UNA CATÓLICA (EX)PERPLEJA
26 octubre 2024
La lectura de la novela 1984 de George Orwell es tremendamente incómoda y angustiosa, por reflejar un totalitarismo político de corte socialista que controla incluso la mente y del que es aparentemente imposible escapar. Lo usual, al leerla, es pensar en el momento en que nos ha tocado vivir, que se vuelve progresivamente totalitario, especialmente después de la llamada pandemia de Covid.
Sin embargo, la realidad que presenta se asemeja preocupantemente también en algunos aspectos a la deriva de la Iglesia Católica posterior al Concilio Vaticano II y, más aún, a la “Iglesia del papa Francisco”.
Releyendo recientemente la novela no podía dejar de pensar en ello; idea que se reforzó cuando encontré en una librería de viejo un precioso ejemplar de la obra “El caballo de Troya en la Ciudad de Dios”, de Dietrich von Hildebrand, escrito en 1967, que comienza con una cita del jesuita Henri de Lubac que dice así: “Está bien claro que la Iglesia se enfrenta con una grave crisis. Con el nombre de la “nueva Iglesia”, la “Iglesia post-conciliar”, está tratando ahora de establecerse una Iglesia distinta de la de Jesucristo: una sociedad antropocéntrica amenazada por la apostasía inmanentista, un dejarse arrastrar por un movimiento de abdicación general bajo pretexto de renovación, ecumenismo o adaptación” (de un discurso en la Universidad de Toronto en el año 1967).
Su lectura me hizo pensar en el drama que debieron ser los años 1960 y 1970 para muchos católicos y, de nuevo, en la novela 1984 desde la perspectiva de la Iglesia Católica.
George Orwell era ateo. En su novela, la Iglesia había desaparecido y él se centra en el ámbito político. Por lo que he podido leer sobre él, era vehementemente anticatólico. Se ha considerado incluso que 1984 fuera un ataque al cristianismo, en el que “el Gran Hermano que todo lo vigila” sería un reflejo de Dios. Es importante tener esto en cuenta, pero no es determinante para las siguientes reflexiones.
1984 es considerada una novela “distópica”, en la que los discursos oficiales no sólo nada tienen que ver con la realidad, sino que significan todo lo contrario. A este respecto, me han parecido especialmente dolorosos tres aspectos de este parecido entre la Iglesia post-conciliar y la novela de Orwell. En primer lugar, que la era actual comenzó con una revolución, el Concilio Vaticano II. En segundo lugar, que casi nadie recordaba el pasado anterior a la Revolución. Los discursos oficiales habían convencido a todos de que ahora estaban mucho mejor que antes. Y, en tercer lugar, la creación de una neolengua que expresa exactamente lo contrario de lo que en realidad ocurre.
En su libro “De Roma a Berlín, la protestantización de la Iglesia Católica”, el sacerdote Gabriel Calvo Zarraute, referencia habitual en estos textos, explica cómo “la revolución es una ideología que pretende fundar la sociedad sobre la voluntad del hombre, en lugar de fundarla sobre la de Dios”. ¿Acaso no fue una revolución, si no tal vez el Concilio Vaticano II en sí – que sí presenta aspectos revolucionarios, controlado como estuvo por una minoría progresista muy bien organizada, que triunfó -, sino sobre todo el llamado “espíritu del Concilio”? ¿No creó una realidad nueva y bien distinta en la Iglesia, con un aparato propagandístico perfectamente organizado que logró convencer a la gran mayoría de los fieles de que era necesario el cambio radical que se llevó a cabo, que era una “primavera”, una “puesta al día”, que conduciría a la Iglesia a una situación mejor, y en la que caló entre los bautizados el mensaje de que “antes estaban mucho peor”, y que las formas y contenidos de la Iglesia preconciliar ya no eran válidos?
