Sacerdote expulsado del Opus Dei se enfrenta a un juicio canónico por críticas al Papa

Fr. Jesusmary Missigbètò
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El padre Jesusmary Missigbètò, que ya ha aparecido en estas páginas por sus críticas al Papa, por las que fue expulsado del Opus Dei, informó ayer en Facebook que el Vaticano ha iniciado “un proceso canónico” para “expulsarlo” del sacerdocio.

“Confío en su oración para que Dios me ayude a vivir este tiempo de prueba canónica con paz y fuerza para continuar defendiendo la verdad de la enseñanza católica tradicional contra los errores morales y doctrinales que el Papa Francisco ha insertado en ella”, escribe Janvier Gbénou, más conocido por su pseudónimo Jesusmary Missigbètò, residente en Benín, en su cuenta de Facebook.

Informa el sacerdote africano disidente de que ha sido convocado a una reunión el 6 de marzo con el Vicario Regional del Opus Dei en Costa de Marfil, pero que le había sido imposible asistir. Dice haber recibido cinco amenazas de muerte y necesitar seguridad antes de viajar al extranjero. Además, necesita encontrar un abogado canónico que lo defienda.

El sacerdote incluyó en su mensaje un enlace a su citación del 26 de febrero de 2024 del padre Abdoulaye Sissoko, vicario regional del Opus Dei en Costa de Marfil, así como una carta del padre Fernando Ocáriz Braña, prelado del Opus Dei.

En su carta del 19 de febrero de 2024, Ocáriz expuso varias razones para abrir un proceso canónico contra Missigbètò: su falta de voluntad para reunirse con un psiquiatra o para solicitar la dispensa de sus deberes sacerdotales, persistir “en la conducta que llevó a su renuncia al cargo de sacerdote de la Prelatura [del Opus Dei]”, confundiendo a los fieles, y a través de su conducta quizás “promoviendo la aversión y la desobediencia a la Santa Sede”.

En respuesta a la convocatoria de Abdoulaye Sissoko, Missigbètò expresó en una carta del 5 de marzo su esperanza de que el proceso canónico se lleve a cabo de manera aún más justa que los procesos civiles “porque un proceso canónico no es cosa de hombres sino un reflejo de la justicia divina y, por tanto, No se puede apresurar”.

«Además, hay mucho en juego en este proceso, ya que durante nuestra reunión del 17 de enero en Benin, usted me dijo que podría terminar con mi destitución del estado clerical», continuó. “Las almas necesitan sacerdotes y la Iglesia carece de sacerdotes. Creo y espero que estén de acuerdo conmigo en que si los líderes de la Iglesia toman la decisión de prohibir a un sacerdote ejercer su ministerio de manera permanente, esa decisión conlleva una gran responsabilidad ante Dios y ante las almas y no puede tomarse a la ligera ni apresuradamente”.