La reciente dimisión de Mons. Dominique Rey como obispo de Fréjus-Toulon, tras una «invitación» del Papa Francisco, vuelve a encender las alarmas sobre cómo se trata a los obispos en la Iglesia de hoy.
¿Sucesores de los Apóstoles? ¿Pastores de almas? Más bien parecen funcionarios temporales, sujetos a la «visión del momento» del pontífice de turno. Esto, por supuesto, si esa visión incluye suficiente progresismo, ecología integral o, quién sabe, una pizca de simpatía marxista.
Ser obispo no es lo mismo que ser embajador del Vaticano ni ministro de algún extraño «gabinete espiritual» romano. Es una vocación divina, un encargo recibido del Espíritu Santo y arraigado en la sucesión apostólica. Pero últimamente parece que Roma, más que ser la roca de Pedro, se ha convertido en un tablero de ajedrez donde los obispos son movidos, eliminados o «promovidos» según convenga al jugador maestro.
Otro ejemplo reciente es el nombramiento del cardenal Robert McElroy como nuevo arzobispo de Washington D.C., una figura conocida por su postura progresista y crítica hacia ciertas políticas del expresidente Donald Trump. ¿Realmente es misión de la Iglesia jugar al ajedrez con los políticos del mundo? Porque, sinceramente, si vamos a hablar de «contrapoderes», el único al que debería incomodar un obispo es al mismísimo demonio, no a este o aquel presidente.
Cuando la barca de Pedro encalla por obsesionarse con el poder temporal
Uno no puede evitar una sonrisa irónica ante las numerosas ocasiones en que el Papa Francisco ha pedido que no se descarte a los ancianos, alabando su sabiduría y su capacidad para transmitir valores a las nuevas generaciones. Y tiene toda la razón. Pero parece que esa defensa del papel de los mayores no aplica a los obispos, que al cumplir 75 años son prácticamente enviados al «desván de las reliquias». ¿Qué pasa, que la sabiduría episcopal se extingue con la jubilación? ¿O es que la pastoral del descarte sí tiene cabida en Roma?
Este hábito de pedir la renuncia a los obispos al cumplir 75 años parece más inspirado en una lógica empresarial que en una visión pastoral. ¿Es que la gracia del Espíritu Santo tiene fecha de caducidad? Esto genera obispos que se ven más como «empleados en contrato temporal» que como pastores dispuestos a dar la vida por sus ovejas. Y con estas normas, no nos debería extrañar que muchos prefieran ir de perfil bajo para evitar acabar en «la lista negra» de Roma.
¿O es que no hay un cierto tufillo a manejo ideológico? Porque si un obispo resulta demasiado tradicional, o demasiado molesto con su celo apostólico, parece que tiene las horas contadas. En cambio, los que encarnan cierta «mentalidad de época» –llámese progresista, comunista light o «sinodal inclusivo»– no solo se quedan, sino que hasta consiguen que se dilate su renuncia. ¡Qué casualidad!
¿Un regreso a los orígenes?
Un Papa que quita y pone obispos según su particular lectura de los tiempos corre el riesgo de caer en una peligrosa tentación: la de convertir a la Iglesia en un instrumento de poder temporal. Y si algo nos enseña la historia es que cada vez que Roma ha coqueteado con los tronos terrenales, la barca de Pedro ha encallado. El Papa no está llamado a ser un estratega político, un líder de opinión o un activista ecológico; está llamado a ser el Vicario de Cristo. Y Cristo no iba ajustando cuentas ni sustituyendo a sus discípulos por «no alinearse» con la última moda ideológica.
Quizás sea momento de reflexionar sobre los modos en que se eligen y remueven a los obispos. En los primeros siglos, los fieles participaban activamente en la elección de sus pastores. No era perfecto, pero al menos aseguraba que el obispo conociera y amara a su grey. Hoy, en cambio, tenemos obispos que aterrizan como paracaidistas, con la única consigna de agradar a Roma y no hacer olas.
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Este fenómeno no es novedad del último papa. Todos han obrado de manera similar, no nos engañemos.
