Aparecen escritos de Víctor Fernández ‘en línea’ de su Pasión Mística y Sensual

Víctor Manuel Fernández Víctor Manuel Fernández
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Ya amaina el escándalo en torno a La Pasión Mística y Sensual, la obra ‘de juventud’ (38 años) y ahora se recuperan escritos del prefecto para la Doctrina de la Fe que revelan una misma línea ‘teológica’.

Tres son los libros, posteriores a 1998, que se han desempolvado recientemente, obra de Víctor Manuel Fernández, que parecen confirmar la misma línea de pensamiento que el expresado -gráficamente- en La Pasión Mística y Sensual y su obsesión por el placer carnal como medio de encuentro místico.

Lo ha publicado La Nuova Bussola, que revela que Fernández siguió hablando de orgasmos y órganos genitales en ensayos teológicos incluso después de 1998. En 2004, de hecho, el actual prefecto retomó en Para Liberarte de la Ansiedad y de la Impaciencia, publicado por la editorial San Paolo, el mismo concepto.

En la página 13 leemos: “Cuando todo nuestro ser se unifica en una sola dirección, entonces llegamos al verdadero encuentro, a la fusión, a la unión perfecta, aunque sea por unos minutos. No se trata necesariamente de quietud física, porque esta experiencia puede ocurrir incluso en medio de la excitación de una actividad muy intensa. Esto sucede, por ejemplo, en el orgasmo entre dos personas que se aman”.

El orgasmo místico aparece también en otro ensayo, Teología espiritual encarnada: profundidad espiritual en acción, también de 2004, donde el ahora prefecto nos hace saber que «esos momentos de placer compartido, con todo su potencial de comunicación, de entrega, de expresión amorosa, pueden ser preparados y luego agradecidos en momentos de oración compartida. No deben ser separados de la relación con Dios como si fueran simplemente un «pecado permitido». El misterio de la Encarnación, que hace del matrimonio un sacramento, signo eficaz de la gracia que se consuma en la unión genital, muestra hasta qué punto Dios, al hacerse hombre, entró también en carne humana, convirtiendo la corporalidad en mediación de la gracia. Por eso, cuando la unión de los cuerpos ha sido una verdadera expresión de amor, debe celebrarse en la oración».

En un párrafo titulado «Parar», Fernández nos invita a seguir el ejemplo de Jesús que supo detenerse delante de cada ser humano con toda su atención y brinda a los lectores algunos consejos prácticos, como el de prestar «la máxima atención a un órgano a la vez». «No se trata de “pensar” en ese órgano, imaginarlo o visualizarlo. Más precisamente, se trata de «sentirlo», de percibirlo con sensibilidad. Es experimentar las sensaciones de cada órgano con calma, sin juzgar si esas sensaciones son buenas o malas, pero intentando que ese órgano se relaje y descanse.»

El último de estos títulos es ¿Por qué no termino de sanarme?, en 2002. En un párrafo titulado «Cuando la sensualidad me nubla», el actual guardián de la ortodoxia católica argumenta que «un cuerpo puede dejar huella si lleva la ropa adecuada, ropa que despierte la sensualidad acentuando formas interesantes, según el cuerpo». Así, «la sensualidad de los hombros y brazos bronceados se acentúa al usar una camiseta». Y de nuevo: «El cuello desnudo queda más sensual poniéndole una cadena». El teólogo argentino continuó: «Si a esto le sumamos una cierta dosis de imaginación por parte del espectador, y en un momento de insatisfacción, cuando necesita excitarse o disfrutar de algo, entonces un cuerpo puede aparecer como algo impresionante, maravilloso, básico».