El obispo Strickland se convierte en víctima de la Iglesia que ama

Joseph E. Strickland, obispo de Tyler (EE.UU) Joseph E. Strickland, obispo de Tyler (EE.UU)
|

(Kevin Wells en Crisis Magazine)-Recuerdo la tarde en que murió mi infancia. Hacía frío, era justo antes de Navidad; las luces estaban colgadas en los escaparates de las tiendas.

Al otro lado del aparcamiento, oía el tintineo de una campaña del Ejército de Salvación frente al K-Mart. Sonó un teléfono público y cogí el auricular. Después, las luces de alrededor empezaron a apagarse.

Mi padre solía llevar a nuestra familia numerosa a la pizzería Pappy’s, donde los martes por la noche ofrecían pizza dos por uno. Pappy’s tenía un piano que tocaba solo y un gran ventanal contra el que los niños apretaban la cara para admirar a los pizzeros.

<

A treinta pasos de Pappy’s estaba Foos Fun, un pequeño salón recreativo con una docena de máquinas de pinball y una mesa de hockey de mesa. Era tradición que mis hermanos y yo pasáramos unos minutos en este salón mientras llegaban las pizzas.

Entre los dos establecimientos había un teléfono público. Extrañamente, esa noche de diciembre, estaba sonando. Como niño curioso de ocho años, debí de pensar: «¿Por qué va a sonar un teléfono público?». Cogí el auricular.

Me quedé solo en el frío cuando la voz de un hombre en la otra línea me violó verbalmente, sin que yo supiera lo que eso significaba. Utilizó palabras, términos y descripciones que yo no entendía, pero que se apresuró a enseñarme durante los siguientes minutos. La voz empezó nuestra conversación unidireccional diciéndome que me estaba mirando y que era un chico guapísimo.

Las pizzas estaban en la mesa, pero yo seguía al teléfono. Uno de mis hermanos salió para decirme que las pizzas estaban listas. Me obligué a colgar el teléfono dócilmente. A resguardo del frío, no le conté a nadie lo sucedido y me senté en la cabina de madera de Pappy como un niño en un cementerio a medianoche. Nada volvió a ser lo mismo.

Muchos años después, cuando en el verano de 2018 se conoció la mayor crisis de la jerarquía eclesiástica en la historia católica estadounidense -la depravación de Theodore McCarrick, los encubrimientos detallados en el informe del gran jurado de Pensilvania, un diluvio de informes sobre una inmensa cultura del clero católico homosexual y de depredación en serie en seminarios de Chile, Honduras y Argentina-, sentí la parte del niño que una vez fui en el teléfono público. Esa voz volvió a hablar. Todo se volvió borroso, y nada volvería a ser lo mismo. Nunca volvería a ver a la Iglesia católica de la misma manera.

Crecí en una familia numerosa a la que se enseñó a practicar, amar y permanecer cerca de los sacramentos y de la fe. Nuestros padres guiaban a mis hermanos en el rosario y nos llevaban al sacramento de la reconciliación cada mes. Nos instruía una fiel orden de monjas en la parroquia de San Pío X de Bowie, Maryland, y los sacerdotes comían con nosotros El amor a Dios, a Cristo en la Eucaristía y a su Iglesia formaba parte del aire que yo respiraba.    

A medida que el velo del pecado secreto del clero se levantó, y una marea roja aparentemente interminable de revelaciones, encubrimientos y desorden se vertió en las conciencias de los laicos católicos ese verano de 2018, la mayoría de los líderes de la Iglesia permanecieron, sorprendentemente, en silencio. 

A diferencia de esa noche invernal que marcó la pérdida de la inocencia, esta vez me paré frente al teléfono público con millones de otros laicos católicos con la conciencia dañada, que agarraron el auricular a mi lado, escuchando.

Pero la línea solo crepitaba.

Muchos sabían de la inmoral carnalidad de McCarrick. Muchos, muchos lo sabían. 

A medida que los meses sofocantes se alejaban y mis emociones del verano de la vergüenza se calmaban, se me ocurrió que los meses de otoño ofrecían la oportunidad perfecta para que los obispos arrepentidos admitieran su vergüenza, la renuncia a su ser pastores paternos y el remordimiento por su falta de valentía y transparencia. Imaginé entonces que un arrepentimiento genuino de sus fracasos habría cosechado misericordia.

Parecía bastante sencillo: los laicos católicos buscaban un gesto de humildad reflexiva. Recuerdo haber pensado en lo que habría podido hacer para iniciar la labor de reparación un anuncio de página entera de arrepentimiento comprado por los obispos y dirigido a sus desesperados laicos en el National Catholic Register (tanto si sabían como si no que McCarrick se acostaba con seminaristas, etc.). Tal vez en el anuncio, los obispos podrían haberse comprometido colectivamente a dedicar el resto de 2018 y todo 2019 a actos penitenciales y a una hora santa diaria, en la que implorarían la misericordia de Dios por la vergüenza y la avalancha de escándalos que habían permitido en la Iglesia.

