El cardenal Müller critica el acto de penitencia presinodal y aclara que no existe un pecado contra la sinodalidad

Cardenal Müller en una de las sesiones del Sínodo El Cardenal Müller en una de las sesiones del Sínodo en octubre del 2023
|

El ex prefecto de Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Müller, ha publicado un artículo en Kath.net en donde vuelve a denunciar las estupideces de los sinodalistas.

El Vaticano ha sido escenario del inicio del sínodo sobre la sinodalidad, un evento que ha suscitado múltiples reacciones dentro y fuera de la Iglesia. En este contexto, el cardenal Gerhard Müller ha expresado duras críticas, apuntando a que la ceremonia penitencial de apertura del sínodo refleja influencias ajenas a las enseñanzas tradicionales del cristianismo.

Müller, que participará en el Sínodo por elección directa del Papa Francisco, señala que el catálogo de “pecados” presentados en el acto de penitencia se asemeja a una “lista de verificación de la ideología de género y del despertar”. Según el cardenal, estos conceptos han sido “disfrazados laboriosamente en términos cristianos” y añade que se está creando una lista de pecados «inventados» por el hombre, alejándose del verdadero sentido del pecado que implica una ruptura con Dios. En su opinión, el verdadero pecado radica en alejarse de Dios y convertir bienes creados en ídolos, lo que también incluye la explotación de los recursos naturales de la tierra.

El cardenal alemán critica abiertamente la relación de algunos representantes eclesiásticos con figuras adineradas, sugiriendo que estos vínculos pueden ser moralmente cuestionables. «El Papa y los obispos no deberían fotografiarse con oligarcas o filántropos multimillonarios», señala Müller, enfatizando que la Iglesia debería mantener una postura crítica frente a estas figuras y evitar cualquier apariencia de complicidad o complacencia.

En un tono más teológico, Müller defiende la enseñanza tradicional de la Iglesia y afirma que no existe un “pecado” contra la sinodalidad, ya que considera que este concepto ha sido malinterpretado y utilizado como arma para desacreditar a los conservadores de la Iglesia. Además, critica lo que él percibe como una tendencia hacia una forma de sinodalidad que busca «destruir la antropología cristiana», acusando a ciertos sectores de utilizar el sínodo como herramienta para promover una agenda progresista.

El cardenal también arremete contra la participación de laicos en el sínodo, sugiriendo que relativiza el oficio del obispo y amenaza la estructura jerárquica-sacramental de la Iglesia. En su opinión, esta postura contradice la Constitución jerárquica-sacramental de la Iglesia, establecida en Lumen Gentium.

Por último, Müller subraya que la verdadera renovación de la Iglesia no puede surgir de estos enfoques sinodales, sino del retorno a una fe audaz en Cristo, tal como lo proclamó el apóstol Pedro: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo” (Mt 16,16).** Para el cardenal, es fundamental que el Papa reafirme esta confesión de fe para evitar lo que considera un colapso institucional de la Iglesia en Occidente, evidenciado por la disminución de vocaciones, el cierre de seminarios y la pérdida masiva de fieles.

En este análisis, Müller expone su visión crítica de los movimientos actuales dentro de la Iglesia y de lo que considera un alejamiento peligroso de las enseñanzas tradicionales. Sus palabras plantean un desafío directo a las corrientes sinodales contemporáneas y abren el debate sobre el futuro de la Iglesia Católica en un contexto de profundas transformaciones internas.

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios
19 comentarios en “El cardenal Müller critica el acto de penitencia presinodal y aclara que no existe un pecado contra la sinodalidad
  1. Pues anda que el «pecado de la doctrina como piedra arrojada y no sé cuántas más patochadas…» Es que te tienes que indignar viendo a semejantes frescales repantigados en el avión rumbo a Roma, para definir más pecados con los que cargar al prójimo que les proporciona su tren de vida…

    1. La «Iglesia de Francisco», en vez de predicar doctrina católica, propone la ideología del NOM.
      Lo que deberían hacer (y no hacen) es combatir el pecado del secularismo, del modernismo, de la falta de proselitismo, de la imposición y adoctrinamiento del nuevo orden mundial, de la ideología de género, del aborto, de la invasión inmigratoria, de la persecución contra los cristianos, de la cancelación de los buenos sacerdotes, de la profanación de la liturgia, de la confusión doctrinal, etc.

