¿Es la destitución del obispo Strickland un caso de venganza doctrinal?

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(Joshua Mercer en Catholic Voice)-Desde que el Vaticano y la Conferencia Episcopal estadounidenses anunciaron oficialmente la destitución del obispo Joseph Strickland de su cargo al frente de la diócesis de Tyler, TX, los católicos de EE.UU. han estado tratando de dar sentido a esta medida extrema. 

Ni el Vaticano ni una declaración oficial del cardenal Daniel DiNardo han dado justificación alguna.

Las visitas apostólicas de obispos (como la que el Vaticano ordenó recientemente en Tyler) y las destituciones de obispos no son frecuentes en la Iglesia. Sin embargo, no son inauditos, y se han vuelto más comunes, desde que el papa Francisco aprobó el Motu Proprio Vos Estis Lux Mundi,  para agilizar las evaluaciones y castigos de los obispos que han manejado mal los casos de abuso sexual en sus diócesis.

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Cuatro obispos estadounidenses han dimitido o han sido inhabilitados para el ministerio desde la publicación de Vos Estis: el obispo Richard Frank Stika de Knoxville, TN; el obispo Michael Hoeppner de Crookston, MN; el obispo Michael Joseph Bransfield de Wheeling-Charleston, WV; y Richard Joseph Malone de Buffalo, NY. El papa Francisco también destituyó en 2018 al obispo Martin Holley de Memphis, TN después de una investigación dirigida por el Vaticano sobre acusaciones de mala gestión administrativa y financiera. 

Varios otros obispos estadounidenses han sido investigados y absueltos o todavía están bajo investigación según Vos Estis.

En todos estos otros casos, el Vaticano explicó claramente sus visitas apostólicas y destituciones. El caso del obispo Strickland, en cambio, es una anomalía. La visita apostólica ordenada por el Vaticano a la diócesis de Strickland en junio fue secreta y sigue sin explicarse, y el anuncio de su destitución tampoco estuvo acompañado de ninguna explicación.

A diferencia de otros obispos estadounidenses, Strickland ha criticado abiertamente lo que considera un abandono de la doctrina católica tradicional por parte de Francisco. Los críticos de Strickland señalan no solo sus recientes cartas pastorales, sino su franqueza en las redes sociales. 

Ha declarado en X (antes Twitter): «Creo que el papa Francisco es el papa, pero es hora de que diga que rechazo su programa de socavar el depósito de la fe». En YouTube, Strickland rebatió el entusiasmo del papa por el Sínodo sobre la Sinodalidad, diciendo que, «en lo que a mí respecta, toda esta sinodalidad es basura. Simplemente no es vivir la verdad».

Sin embargo, tanto los críticos de Strickland como sus partidarios han coincidido en que la razón final de su destitución no está nada clara.

Al misterio se añade el hecho de que las críticas de otros prelados al magisterio de Francisco -y algunos casos de franca desobediencia- no se han encontrado con nada parecido a la dureza de las acciones del Vaticano contra Strickland. Me vienen a la mente ejemplos obvios, como los obispos progresistas de Alemania, que han desafiado abierta y repetidamente al papa para llevar adelante sus programas de ordenación de mujeres y pro-LGBT.

El padre Gerald Murray, experto abogado canónico y comentarista del programa «The World Over» de EWTN, ha dicho a CatholicVote que «no sabemos por qué el papa Francisco ha destituido al obispo Strickland, porque no ha dado ninguna razón para su acción. Esa omisión lleva a especulaciones en cuanto a la(s) razón(es), que luego son tomadas por algunos como hechos».

Murray explicó que «la destitución es ordinariamente una medida penal», aunque puede hacerse en caso de impedimento físico o psicológico. La Santa Sede no ha publicado un decreto para la destitución de Strickland, algo que exige el derecho canónico, a menos que el papa se eximiera de ese requisito, en cuyo caso esa exención debería hacerse mediante un decreto. Ese decreto debe ser publicado.