Sin embargo, nunca sucedió.

Entonces, una mañana en Baltimore, el 13 de noviembre de 2018 -146 días después de que el Washington Post publicara la historia de la depravación de McCarrick-, un obispo desconocido de una pequeña diócesis se levantó de su silla bajo un cielo cargado de nubes. Joseph Strickland, un hombre delgado y de voz suave de una diócesis mayoritariamente protestante, compartió algunas preguntas que le habían hecho miembros de su rebaño de Tyler, Texas. Habló durante cuatro minutos y dieciséis segundos, comenzando sus comentarios con humildad y amabilidad, como el adolescente que habla por primera vez a los padres de la chica a la que le gustaría pedir una cita. Luego, suavemente, abrió su corazón.

«Todo este asunto McCarrick», dijo, encogiéndose de hombros de una manera que revelaba incomodidad. «¿Cómo pudo suceder si realmente creemos que lo que estaba sucediendo estaba mal? Y creo que esa es una cuestión central que está en el aire. Hemos oído algo sobre toda la cuestión de la homosexualidad… Forma parte de nuestro depósito de fe que creemos que la actividad homosexual es inmoral».

«La cuestión con la situación de McCarrick es: ¿cómo fue ascendido, cómo sucedió todo eso si realmente todos estamos de acuerdo en que [el acto de la homosexualidad] es malo y pecaminoso? Parece que hay preguntas al respecto, y creo que tenemos que afrontarlas directamente. ¿Creemos en la doctrina de la Iglesia o no? Hay un sacerdote [el padre James Martin] que viaja por ahí diciendo, básicamente, que no cree en ella, y parece estar muy bien promocionado en varios lugares.»

«Hermanos, creo que parte de la corrección fraterna… es preguntar: ‘¿Puede [la tolerancia por los actos homosexuales] estar presente en nuestra diócesis, que el matrimonio entre personas del mismo sexo está bien y que la Iglesia algún día llegará a entenderlo? Esto no es lo que enseñamos».

Cuando volvió a sentarse, nada volvió a ser igual. 

¿Por qué? Porque varios cardenales y obispos de alto rango presentes en la gran sala de banquetes habían guardado silencio sobre McCarrick durante años. Y muchos de esos mismos hombres acababan de ser informados por el obispo de una pequeña y desconocida ciudad que, al invitar al padre James Martin a su diócesis, estaban abriendo la puerta al escándalo. Muchos de los obispos presentes en la sala ese día ya habían invitado cordialmente al padre Martin, ayudándole a convertirse en uno de los sacerdotes más conocidos del mundo.

Tardó algún tiempo, pero el obispo Stickland recibió su castigo. Hace unos días, un sábado, el papa Francisco lo destituyó como obispo de Tyler después de que se negara a dimitir de su cargo. Su destitución se produce después de haber sido objeto de una investigación vaticana en junio. El Vaticano no ha divulgado lo que había provocado la investigación, o su destitución.

El teléfono público volvió a sonar ese sábado por la mañana. Sonó para millones de laicos católicos prudentes en todo el mundo. ¿Lo cogiste?

Si lo hiciste, cuelga ahora. Es Satanás al otro lado de la línea.

Antes de mediodía de ese sábado me llegaron siete u ocho docenas de mensajes de texto, correos electrónicos y enlaces a podcasts y artículos sobre la destitución del obispo Strickland. El teléfono público sonó todo el día y toda la noche. Pero a diferencia del inocente niño de ocho años que solía ser, no cogí el auricular. Sabía que Satanás estaba detrás de cada clic. Por fin estoy aprendiendo a domar mi celo irlandés, por fin empiezo a entender las cosas tal como son, y parte de ello es mi creciente sensación de que Satanás parece haberse convertido en un leviatán en constante expansión.  

Habrás oído decir que la Iglesia está sufriendo una crucifixión. No es así. Las estelas de humo de las velas apagadas en el Cenáculo siguen flotando en el aire. Apenas hemos empezado a caminar hacia Getsemaní. No hemos sudado sangre. No hemos sido azotados, ni hemos llevado espinas, ni hemos cargado con nuestra parte de la cruz. No hemos sentido las espigas clavarse en nuestras muñecas o en los huesos pequeños de nuestros pies.

La Iglesia no estará bien durante mucho, mucho tiempo. Los fieles católicos -aquellos que adoran el rostro eucarístico de Cristo, mortifican su cuerpo y sus sentidos, caen de rodillas al amanecer, permanecen fielmente devotos de Nuestra Señora y sirven a los pobres como si fueran Jesús el Pobre de Nazaret- sienten ahora la niebla venenosa que cubre la Tierra. Pero el efecto total de este gas de cloro similar al de la Primera Guerra Mundial está todavía a muchas montañas y valles ocultos de distancia. Sin embargo, la crucifixión se acerca.    