El enemigo número 1, el Goldstein de 1984, bien podría bien ser Monseñor Marcel Lefebvre, y la “Hermandad”, la supuesta oposición al Partido compuesta por quienes conspiraban para derribarlo, serían los lefebvristas (curiosamente, una “fraternidad”, es decir, “hermandad). Aunque, para el caso, cualquier persona tildada de “tradicionalista” vale para pertenecer a la Hermandad y representar una amenaza para la nueva situación en la Iglesia. En este sentido, Goldstein sería en realidad cualquiera que reivindique la Tradición de la Iglesia y la imposibilidad de cambiar los contenidos revelados y de que la Iglesia se contradiga con lo que dijo durante veinte siglos.
Los miembros del Partido y su élite serían los obispos, que no están ahí por ser los mejores, sino por ser fieles a las consignas; mientras que los “proles” serían la mayoría de los laicos, que son como ovejas sin pastor. Un aspecto curioso es la crítica constante desde la jerarquía eclesiástica actual al clericalismo, mientras se trata de una Iglesia es extremadamente clerical, done los laicos, los “proles” sólo sirven para ser adoctrinados con las nuevas consignas del Partido: la sinodalidad, el ecologismo y los “migrantes”. Incluso los laicos que participan de la estructura humana eclesial actual son laicos clericalizados (equiparables a los miembros rasos del Partido, tal vez como Winston Smith en 1984); que, además, son utilizados cada vez más para realizar labores que corresponden al sacerdote, y no tareas tradicionalmente desarrolladas por los laicos (pero ésa es otra historia, que fue expuesta aquí hace unos días en este portal).
El término “sinodalidad” se ha introducido con calzador en la Iglesia, hasta sustituir el de “católica” al hablar de la misma: más que “Iglesia Católica”, leemos y escuchamos ahora por doquier “iglesia sinodal”; en principio, sinodalidad – que nadie sabe exactamente qué significa-, sería una manera descentralizada de tomar decisiones en la Iglesia, más “democrática”, no clericalista (por eso hay laicos varones y mujeres en los encuentros sinodales); pero la realidad es que la Iglesia es hoy más dictatorial de lo que hemos visto quienes vivimos y probablemente, de lo que se ha visto en siglos. La sinodalidad sería, visto así, un claro ejemplo de la neolengua de 1984; como también lo es la crítica al clericalismo que hemos mencionado, cuando en realidad se hace lo contrario de lo que se predica.
En Iglesia post-conciliar, o del “espíritu del Concilio”, de la cual el pontificado de Francisco representa su más radical expresión, existen también los espías del pensamiento que hallamos en 1984. Son los acusadores de cualquier cosa desde panfletos como “Religión Digital”, de estar “en contra del Papa Francisco”. Se dice también que por los pasillos de Santa Marta llegan continuos chismorreos (esos que se supone que odia tanto Francisco) sobre sacerdotes y obispos que repentinamente caen en desgracia. Aunque el mensaje sea que “en la Iglesia cabemos todos, todos, todos”, la realidad es que algunos caben más que otros, y se observa un claro sesgo en los purgados. Porque en la Iglesia de Francisco también existen las purgas, y muchas. Día sí y día también, este portal anuncia la “renuncia” o “caída” de obispos que no han cumplido los 75 años. El caso del obispo de Tyler, en Texas, Joseph Strickland, mostró cómo en realidad esas “renuncias” no suelen ser precisamente voluntarias; que se trata de las clásicas purgas de los sistemas totalitarios de tipo socialista. La situación se está agravando hasta el punto de excomulgar a laicos.
Hemos llegado al extremo de que, tomando la parte por el todo, se identifica al papa Francisco con la Iglesia; y el Papa, pasando por alto la cuestión de que el Magisterio de la Iglesia está sujeto a la Tradición de la misma y a la Palabra de Dios, ha cambiado de manera revolucionaria en los últimos 10 años muchos contenidos de la Iglesia Católica. Ya no hay debates doctrinales, como decía un artículo recientemente en este portal, sino consignas y, sobre todo, cuestiones que nada tienen que ver con la enseñanza tradicional de la Iglesia; son contenidos fundamentalmente inmanentistas, especialmente, la misma “sinodalidad”, el ecologismo y los “migrantes”. La comunión con la cátedra de Pedro se ha convertido en fidelidad a todo lo que diga el Papa Francisco, aunque no sea ex catedra, aunque sean puramente opiniones y esté en contradicción con toda la Tradición de la Iglesia y la Palabra de Dios. Incluso se eliminó del Anuario Pontificio hace años el título “Vicario de Cristo”. Pero, entonces, ¿el papa qué es, si no es el vicario de Cristo? ¿Es solamente el obispo de Roma, como le gusta llamarse? ¿Se realizó este cambio para ayudar al “diálogo ecuménico”? No se sabe, pero el caso es que se hizo.