«La destitución de un obispo sin especificar si cometió un delito canónico o si se le encontró impedimento atenta contra la justicia y la caridad básicas», argumentó Murray. «Se le priva del cargo sin, al parecer, el beneficio del debido proceso, incluida una apelación, y se pone en duda su buen nombre».

El comentarista católico Kevin Wells ha escrito en un artículo de opinión en Crisis Magazine [traducido y publicado por InfoVaticana, n.d.t.] que la destitución de Strickland ha sido su «castigo» por suplicar a sus compañeros obispos estadounidenses en una reunión de 2018 en Baltimore que actuaran con más audacia contra la crisis de abusos sexuales y sus raíces en la homosexualidad y la permisividad sexual. 

«Varios cardenales y obispos de alto rango presentes en la gran sala de banquetes habían guardado silencio sobre McCarrick durante años», señala Wells: «Y muchos de esos mismos hombres acababan de ser informados por el obispo de una pequeña y desconocida ciudad que, al invitar al padre James Martin a su diócesis, estaban abriendo la puerta al escándalo. Muchos de los obispos presentes en la sala ese día ya habían invitado cordialmente al padre Martin, ayudándole a convertirse en uno de los sacerdotes más conocidos del mundo».

El trato dado por Francisco a otros obispos, en algunos casos mucho más controvertidos, contrasta fuertemente con el tratamiento rápido y decisivo que ha recibido Strickland.

Consideremos el caso del obispo argentino Gustavo Oscar Zanchetta, estrecho colaborador de Francisco.

En 2013, Francisco nombró a Zanchetta, que entonces tenía 49 años, obispo de Orán (Argentina). En 2017 le nombró asesor de la institución financiera central del Vaticano, después de que el obispo renunciara a su diócesis por supuestos motivos de salud, en medio de acusaciones generalizadas de mala gestión financiera y abusos sexuales. 

Francisco se mostró combativo en respuesta al considerable escrutinio al que se enfrentó por lo que los críticos calificaron de trato indulgente hacia Zanchetta.

«Había habido una acusación y, antes de pedirle que dimitiera, le hice venir aquí inmediatamente con la persona que le acusaba», dijo Francisco en 2019. «Al final, se defendió diciendo que le habían pirateado el móvil». Francisco sugirió que era una práctica ordinaria y apropiada no sacar conclusiones precipitadas y darle a Zanchetta el beneficio de la duda.

En cuanto a las acusaciones financieras contra Zanchetta, Francisco dijo que el asunto «no estaba del todo claro» y «no había sido probado».

Cuando el clero presentó quejas formales a la nunciatura, Francisco dijo: «Llamé a la nunciatura, y el nuncio me dijo: ‘Mire, el tema de la denuncia de abusos es serio….'». Francisco llamó a Zanchetta y le «pidió» que renunciara a su presunta mala conducta antes de enviarlo a España para un examen psiquiátrico.

Francisco criticó duramente las informaciones según las cuales su respuesta a las denuncias contra Zanchetta fue tortuosa y carente de urgencia. 

«Algunos medios han dicho: ‘El papa le ha enviado de vacaciones a España’. Pero él estaba allí para hacer un examen psiquiátrico», dijo Francisco. A pesar de sus defectos, Zanchetta tenía «habilidades» como gestor y consultor, por los quecreía que merecía la pena mantenerlo a su lado, argumentó el papa. «Algunos lo han interpretado aquí en Italia como un ‘aparcamiento'», dijo Francisco sobre el controvertido refugio del prelado cerca del papa. «Era desordenado, pero la visión era buena». 

Zanchetta no fue destituido hasta 2019 tras un largo proceso canónico. También fue condenado a cuatro años y medio de cárcel por abusar sexualmente de seminaristas.

En un artículo publicado en junio tras la visita apostólica a Strickland, la Catholic News Agency hacía referencia a otras visitas y destituciones que tuvieron lugar primero en Paraguay y después en Puerto Rico. 

