Para James Martin, las relaciones homosexuales son “parte integral del significado de la iglesia como Pueblo de Dios»

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El autodesignado ‘apostol de los LGTBI’, el jesuita americano James Martin, ha ganado en audacia tras la publicación de Fiducia supplicans, y en su último artículo se ha unido a un destacado jesuita y miembro del Sínodo sobre la Sinodalidad para afirmar que “no podemos negar la realidad de las relaciones entre personas del mismo sexo como parte integral del significado de la iglesia como Pueblo de Dios».

“Tanto las personas heterosexuales como las homosexuales encarnan la verdad de su dignidad como ‘imago Dei’ en su sexualidad”, afirman Martin y el padre Agbonkhianmeghe Orobator, SJ, en un artículo publicado en el sitio web de activistas LGBT de Martin, Outreach.

Los dos jesuitas argumentaron que la “avalancha de reacciones, tanto positivas como negativas”, a la propuesta de Fiducia Supplicans de “bendiciones” para personas del mismo sexo “da crédito a la prioridad y urgencia de centrarse en la cuestión particular de la identidad y la sexualidad”, informa LifeSiteNews.

Los autores citan la imagen utilizada sobre la Iglesia en la literatura del Sínodo – “una tienda ampliada que da la bienvenida a todos a la comunidad” – diciendo que “cualquier actitud de rechazo y agresión socava la naturaleza de la iglesia como familia de Dios”.

Esta condena de “rechazo” la aplicaron a la Iglesia haciendo un llamado a la inclusión de la ideología y el estilo de vida LGBT.

La enseñanza de la iglesia es clara: todas las personas, sin importar su sexualidad, son amadas por igual por Dios. Una iglesia sinodal escucha sus alegrías y esperanzas, sus dolores y sus angustias, a partes iguales. La escucha es un factor de reconocimiento de la dignidad de todas las mujeres y hombres, tanto heterosexuales como homosexuales.

Esta “escucha” es “la antítesis de la condena y el rechazo por la orientación sexual de una persona”, prosiguieron los sacerdotes, evitando mencionar las enseñanzas de la Iglesia sobre la atracción hacia personas del mismo sexo.

La Iglesia enseña que la inclinación homosexual es un “desorden objetivo” y “una inclinación sexual desordenada que es esencialmente autoindulgente”.