¿Participación activa de la comunidad en la elección de su obispo? Totalmente de acuerdo.
Antes, los papas elegían obispos de buena doctrina, y en el infrecuente caso de que tuvieran que suspender a alguno, era por haber caído en error, en conducta impropia, o en incapacidad . En cambio ahora, el criterio del Papa Francisco para la elección de obispos, es que sean afines a su errática ideología, y con frecuencia cancela a los que no lo son (especialmente si se muestran activos en la defensa de la verdad).
Oremos para que el Señor nos libre pronto de este pontificado demoledor, y llegue a la Iglesia un papa fiel.
Ya, me quieres decir que, por ejemplo, Pablo VI o Juan Pablo II solo elegían obispos con el criterio que expones y nunca, nunca tenían en cuenta la realidad política y social del país ni su criterio «ideológico». Por eso Tarancón y Rouco estuvieron donde estuvieron.
Vivimos en un mundo y no en una realidad ideal poblada de personajes angélicos, hermano.
Antes se exigía que, al menos, creyeran en Dios.
Sacerdote mariano, estás equivocado, siento decirte que Dios no nos va a librar de nada que no podamos resolver nosotros mismos. Dios nos pide acción, rebeldía, lucha, el no quiere saber nada de la tibieza y de la cobardía, los escupirá de su boca. Por lo tanto, si Cristo montó en cólera por un acto menor como la venta de los mercaderes del templo, que no hará con la bestialidad de la apostasía que oprime a la iglesia, cuyo fin es la destrucción de la Tradición y del depósito de la fe. Pero el quiere que defendamos a la esposa de Cristo con nuestras armas, está bien la palabra como primer argumento, pero como decía JOSE ANTONIO, no hay mas dialéctica que la de los puños y las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la patria, pues imagínate en el caso de Dios Todo Poderoso cuando nos han declarado la guerra. Si no cogemos las armas estamos perdidos……..mutatis mutandis.
Antes.
Cuando?
Cesar Borgia bastardo del Papa Alejandro VI fue nombrado obispo de Pamplona con 16 años.
Alonso de Aragón bastardo de Fernando el “católico” fue nombrado arzobispo de Zaragoza con 8 años, porque al Papa Sixto IV le pareció muy escandaloso nombrarlo solo con 5 años. Luego fue sucedido por sus hijos bastardos Juan y Hernando.
Hasta muy entrado el Siglo XIX, los nombramientos de obispos en muchos casos obedecieron a razones de bien quedar con familias reales o nobiliarias, no religiosas.
Creía en Dios Cesar Borgia, desde luego mucho temor de Dios no pareció tener.
¿Alguno se los citados enmendó la plana a Cristo? A buen entendedor…
No se me vaya por peteneras, su docto mentor ha dicho que “antes” los papás nombraban siempre obispos de buena doctrina, “infrecuentes” los casos de conducta impropia.
No me hagan reír.
Le enmendaron la plana a Cristo?
Si con su “frecuente” conducta inmoral, siendo sucesores de los apóstoles. Los actuales obispos son por lo general santos varones, comparados con los de “antes”.
“Buena doctrina”, je, je…, si la del Príncipe de Maquiavelo.
«Los actuales obispos son por lo general santos varones, comparados con los de ‘antes'»
Que se lo pregunten al Trucho, a Edgar Peña Parra, a Paglia, a Coccopalmerio, a McCarrick, a Scicluna, a Zanchetta… ¿Quién soy yo para juzgar?
Mientras se considere el papado como una Monarquía absolutista, donde en monarca puede pisar el Derecho Canónico a su antojo, y tratar a los obispos como empleados en vez de sucesores de los apóstoles, etc. nunca será posible la unidad con los Ortodoxos.
No soy experto, pero esta concepción del papado, me parece muy rara.
Juan Pablo II ya hablo de redefinir el papado, veo que cada vez es mas necesario.
Si la cabeza no funciona el cuerpo se desbarata . He alli el problema
Si yo con mis 63 años fuese obispo, mi obsesión sería quitarle almas al demonio. Ya está.