En la diócesis de Ciudad del Este, Paraguay, Francisco destituyó al obispo Rogelio Livieres Plano el 25 de septiembre de 2014.

Ordenado sacerdote del Opus Dei en 1978, mons. Livieres dirigía la diócesis de Ciudad del Este desde 2004. Poco después de su nombramiento, el argentino Livieres comenzó a promover las vocaciones sacerdotales y abrió su propio seminario, separado del seminario interdiocesano de Paraguay. En una década, ordenó a más de 60 sacerdotes.

Los problemas de Livieres comenzaron cuando el resto del episcopado paraguayo se quejó de que su seminario rompía la «colegialidad» del episcopado. 

En 2012, el arzobispo Pastor Cuquejo acusó a Livieres de aceptar en su diócesis a un sacerdote argentino, el padre Carlos Urrutigoity, y nombrarlo vicario general a pesar del historial de acusaciones de abusos sexuales del sacerdote contra menores en la diócesis de Scranton, NJ.

El padre Urrutigoity había sido suspendido por el entonces obispo de Scranton, James Timlin.

La acusación se produjo cuatro años después de que Livieres reconociera su «imprudencia» y despidiera al sacerdote en 2008, varios años antes de la visita apostólica.

Entre las razones que adujo Livieres para fundar su propio seminario se encontraba lo que describió como una «cultura homosexual» omnipresente en la Iglesia católica paraguaya. En una notable declaración durante una rueda de prensa, acusó a su acusador, el arzobispo Cuquejo, de ser él mismo un homosexual practicante.

Como en el caso de Strickland, el Vaticano pidió a Livieres que dimitiera, y este se negó. Livieres fue destituido y sustituido tras la visita apostólica, que tuvo lugar en julio de 2014.

El Vaticano emitió un comunicado (ahora retirado de la web oficial del Vaticano) en el que explicaba que la destitución de Livieres «fue una decisión difícil por parte de la Santa Sede, tomada por serias razones pastorales y por el mayor bien de la unidad de la Iglesia en Ciudad del Este». 

El comunicado del Vaticano añadía: «El Santo Padre, en el ejercicio de su ministerio de ‘fundamento perpetuo y visible de la unidad tanto de los obispos como de la multitud de los fieles’, pidió al clero y a todo el Pueblo de Dios de Ciudad del Este que acepten la decisión de la Santa Sede con espíritu de obediencia y docilidad y sin prejuicios, guiados por la fe».

Livieres respondió al anuncio con una carta dirigida al entonces prefecto de la Congregación de Obispos, el cardenal Marc Ouellet, en la que afirmaba que se había negado a firmar una carta de dimisión «por propia iniciativa, queriendo así dar testimonio hasta el final de la verdad y de la libertad espiritual que debe tener un Pastor».

En su carta, Livieres decía que siempre había estado «en comunión con todos los papas y seguiré estándolo siempre. Incluso cuando me tocó estar de acuerdo con la decisión de mi destitución como obispo. Y ello a pesar de que, personalmente y a juicio de mi conciencia, considero esta decisión procesalmente injusta, infundada en cuanto al fondo del asunto, arbitraria y atentatoria contra la legítima autoridad que Dios ha dado a los obispos como sucesores de los Apóstoles».

Livieres murió de insuficiencia hepática en su Argentina natal el 14 de agosto de 2015, a los 69 años.

El otro caso de destitución inexplicable por parte del Vaticano es mucho más reciente: el papa Francisco destituyó al obispo Daniel Fernández Torres de la diócesis de Arecibo el 9 de marzo de 2021. El obispo tenía 57 años en ese momento. 

El obispo, nacido en Chicago, también era conocido por enviar a sus numerosas vocaciones sacerdotales a la facultad de Teología de la Universidad de Navarra, España, dirigida por el Opus Dei, en lugar de al seminario interdiocesano de Puerto Rico.

