Mons. Jesús Sanz sobre Fiducia supplicans: «Ha introducido mucha confusión, y una innecesaria y dañina perturbación en la comunidad cristiana»

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Monseñor Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo, es la voz del episcopado español que clama en el desierto contra Fiducia supplicans.

En su carta pastoral de esta semana, Sanz Montes ha vuelto a hacer referencia a la declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Fiducia supplicans, que permite la bendición de parejas irregulares y del mismo sexo.

Ante esta situación, el arzobispo franciscano reconoce que «andamos muy revueltos a guisa de algo tan bello y necesario como unas bendiciones, nos hemos enredado de una forma insospechada cuando no hacía falta para nada».

El arzobispo de Oviedo escribe en su misiva semanal que «hemos nacido para una bendición, para ser bendecidos y bendecir, sin maldición ninguna (Romanos 12,14)». Pero al mismo tiempo, recuerda que «ese bien-decir que pedimos a Dios no puede tener la secreta o patente intencionalidad de legitimar lo que Dios mismo no bendice».

Monseñor Jesús Sanz recuerda que «el propio papa Francisco lo ha subrayado en plena polémica: el Señor bendice a las personas, nunca los pecados». Es por ello, que el arzobispo subraya que «bendecimos solamente a las personas, no sus uniones, sus relaciones, sus derroteros, sus aventuras».

«La bendición nos regala la cercanía de Dios que ofrece su luz para ver las cosas como las contemplan sus ojos, nos acerca su gracia para convertir lo que se nos tuerce o pervierte. De esa bendición divina, todos somos mendigos», asegura Sanz Montes.

A raíz de toda esta polémica, el arzobispo de Oviedo lamenta que «hagamos de la bendición un derecho que Dios no nos otorga para intentar justificar lo que Él no aprueba forzándolo tramposamente».

Sanz Montes recuerda en su carta que la Santa Sede, «hace tan sólo dos años y con la anuencia del mismo papa, llegó a la conclusión serena y respetuosa de que no son objeto de bendición las parejas homosexuales o los divorciados vueltos a casar. Sí cada una de sus personas, no la resulta de sus uniones».

Para el arzobispo Jesús Sanz, «decir ahora lo contrario ha introducido mucha confusión, y una innecesaria y dañina perturbación en la comunidad cristiana. Quiera Dios y el testimonio de los santos pastores de la gran tradición cristiana, ser para nosotros ese puente sólido que nos permite vivir en paz en medio de las aguas turbulentas que desafían nuestra confianza».