      1. Y en vez de eso, llaman pecado a predicar la doctrina, con aquello de «arrojar la doctrina como piedras», cuando lo que hacemos los católicos fieles, es, secundando el mandato de Cristo, predicar la doctrina como semilla de conversión y santificación.
        En cambio son Francisco y su facción los que arrojan como piedras sus insultos, ataques, cancelaciones, etc., contra los de buena doctrina.
        En cuanto a lo de los «pecados ecológicos», es una falacia que alimenta el discurso medioambientalista sobre el falso cambio climático, para promover el gran reinicio de las élites globalistas.
        Hablar de «pecados contra los migrantes» es equívoco. Primero porque no son migrantes sino inmigrantes. Y segundo, porque los inmigrantes musulmanes son los que pecan al invadirnos, al delinquir, al ser un instrumento de destrucción de nuestra civilización cristiana, etc.

        1. Hablar de «pecados contra las mujeres» es un lenguaje feminista y discriminatorio, ya que toda violencia es mala, no sólo ni preferentemente la que se hace contra la mujer, sino también la que se hace contra el hombre. (Y además no hay que hablar de violencia de género, porque el ser humano no tiene género sino sexo).
          Lo de «pecado contra la sinodalidad o la escucha» es otro intento de retorcer las cosas, pues el católico no ha sido enviado por Cristo a escuchar sino a predicar, y no ha recibido el encargo de debatir, sino de obedecer la doctrina revelada, contenida en la Escritura y la Tradición, y definida por el Magisterio Pontificio de dos milenios, de modo que no hay que buscar el cambio y la innovación (como pretenden Francisco y su engañifa de sínodo), sino la preservación de la doctrina, porque «Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre» (Heb 13,8)

          1. Y como esto, podríamos seguir con los demás «nuevos pecados» de esa lista:
            Lo de «la paz», se olvida del mayor ataque contra ella que es el aborto.
            Lo de «las poblaciones indígenas», es en gran medida un discurso victimista que tergiversa la Historia.
            Lo del «abuso», es dar pábulo a la difamación contra la Iglesia.
            Lo de «la pobreza», no es nada nuevo, y la Iglesia siempre ha trabajado contra ella.
            Lo de «los jóvenes», una falacia, pues si se ha de considerar un daño, es contra el ser humano y no es cuestión de edades.
            O sea, que no aciertan ni una.

      1. Los más dulces, sin embargo, de cometer: porque al placer de lo prohibido se suma que no tienes que confesarte y además puntúas para el Cielo.
        ¡Todos a empecatarnos con pecados contra Bergoglio! ¡Peca mucho y cree más!

        1. Voy a empezar yo dando ejemplo a los hermanos:

          ¡Que te den, Sinodalidá,
          por delante y por detrá!

          [Bendígame, padre, porque acabo de pecar contra Bergoglio…]

  2. «Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres».

    (Jesús de Nazaret)

  3. Por supuesto que no existe un pecado contra la sinodalidad. Como no existe el pecado ecológico, el pecado contra la multiculturalidad, o el pecado proselitista o el pecado colectivo. Pero es que se trata de eso: se reemplazar los Mandamientos de Dios por los Mandamientos de la Agenda 2030. Y como cualquier otro credo, necesita de sus pecados, clérigos y anatemas.

  4. Lo que debería hacer el Cardenal Müller es no participar en ese Sínodo tan malo que él mismo denuncia. Criticarlo pero luego asistir es incoherente y en cierto modo es contribuir a la confusión.

    1. Tiene que hacerlo, es su deber y además si no asistiera no podríamos enterarnos de lo que allí se cuece contra los fieles de Cristo. Es buen obispo que mira por la grey de Cristo y si han de meterse en el infierno para salvarnos a nosotros, lo harán, como nosotros por ellos. Esto es tierra de paso y si no hay caridad, la de Cristo, no cualquier filantropía y estupidez, sino la de verdad, la que dice San Pablo, pues no somos nada .