No muerdas el anzuelo de Satanás ahora. Cuelga el auricular. 

El obispo Strickland te ruega que lo cuelgues. No se atrevería a decirlo, pero le gustaría que consideraras imitar el camino que él ha tomado en estos últimos seis años cuando ha visto el rostro de su Madre ser golpeado repetidamente por sus hijos. Cuando ha visto a la Santa Madre Iglesia tirada por el suelo y saqueada por sus propios parientes, simplemente ha caído de rodillas frente al sagrario y ha aumentado su tiempo frente a la custodia. Ha mortificado su cuerpo y ha empezado a comer con más moderación. Ha jurado interiormente a Nuestra Señora que haría todo lo posible por convertirse en su pequeño cáliz derramado por Tyler, y que incluso estaría dispuesto a sufrir y perder la vida para sostener a su Hijo por el mundo.

Se ha dicho que hoy tenemos la Iglesia que nos merecemos. Esto puede interpretarse en el sentido de que somos culpables de la corrupción, el escándalo y la herejía que proliferan en la Iglesia actual, lo que puede parecer una excusa para los verdaderos villanos de esta historia. No creo que sea el caso, pero sin embargo creo que es cierto que en muchos aspectos tenemos la Iglesia que nos merecemos.

¿Hemos sufrido la mayoría de nosotros para ayudar a salvar a la Iglesia del modo en que lo hace el obispo Strickland? ¿No compartimos todos -o al menos la mayoría de nosotros- una parte de culpa por el oscuro estado en el que se halla nuestra Iglesia? Yo sé que sí. ¿Por qué? No me creo santo, aunque sé que es lo que el Señor me exige. Solo como ejemplo, cuando el sábado os despertasteis con esta noticia, ¿cuántos pensasteis en empezar a rezar un rosario por el estado mental del obispo Strickland antes de correr a compartir el primer tuit ingenioso o ver ese primer podcast que condenaba al papa? ¿Habéis reclamado vuestro derecho a responder a ese ridículo hilo del diletante teológico de centro-izquierda? ¿Maldijisteis interiormente a ese demagogo ideológico que odia a Strickland?

Esto no quiere decir que no debamos denunciar las injusticias en nuestra Iglesia o que no debamos pedir cuentas a los jerarcas corruptos. Pero nuestra primera y principal respuesta debe comenzar siempre en el interior, volviéndonos al Señor en oración y sacrificio.

Si somos sinceros, muchos de nosotros sabemos que compartimos una parte -pequeña o grande- en que el obispo Strickland haya sido destituido. No rezamos ni nos sacrificamos por la Iglesia sufriente del modo en que él lo ha hecho en los años que siguieron al verano de la vergüenza. Sabiéndose obligado a convertirse en víctima por la Iglesia, comenzó a intensificar lo que sabía que le permitiría ser santo y profético.

La gente dirá con razón que el obispo Strickland ha hablado con franqueza sobre la paga del pecado y de lo que condujo a este invierno en la Iglesia. Aunque sus detractores todavía no paran de hablar de sus codos afilados y su voz franca, el obispo Strickland sabía que lo que decía no importaba tanto. Solo importaba su holocausto aceptado de toda la carga de su identidad. Sabía que sus oraciones intensificadas, ayunos, rosarios y mortificaciones actuarían para sostenerle mientras proclamaba el horno de la Verdad que tantos odian oír. Sabía que su devoción a las sagradas reliquias de los santos actuaría de forma similar a Aarón y Hur cuando sostuvieron los brazos de Moisés en medio de la guerra.

Quizá dentro de 100 años, el nombre de Strickland lleve adjunto «destituido como obispo de Tyler, Texas, por fallos administrativos».

Pero yo sé que es un buen hombre, tan bueno como cualquiera de los que hay por ahí: un obispo que vivía en una sencilla casa de adobe de una sola planta y que pasaba allí incontables horas frente a una pequeña custodia. Hacía cosas pequeñas que a los tejanos que le querían les parecían grandes. Sostuvo en alto una gran custodia en las intersecciones más concurridas de Tyler en los momentos más duros de la epidemia por COVID. Se unía semanalmente para dirigir el rosario en un grupo de mujeres. En realidad, hacía aquello para lo que se había nombrado, como un shérif de pueblo dispuesto a entrar al trote en un pueblo tejando invadido por forajidos, incluso cuando nadie más quiere hacerlo.