Una diferencia importante, empero, entre 1984 y la “Iglesia del papa Francisco”, es que el Partido, en la novela, aboga por la castidad, mientras que los pastores hoy día bendicen y promocionan el adulterio y las relaciones sexuales sodomitas, en contra de la Palabra de Dios y la tradición bimilenaria de la Iglesia Católica.
El Dr. Michael Fiedrowicz, en un artículo en Rorate Caeli en octubre de 2021 sobre Traditionis Custodes, llegaba a decir que éste era “una reminiscencia aterradora de 1984 de George Orwell”. Perlas de ese artículo, traducido en el portal Adelante la fe, decían que “ellos ni siquiera saben lo que les han quitado”, refiriéndose a los fieles y la Misa tradicional. El profesor Fiedrowicz afirma que “el artículo 1 de la Exhortación Apostólica en forma de Motu proprio Traditionis custodes sobre el uso de la Liturgia Romana antes de la reforma de 1970 dice: “Los libros litúrgicos promulgados por los Papas San Pablo VI y San Juan Pablo II en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II son la única expresión (l’unica espressione) de la lex orandi del Rito Romano». Para apreciar todas las implicaciones de esta disposición, es necesario saber que el término lex orandi -la ley o regla de la oración- forma parte de una fórmula más amplia acuñada en el siglo V. El monje galo Próspero de Aquitania, entre 435 y 442, formuló el principio: «para que la regla de la oración determine la regla de la fe” (ut legem credendi lex statuat supplicandi).
La liturgia en su conjunto – prosigue Fiedrowicz -, por tanto, contiene la fe católica en la medida en que da testimonio público de la fe de la Iglesia» (Encíclica Mediator Dei, 1947)”. El Papa Francisco, sin embargo, define en Traditionis Custodes, o más bien reduce, la liturgia del Rito Romano a lo que se expresa en los libros litúrgicos promulgados por Pablo VI y Juan Pablo II. Estos libros serían “la única expresión de la lex orandi del Rito Romano”. Si uno asume el significado original [es decir, el valor nominal] de la terminología utilizada aquí, entonces la lex credendi -lo que se debe creer- también tendría que tomarse de esos libros solamente. Pero, ¿es esto cierto? ¿Son realmente estos libros los únicos que bastan para poder leer la fe católica a partir de ellos? La carta papal que acompaña al motu proprio sugiere que todo lo esencial del rito romano anterior a la reforma litúrgica puede encontrarse también en el misal de Pablo VI: “Quienes deseen celebrar con devoción la forma litúrgica anterior no encontrarán gran dificultad en encontrar en el Misal Romano, reformado según el espíritu del Concilio Vaticano II, todos los elementos del Rito Romano, especialmente el Canon Romano, que es uno de los elementos más característicos (…). Hay que preguntarse si realmente “todos los elementos del Rito Romano” se encuentran en los nuevos libros litúrgicos. Esta pregunta sólo puede ser respondida afirmativamente por alguien que considera obsoleto mucho de lo que ha caracterizado al Rito Romano durante siglos y constituido su riqueza teológico-espiritual, como es evidentemente el caso del Papa Francisco. Pero esto incluiría todo lo que fue erradicado por las fuerzas impulsoras de la reforma litúrgica, ya sea para acomodar a los protestantes en un esfuerzo ecuménico equivocado o para satisfacer la supuesta mentalidad del hombre moderno”.