  5. Segun Bergoglio hay un pecado contra la Creación, que el comete cada día y viene cometiendo desde años, apretandose asados sin tacha.
    Bergoglio el orondo mentiroso, no hace mas que hablar de ecología y la creación pero tiene la misma huella de carbono de un buey viejo.
    La panza de Bergoglio, aunque el diga que es de comer verduritas al vapor, le delata continuamente.
    Sus flatulencias, una forma amable de describir los cuescos de toda la vida, son temidas entre sus colaboradores, de tal modo que ya es conocido en el Vaticano el temor que tienen los que tienen que trabajar cerca de el sin poder evitarlo, por ciertas emanaciones que envuelven a Bergoglio precisamente en «olor de santidad» sino de otra cosa. Con la tripa que tiene la huella de metano debe de ser una esfera amplia y consistente.
    Si Bergoglio fuese sincero y compasivo debería ponerse un pañal especial para recoger esas emanaciones de metano con las que castiga a los que no pueden evitar su presencia.

    1. Lo siento, hermano, pero esto tuyo ha sido ya un pecado contra el Espíritu Porteño, cuya absolución se reserva al Alto Tribunal que conforman James Martin SJ y los monseñores Ricca y Zanchetta, en su sala presidida por el lema latino: «Qui hic intrat, non idem exit». Haberlo pensado antes…

      1. No lo pueden evitar. Si ponemos un detector de metano cerca de Bergoglio estaría pitando continuamente. Se tira unos cuescos que tiembla el misterio. Lo mejor es cuando en vez de a uno tiene a varios alrededor. A mi me han dicho que en una ocasión estaba Bergoglio en un grupo, y de repente soltó una carga de profundidad de las suyas esas ecologicas, y el que estaba hablando de repente la olió y se quedó callado durante unos instantes muy incomodos, con todos mirandose y pensando, ya lo ha vuelto a hacer.
        Bergoglio ha cambiado el concepto de Magnagement de EL ELEFANTE EN LA HABITACIÓN, y lo ha sustituido por el de la mierda del elefante en la habitación, porque sus colaboradores comparan sus descargas de gas a las de un paquidermo, que también es vegetariano. Nadie quiere ver la mierda del elefante, pero todo el mundo sabe que puede aparecer en cualquier momento, especialmente cuando su gasidad, hace un gesto como acomodandose en la silla y estira una pierna…

  6. Pocos son los que quieren oir hablar de las cosas que ahora urge dejar bien claras en la Iglesia, para que todos, incluida la paz y la creación, no acabemos sufriendo las consecuencias de parte del mismo Dios. Por ejemplo:

    – Que no todos somos hijos de Dios, sino que todos nacemos como meras criaturas apartadas de Él por el pecado original, y que sólo la Iglesia fundada por Jesucristo, «el Camino, la Verdad y la Vida», puede salvar al hombre, salvo casos particulares vinculados a la buena conciencia y no a otras religiones.

    – Que los cristianos no pueden tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, y que el matrimonio es entre un hombre y una mujer.

    – Que no se puede bendecir lo que para Dios es abominable, aunque se pretenda hacerlo de tapadillo y haciendo la vista gorda con quienes lo anuncian a bombo y platillo.

    – Que en la Iglesia no se entra para «empoderarse» clericalmente o reivindicarse, para colmo como pecador, sino para humillarse ante Dios y hacer su voluntad.

  7. Aunque los simples mortales no podemos saber todavía con exactitud cuales son esos pecados contra la sinodalidad, puesto que ni siquiera ha empezado la segunda parte del sínodo de la sinodalidad, creo que, por lo visto hasta ahora, podrían resumirse en dos:

    1º- Denunciar los graves abusos doctrinales, como los arriba citados, impulsados desde la sede petrina, y tolerados, cuando no secundados, por gran parte de los obispos y cardenales.

    2º- No dejarse sinodalizar por los padres y madres sinodales, representantes en su mayoría de los anteriores, y que, aunque dudo de que no cometieran el primer «pecado» por nada del mundo, está claro que no por nada del cielo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles