La semana pasada fue noticia internacional la decisión del Dicasterio del Culto Divino de aceptar adaptaciones litúrgicas en la Misa para hacer concesiones a los mayas para introducir cambios controvertidos en la liturgia que recojan costumbres populares de corte pagano y folclórico.
Fue el cardenal mexicano Felipe Arizmendi quien dio a conocer la noticia en un artículo de opinión publicado en la prensa. La decisión del Vaticano causó un gran revuelo y provocó que hasta la Conferencia Episcopal de México tuviera que emitir una nota de prensa para aclarar algunos conceptos para tratar de rebajar la tensión.
El cardenal Arizmendi ha vuelto a abordar este asunto en un nuevo artículo publicado en el medio ‘Desde la Fe’ donde defiende que «Jesucristo celebró la eucaristía inculturada«. El purpurado mexicano recoge algunos titulares de varios medios con los que muestra su disconformidad por el enfoque planteado, señalando incluso a la Agencia católica de noticias de Argentina y a Zenit a quien el cardenal considera una agencia prestigiosa y confiable.
En su reciente artículo, el purpurado trata de defender que las reacciones críticas son fruto del «desconocimiento de la liturgia y de la cultura milenaria de estas etnias indígenas«. Para Arizmendi, «en las adaptaciones aprobadas nada es pagano ni contrario a la fe católica».
Es aquí cuando aprovecha para arremeter contra los tradicionalistas porque ellos «querrían que nada se cambiara en la Misa y que se conservara el rito romano como se acostumbraba antes del Concilio Vaticano II; pero ni Jesús ni los apóstoles celebraron con ese Misal tridentino; éste es apenas del Siglo XVI».
El cardenal Felipe Arizmendi señala que «en la última Cena, Jesús celebró la primera Misa, llamada fracción del pan, con varios ritos al estilo judío; él les dio plenitud. Es el mejor ejemplo de inculturación, con signos rituales judíos. Instituyó la Eucaristía no en latín, sino en arameo, que era el idioma de aquellos con quienes vivió ese momento».
Además, aprovecha para subrayar que «los ortodoxos católicos celebran válidamente la Misa en una forma cultural diferente a la nuestra, y su Eucaristía es perfectamente válida; no se les pude exigir que celebren como nosotros. Lo fundamental no cambia: hay Palabra de Dios, consagración de pan y vino, asamblea y un ministro ordenado que preside».
Corrección al comunicado de la Conferencia Episcopal mexicana
En su columna, el cardenal Arizmendi comparte el comunicado que emitió la Conferencia Episcopal de México en donde se expone que «tales adaptaciones han sido aprobadas exclusivamente para las comunidades tseltal, tsotsil, ch’ol, tojolabal y zoque y no para otras comunidades de fieles no pertenecientes a dichos pueblos originarios» y que «no constituyen un nuevo rito ni una modificación sustancial de la estructura de la Misa del Misal Romano».
El episcopado mexicano reitera en su nota que «no se ha aprobado ningún «rito maya», danzas rituales durante la celebración, altar maya, oraciones a los puntos cardinales, cesión de la presidencia litúrgica a personas laicas».
A esa última aclaración de los obispos de México, el cardenal Arizmendi ha realizado una objeción. «Se insiste en que no se han aprobado danzas rituales; sin embargo, el ritual autorizado por Roma dice, en la descripción de las adaptaciones, que después de la Comunión: “Se puede hacer la acción de gracias con movimiento corporal” (426). “Todos, de pie en su lugar, oran en silencio con un movimiento pendular rítmico” (427).La misma frase se usa en el No. 138 del ritual aprobado. Aunque en el ritual no se usa la palabra danzas, sin embargo, así se les conoce tanto en Chiapas como en otros pueblos. No son bailes populares folclóricos. Y no hay que tener reticencias para usar esa palabra, pues la usa el mismo Dicasterio en su Instrucción La liturgia Romana y la Inculturación (Varietates legitimae) del año 1994″.
Felipe Arizmendi concluye su columna animando a seguir «adelante en el proceso de inculturación de la liturgia, siempre fieles a la Palabra de Dios y al Magisterio de la Iglesia, para que nuestros pueblos vivan su fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo también en sus formas culturales, siendo fieles hijos de la Iglesia Católica».
Mientras el Vaticano flexibiliza y rompe la unidad del rito romano haciendo concesiones a determinados pueblos indígenas, persigue a su vez a los defensores y devotos de la Misa anterior al Concilio Vaticano II.
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