“Por otra parte – continúa Fiedrowicz-, no debemos olvidar las otras concomitancias que revelan un cambio profundo en la comprensión básica de la Santa Misa: se destruyeron los preciosos altares mayores, ocupando su lugar las mesas de comida; se quemaron o vendieron los valiosos paramentos; el canto gregoriano y la lengua sacra del latín fueron desterrados de la liturgia. El planteamiento de la reforma litúrgica recuerda en parte a la damnatio memoriae de la antigua Roma, el borrado de la memoria de los gobernantes que no gustaban. Se borraban los nombres de los arcos de triunfo y se fundían las monedas con sus imágenes. Ya nada debe recordarnos a ellos. Todos los cambios que tuvieron lugar en el curso de las reformas litúrgicas se asemejan inequívocamente a una damnatio memoriae, un borrado deliberado de la memoria de la liturgia católica tradicional. “Estas palabras del siglo IV – afirma Fiedrowicz – se aplicaron también, sin duda, a las generaciones nacidas después del Concilio: durante mucho tiempo ni siquiera sabían lo que se les había quitado, conociendo sólo la apariencia actual de la Iglesia”.
Para que esto sea así, hay que borrar todo recuerdo del pasado. No debe haber más comparaciones posibles. Asociar las palabras de Orwell con el reciente Concilio no resulta ilegítimo, ya que el Vaticano II fue ampliamente celebrado como una «revolución de la Iglesia desde arriba».
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Los artículos de esta mujer se pueden resumir en una sola frase.
Cualquier tiempo anterior ( al concilio vaticano II) siempre será mejor y ahora sois unos idiotus los que no se revelan o están agusto.
Nunca aporta nada salvo desprecio por el pos concilio.
También hay diferencias entre ka iglesia por conciliar y 1984. Por ejemplo nadie te obliga a permanecer en una iglesia católica que no es de tu agrado. Te puedes ir cuando quieres y en 1984 no puedes es escapar del sistema.
Vigia, te acabas de describir a ti mismo. Para ti Todo lo moderno es fantastico y lo anterior es malo. De hecho este es el dogma de los progres para subvertir la sociedad.
Tu mismo caes en los errores de que denuncia este artículo: la Iglesia no son las ocurrencias del obispo o Papa de turno, es algo mucho mas serio.
Por definicion se auto excluyen de la Iglesia catolica los que no profesan la Fe Catolica, aunque sean obispos o papas.
Ni todolo moderno es fantástico ni cualquier tiempo pasado fue mejor.
La iglesia tiene que libiar en cada época con unos retos propios de esa época y no vivir anclados en una época por pura nostalgia.
Ese es el error de los tradicionalistas … vivís en la nostalgia.
La Tradis no son nostalgicos. Eso es solo una caricatura para denostarlos.
La Misa Tradicional expresa mucho mejor el misterio eucarístico que el Novus Ordo. Esto es un hecho irrefutable.
Yo personalmente como tantos católicos que conservan la fe de sus abuelos, y de sus antepasados, me hayo en semejante encrucijada; fuera de la Iglesia Católica no hay salvación, Y Jesús nos pidió de estar unidos, por eso puso al papa.
Ahora tenemos a un papa que no quiere ser vicario de Cristo y que aniquila todo vestigio católico anterior al CVII.
Por eso los católicos sí estamos en la misma situación : La iglesia no es del papa de turno , la Iglesia es de Jesucristo, y parece que nos la han usurpado pero no la vamos a abandonar porque no podemos , si queremos ser salvos. Al menos hasta donde una común fiel sin estudos teológicos puede entender. Todo el que critique al crítico del CVII sin dar razones, a mi juicio es un necio, o un idiotus, como usted dice.