 

Apoyó el derecho de los católicos a la objeción de conciencia a las vacunas obligatorias contra el COVID-19 en una declaración publicada el 17 de agosto de 2021. Luego se negó a firmar una declaración conjunta emitida el 24 de agosto por los obispos puertorriqueños, que decía en parte que «existe el deber de vacunarse y que no vemos cómo se puede invocar una objeción de conciencia desde la moral católica». 

Fernández Torres se opuso abiertamente a la ideología de género, que calificó de «persecución religiosa» contra los cristianos y de violación de los derechos de los padres.

Tras la visita del cardenal de Chicago Blase Cupich, que nunca le fue presentada como una visita apostólica, la destitución de Fernández Torres fue anunciada por el Vaticano sin explicación alguna. 

En una carta abierta dirigida al «Pueblo de Dios» en Arecibo, Fernández afirmó que «cuando reciban la noticia de mi sustitución como obispo al frente de la diócesis de Arecibo, quiero que sepan que no me corresponde explicarles una decisión que yo mismo no puedo explicar, aunque la acepto con la paciencia de Cristo por el bien de la Iglesia».

«Lamento profundamente que en la Iglesia donde tanto se predica la misericordia, en la práctica algunos carezcan de un mínimo sentido de justicia», añadió el obispo puertorriqueño, explicando que «no se ha hecho ningún proceso contra mí, ni se me ha acusado formalmente de nada y simplemente un día el delegado apostólico me comunicó verbalmente que Roma me pedía la dimisión».

«Ahora se está sustituyendo a un sucesor de los apóstoles sin ni siquiera llevar a cabo lo que sería un debido proceso canónico para destituir a un párroco», escribió.

Fernández también reveló que «se me informó que no había cometido ningún delito pero que supuestamente ‘no había sido obediente al Papa ni había estado en suficiente comunión con mis hermanos obispos de Puerto Rico’. Se me sugirió que si renunciaba a la diócesis quedaría al servicio de la Iglesia, por si en algún momento se me necesitaba en algún otro cargo; ofrecimiento que de hecho prueba mi inocencia».

«Sin embargo», dijo, «no dimití porque no quería convertirme en cómplice de una acción totalmente injusta y que aún ahora me resisto a pensar que pueda suceder en nuestra Iglesia.»

Haciéndose eco de Fernández, Strickland declaró a LifeSiteNews tras su destitución: «Mantengo todas las cosas que se enumeraron como quejas contra mí». En particular, señaló que «sé que no implementé Traditiones Custodes (la restricción de la misa tradicional en latín de 2021 del papa) porque no puedo matar de hambre a parte de mi rebaño». 

Un grupo católico invitó a los partidarios de Strickland a asistir a una procesión del rosario el sábado 18 de noviembre frente a la cancillería de la diócesis de Tyler. 

En una publicación en las redes sociales en respuesta al evento previsto, Strickland escribió: «Rezo para que este esfuerzo sea de oración, respetuoso y centrado en Jesús. Él es el único apoyo que necesito y siento el profundo abrazo de su Sagrado Corazón. Aprecio la vigorosa fe que inspira esto, pero por favor, recuerden que yo no soy nada, Jesús lo es todo».

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
17 comentarios en “¿Es la destitución del obispo Strickland un caso de venganza doctrinal?
  1. En la política actual del Vaticano, contraria a la de su secular historia centrada en Cristo, los obispos pueden ir contra la Verdad revelada pero nunca contra las opiniones del Papa sea en temas sanitarios, ideológicos, medioambientales, etcétera. A los obispos, que antaño tenían una responsabilidad personal ante Dios, se le ha relegado simples componentes de un colectivo amorfo o a unos funcionarios del monarca absoluto.

    1. Padre: todos sabemos que esta medida fue tomada por el Santo Padre como resultado de una visita apostólica. Usted sabe que cuando un clérigo es sometido a una investigación y después se le sanciona, nunca se da a conocer la o las causas de la misma; mire que a veces hay gente que aparenta una cosa y resulta con lo contrario.
      Usted lo sabe, pero aprovecha la historia de monseñor Strickland para seguir en su ataque inmisericorde contra Su Santidad el Papa Francisco. Que tenga feliz domingo padre.

