesia Católica, animó a leer la Palabra de Dios, para que nos vaya empapando como lluvia fina.

El arzobispo Argüello propuso leer un Evangelio seguido a lo largo de los 40 días que dura este tiempo cuaresmal, durante los cuales recomendó también practicar el ayuno y la abstinencia. Y no solo de carne, de alimentos o de sueño y, por supuesto, del pecado, sino también de realidades que nos despistan como, por ejemplo, ayunar de reclamar nuestros derechos.

El prelado vallisoletano quiso hacer suya también la invitación a practicar la limosna de tiempo, dinero y de nuestra propia vida. Porque si vivimos nuestros propios dones o cualidades desde la vanagloria, mal gastamos el dinero o nuestro tiempo, podemos apartarnos del Señor, advirtió.

Por último, monseñor Argüello animó a celebrar de una manera más honda el Sacramento del Perdón, que calificó como el segundo Bautismo. Es, afirmó, esta oportunidad que el Señor nos da de que el vestido blanco del Bautismo recupere su genuina y primitiva blancura, su esplendor.