El concilio fue un golpe de estado modernista instigado por la masonería en contra de la iglesia inmemorial de 2000 años, por la cual, se dio el cambiazo de la liturgia que provenía de Cristo y los apóstoles, y fijada en el Concilio de Trento, con un engendro modernista trufado de herejes luteranos. Ni siquiera el concilio fue tan radical como lo que disfrutamos ahora. Fue el disparo de salida de la revolución de la nueva iglesia a imagen y semejanza de las filosofías que dieron pie a la Revolución Francesa. Ahora estamos ya en la fase de persecución, con Francisco la tiranía se ha impuesto contra cualquiera que ose defender la Tradición y el rito antiguo, que en el concilio se consideraba como perpetuo. Estos renegados del bando contra el cielo conjurado, han ido tan lejos que ya están persiguiendo a los neocones como tú, y te perseguirán Vigía, y es que Roma no paga a traidores.
Claro
Cómo va a ser ilegítimo; como que recuerda a la comparativa que hacía Hans Küng del Vaticano con el Kremlin soviético a finales de los 70… :-DDDD
Creo que era en su best-seller «¿Existe Dios?»
» … la realidad es que la Iglesia es hoy más dictatorial de lo que hemos visto quienes vivimos y probablemente, de lo que se ha visto en siglos.»
Definitivamente la autora de estas líneas necesita leer con atención y unos cuantos libros de historia sobre los Estados Pontificios, una monarquía absoluta, las guerras santas (y no santas), en «católico» llamadas Cruzadas contra herejías cristianas, la oposición papal y episcopal a la libertad religiosa salvo que fuera en beneficio de la Iglesia Católica, la represión de teólogos …
Si que ha habido Papas autoritarios, pero no presumian de sinodales.
El progresismo es pura hipocresia, cambia el lenguaje para hacerte creer una cosa, cuando en realidad es lo contrario.
Como decia Orwell: «todos somos iguales, pero unos mas iguales que otros», para justificar los privilegios de la casta.
Tú no te has leído ni gun libro sobre eso sino leyendas y topicazos actuales para subnormales
Quien debiera leer la historia de la Iglesia eres tú porque siempre dices patochada tras patochada.
Y no existen herejías cristianas porque las herejías son eso: herejías.
No existen otras iglesias cristianas porque la única y verdadera es la católica.
¿Te ha quedado claro, nick con letras?
Buen articulo !
Seguiremos fieles a la iglesia Catolica Apostolica y Romana .
Todo lo demas es una falsa iglesia.
Estos progres , liberales y modernistas deberian ser vongruentes y al menos honestos consigomismo e irse de la iglesia y formar la suya propia .
Realmente lo que se necesita es un cambio de papa , el de ahora no funciona .
Pues a mí que quiere que le diga la escena de la película 1984 en la que se procede a una quema de libros, me recuerda mucho a los gloriosos tiempos preconciliares del índice de libros prohibidos.
La Iglesia actual no quema libros, de la Iglesia actual puede largarse quien quiera.
Usted puede asistir a cuántas misas tridentinas le de la gana, sin embargo todos conocemos que si algún día llegarán a mandar algunos de sus amiguetes prohibirían inmediatamente la misa novus ordo.
«me recuerda mucho a los gloriosos tiempos preconciliares del índice de libros prohibidos»
No sé en qué: el Índice se limitaba a condenar ciertos libros por ser opuestos a la verdad, no a quemarlos.
«La Iglesia actual no quema libros»
Ni la no-actual tampoco. Eso lo ha debido de soñar usted. De hecho, es gracias a la Iglesia como conocemos libros de la antigüedad clásica, pues pese a ser paganos la Iglesia los conservaba y copiaba, no los quemaba. ¿Sabe quiénes sí lo hacían? Las ideologías ateas (como ocurrió en Berlín en los años 30 por parte de los socialistas nacionalistas, o en España en la misma época por parte de los socialistas a secas).
«si algún día llegarán a mandar algunos de sus amiguetes prohibirían inmediatamente la misa novus ordo»
¡Menuda pérdida! Un experimento creado hace apenas 5 décadas, que no ha dado el resultado esperado sino al contrario. La Iglesia ha sobrevivido perfectamente sin él durante casi dos milenios.