      1. Pero sigue usted sin pedir perdón por llamar «mentiroso» a Francisco. Es más falso que un triciclo de una rueda. Quien necesita una visita es usted: a un exorcista, farsante.

          1. ¿Qué insulto? ¿Tal vez «triciclo»? ¿Y qué calumnia? ¿Que usted ha llamado mentiroso a Francisco? Demuéstrelo: Francisco dice que la FSSPX es católica y usted dice que es mentira. ¿Francisco es un mentiroso? ¿O lo es usted?

            Con las paridas que escribe siempre, no parece ser el más adecuado para hablar de la inteligencia ajena. Si usted fuera inteligente no estaría aquí perdiendo el tiempo, sino que acudiría urgentemente a que le realizaran un exorcismo, farsante.

          2. Nunca hablé de esa fraternidad y nunca llamé mentiroso a Su Santidad, deja tú de ser mentiroso. Y deja de estarme insultando.

          3. «Nunca hablé de esa fraternidad»

            EMBUSTERO. La última vez que lo hizo, y no ha sido la única, fue en esta noticia:

            «La ‘amenaza’ del arzobispo Ulloa a la FSSPX: ‘Cuando se mueran, yo quiero ver donde los van a enterrar'»

            Su comentario tiene esta fecha, para que cualquiera pueda comprobarlo: 5 octubre, 2023 a las 2:17 pm.

            Tiene usted una oportunidad de oro para retractarse: ¿Quién es un mentiroso? ¿Ese arzobispo, con quien usted dice estar de acuerdo, o Francisco?

            Como ve, se coge antes de un mentiroso que a un cojo. Mejor haría en dejar de trollear para atacar a los católicos y someterse a un exorcismo, farsante,

  2. Francisco es un autoidólatra y quema incienso a sí mismo. Expulsa a los que se niegan a dar culto a bergaglio. Cómo mínimo, son confesores de la fe. Algunos que murieron por su culpa, mártires.

  3. No entro a juzgar si Francisco es vengativo, pues desconozco sus intenciones, pero los hechos son evidentes, y está demostrado que Francisco persigue despiadadamente a los de recta doctrina. (Como ha ocurrido con el cese de buenos obispos como Stryckland, Dominique Rey, el de Puerto Rico, etc., y con sacerdotes como el padre Pavone o el padre Altmann, y muchos otros).
    Francisco actúa como un totalitario imponiendo su errática ideología.

  4. Bergoglio es un déspota y lo demuestra. Un déspota contra todo lo que resuene a «católico», a «Tradición» a la «VERDAD revelada», al «amor a Dios sobre TODAS las cosas»… Es la evidencia de lo que vemos en sus actuaciones…

    1. El odiómetro de Francis I siempre fue llamativa mente alto, hoy como la inflación Argentina, perdió todo límite. Patético final anunciado.

  5. A mi parecer, un papa no NO ES UN MONARCA ABSOLUTO NI TIENE AUTORIDAD PARA DESTITUIR A UN OBISPO DE UNA DIÓCESIS SIN QUE HAYA UN DELITO CANÓNICO Y SE HAYA PROCEDIDO SEGÚN EL DERECHO CANONICO. Las razones dadas en el caso de Monseñor Fernández son ridículas dado que ya el Concilio de Trento invitó a los obispos a formar sus seminarios. El Obispo puede enviar a sus seminaristas a una reconocida Facultad de Teología como a de la Universidad de Navarra, que enseña doctrina segura y publica excelentes manuales de teología.
    Todos los casos mencionados en el artículo no se más que despotismo de parte de Bergoglio y escandalosos. El Obispo de Roma es Sucesor de San Pedro, ¿Acaso San Pedro procedió con despotism? Al contrario, fue corregido públicamente por San Pablo.

  6. El odiómetro de Francis I siempre fue llamativa mente alto, hoy como la inflación Argentina, perdió todo límite. Patético final anunciado.

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