Ni leyendas negras, ni rosas, muchos códices de las culturas precolombinas fueron quemados. Y, por supuesto durante la contrarreforma todos los protestantes, incluso junto a los cadaveres desenterrados de sus autores o lectores que los guardaban.
Y sinceramente, reitero, traer a colación 1984 de Orwell para definir a la iglesia post conciliar, por parte de algunos, es hilarante.
«muchos códices de las culturas precolombinas fueron quemados»
Esos «muchos» códices no los quemó la Iglesia, sino un señor con nombre y apellidos, en un sitio concreto y una sola vez: fray Diego de Landa, en Yucatán, el 12 de julio de 1562, como parte del conjunto de 5.000 ídolos y objetos «sagrados» de esa maravillosa «cultura» que practicaba sacrificios humanos (costumbre que se ha perdido para siempre gracias a los malvados españoles y, por supuesto, a la malvada Iglesia; una lástima, sin duda). ¿Y sabe lo que ocurrió por ello? Que tanto la Corona, como el obispo del lugar, Mons. Francisco de Toral, pusieron el grito el el cielo, llamaron a Landa a la metrópoli, donde fue juzgado por ello, y estuvo diez años exiliado como castigo, escribiendo cuando volvió «Relación de las cosas del Yucatán», gracias a la cual se conoce precisamente la cultura maya (aunque ya no se haya vuelto a permitir que la «practiquen»).
«Y, por supuesto durante la contrarreforma…»
Se le ha olvidado a usted el predicado, incluyendo el verbo, del párrafo que comienza así. ¿Por supuesto los protestantes qué? No se referirá usted a que fueron «quemados» como los «muchos códices», ¿verdad? Qué me puede dar un ataque de risa. Ande, deje de leer libelos y de contárnoslos. El que quiera puede encontremos en el mismo sitio en que lo ha hecho usted, sin desviar este artículo, que trata de la Iglesia posconciliar. Lo que es hilarante es la burda forma en que usted hace una enmienda a la totalidad a la Iglesia en buena parte de sus deposiciones, si no en todas, cualquiera que sea el tema de las noticias y artículos.
Y no sólo eso, sino que se compiló el Popol Vuh transcrito en alfabeto latino (adaptado a la fonética del maya quiché, reintroduciendo la letra antisigma).
“Maravillosa cultura que practicaba sacrificios humanos”.
Mire en la Europa de aquellos tiempos había otras “Maravillosas culturas” que practicaban la quema de brujas o de disidentes religiosos, me da igual catolicos que protestantes, incluso los mesoamericanos eran más piadosos, te arrancaban el corazón, no te quemaban vivo.
Y gracias a la malvada ilustración estas “prácticas” fueron desapareciendo.
«…que practicaban la quema de brujas o de disidentes religiosos»
Se ha equivocado usted de web: Eso se lo tendrá que reprochar a los «disidentes religiosos», como los calvinistas, que son los que quemaban brujas. La Iglesia jamás ha quemado a nadie; ni bruja ni extreterrestre.
«gracias a la malvada ilustración estas ‘prácticas’ fueron desapareciendo»
Pues va a ser que no: la «ilustración» no acabó con esas prácticas de los herejes, y además sólo cambió el sujeto de tal práctica: los «ilustrados» masones del s. XX han mejorado a éstos quemando no sólo iglesias, conventos, archivos y bibliotecas, sino también a católicos. Que pregunten a los cristeros de Méjico o a los mártires españoles de los años 30, víctimas de rojos e «ilustrados».
El Índice no sólo se limitaba a condenar o restringir la lectura ciertos libros, sino que además, en muchos casos, explicaba el porqué, y con libros famosos incluso extensamente, y por ello era muy instructivo. Lo sé porque conservo un ejemplar que era de mi abuelo y lo he hojeado. Por ejemplo, El Conde de Montecristo estaba condenado por regodearse en la venganza. Y algunas partes del Antiguo Testamento no se indicaban «para todos los públicos»: por ejemplo, basta con leer la descripción de Israel de Ezequiel 16, comparándolo no ya con una prostituta (por otra parte muy común en los libros proféticos) sino con una mujer tan degenerada que es casi pornográfica, para entender el porqué. Por cierto, viene que ni de perlas para describir a la «Iglesia de la Misericordia™ y ecologética» actual, y por la Historia ya sabemos como acabó ese Israel.
Claro que tuvieron que suprimir el índice de libros prohibidos, para inocular la mentira a placer. Y la iglesia conciliar no necesita quemar los libros verdaderos como en 1984, ya está la censura real de los medios de manipulación masiva y gobiernos. No veías la librerías católicas pobladas de libros heréticos?
Pues eso, 1984 es más burda, la iglesia conciliar más sofisticada para subnormales, no harías este comentario si no te hubieran subnormal izado completamente. Este fue el logro de la democracia y del CV2 y la sinodalidad, que no hace falta un 1984, tienen la habilidad de su ormalizar al pueblo haciéndole creer que piensa por su mismo. 1984 se quedó muy corta con la situación actual
La iglesia actual no quema libros hace algo peor: abandona destierra y deja sin pastores a los que somos fiel a la iglesia católica apostólica y romana.
Y ojalá se corrigiera el novus ordo porque nada tiene que ver con la Constitución sobre la Divina Liturgia “Sacrosanctum Concilium”.
En ningún documento del CVII dice que había que destruir los altares mayores , y sacar de allí los sagrarios. Y además dice que la lengua utilizada debe ser el latín .
Que se pueda introducir en algunas partes la lengua vernácula es solo para algunas partes como las lecturas las homilias y algunos cantos y oraciones (a discreción del obispo de turno).
Así que ojalá se prohibiera lo que la gran mayoría de la iglesia celebra como ”novus ordo” , porque en nada se parece a lo que está escrito en los documentos del CVII.
Volvamos todos a la fe , y rechacemos una liturgia que no tiene como fin último la glorificación más cuidada, profunda y atenta de Dios.
Navarrico, hoy estás mas perdido que nunca. La abolición del índice por Pablo VI se hizo para que el pueblo cristiano se engolfase en las filosofías de la ilustración y de la masonería, es decir para que perdieran la fe y se pervirtiera. Y es que si lees veneno acabas por envenenarte y morirte. Pero es que además el leer lecturas contrarias a la Ley de Dios era un pecado grave, así habéis acabado en Navarra, que habéis pasado a rezar el rosario en familia todos los días al calor de la hoguera con madera de haya o roble a haceros ateos, odiar España y pegar tiros en la nuca a quienes considerábais vuestros enemigos que eran en general bellísimas personas. Enhorabuena, vais camino al infierno, pero no sin la ayuda de esta repugnante iglesia modernista nacida de la estafa conciliar. Goretsi Jainkoa
No me queda claro, una católica (ex) perpleja, si usted tiene problemas con el Concilio Vaticano II, con el espíritu del Concilio, o con los dos. me lo podría aclarar , por favor? gracias¡
La Iglesia es el mundo dónde el católico se desarrolla, por lo tanto sí tiene un símil con 1984 porque tampoco te puedes ir. Por otra parte, y a no ser que se inventen nuevas herejías, el católico tradicional ni es hereje ni es cismático y se queda porque no puede ir a ninguna otra parte. Por lo tanto está atrapado en una Iglesia que, aunque diga lo contrario que siempre dijo, sabe que es la que fundó Jesucristo. Lo único que nos sostiene a los católicos tradicionales es la virtud de la Esperanza porque creemos que la Iglesia es de Cristo y, por lo tanto, está en sus manos y lo que hagan con ella aquellos a quiénes les fue encomendada no nos compete a nosotros porque, al ser jerárquica, la responsabilidad no es la misma.
Recomiendo también y encarecidamente la lectura de Un mundo feliz, de Aldous Huxley, que más que distopía a mí siempre me pareció un programa político encubierto. Es en lo social, pura Agenda 2030. En lo demás, da igual, tal como se cuenta en el diálogo final con el Controlador Mustapha Mond.
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