El obispo Strickland ahora no tiene casa. Felizmente, sin embargo, sabe que lo que parece «perder» en este mundo es en realidad la forma que tiene el Señor de «ganar». Los que se comprometen en la necesaria e implacable labor de cargar con la cruz de Cristo son los que están más cerca del rostro agonizante del Ecce Homo. El hogar del obispo Strickland son ahora, de un modo real, los lugares desamparados en los paisajes de los misterios dolorosos del rosario. Sin embargo, es en esas estaciones de corazón roto donde crecerá su poder y su fuerza. ¿Por qué? Porque está acurrucado muy cerca del cuerpo roto de Cristo, que tampoco tenía dónde reclinar la cabeza. En estos lugares secos y manchados de sangre, consolará a su Rey acosado con muchas oraciones por su Iglesia menguante, mediante sus sacrificios y su amor derramado. Estos cinco lugares serán su hogar durante el resto de sus días.

Tal vez la próxima vez que quieras lanzar una bomba verbal al papa, pienses en la casa del obispo Strickland y dejes el auricular del teléfono público colgado. Satanás te está incitando -y me está incitando a mí- a hacer algo sin sentido, algo que podría un día -si no se maneja adecuadamente- condenar tu alma y la mía al infierno. El maligno ya ha ganado a muchos de nosotros en estos días culturalmente horribles; nos ha dividido; ha partido nuestros corazones en dos. 

Si amamos al obispo Strickland, es justo considerar lo que dijo al redactor jefe de LifeSiteNews, John-Henry Westen, tras su destitución el sábado. «Recen por el papa Francisco».

Por último, el obispo Strickland podría recordarte hoy que su martirio fue solo uno de los muchos que vendrán. El invierno acaba de comenzar. El tiempo está maduro ahora para una cosa: fijar firmemente nuestra mirada solo en Cristo, y tomarnos más en serio nuestra vida de oración, aumentar nuestros ayunos, y presentarnos repetidamente a Nuestra Señora con pequeños actos de amor y de encuentro con su Hijo en el Rosario. Ahora debemos crecer en valentía, hasta sentirnos cómodos proclamando a Cristo y la plenitud de la Verdad en la plaza pública, en el trabajo y en los banquillos de los partidos de nuestros hijos y nietos. Solo así tendremos la oportunidad de hacer retroceder lo que parece ser una Iglesia católica que se derrumba.

Estas fueron las actividades del obispo Strickland en Texas. Este hombre era solo un obispo que quería ser bueno para su pueblo en Tyler, así que cumplió con su mandato de pastor y murió por ellos. Así ha sido siempre. Él era solo otro en una larga línea que decidió morir como un alter Christi. 

¿No queremos todos morir como héroes, como él?

 

Publicar por Kevin Wells en Crisis Magazine

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios
48 comentarios en “El obispo Strickland se convierte en víctima de la Iglesia que ama
  1. Gracias por escribir este artículo.
    Es increíble lo que sacerdotes youtubers van diciendo y tergiversando por su minuto de gloria en las redes y atraer más adeptos a sus canales.
    Dios bendiga a monseñor Strickland y le proteja del maligno, y a nosotros, para poder seguir su camino.

    1. El obispo Stryckland, igual que los demás sacerdotes fieles, estamos siendo víctimas de la «Iglesia de Francisco», pues el Papa y sus adeptos cancelan a los que no nos acomodamos a su ideología errática.
      Pero como dijo el cardenal Muller «nosotros no somos sacerdotes del Papa sino de Cristo», y nuestra fidelidad ha de ser para el Señor, no para Francisco.

      1. Incluirse a sí mismo entre los sacerdotes fieles… es, cuanto menos, poco ejemplar. Ni una vez he oído ni leído al obispo Strickland hacer algo así. En fin, padre, que un poco más de humildad quizá no le vendría mal. Quizá tenga que ver con esto la pomposidad y crudeza de muchos de sus comentarios. Piense sobre ello, si lo cree conveniente.

  2. El obispo Strickland es un gran ejemplo para todos aquellos que amamos y procuramos obedecer la enseñanza de Jesucristo en Su Iglesia católica. Frecuentemos los santos Sacramentos y esforcémonos en practicar la caridad cristiana que surge de la adoración eucarística, esa que el mismo Jesucristo nos obsequia constantemente. Mansos y astutos como espada afilada que separa lo malo de lo bueno. Hermoso artículo, vivencia personal de un católico, un hombre de bien.

    1. Creo que no es fácil llegar hasta el Papa para señalarle sus posibles errores, especialmente sí somos laicos ignotos de la Santa Madre Iglesia. Un obispo tiene más posibilidades, pero tampoco lo veo muy sencillo. Creo que criticar al Papa en forma publica, trae consecuencias. Lo mejor es orar por el Papa y pedir a Dios que nos ilumine para ir preparándose para el momento en que Dios le conceda la gracia y la oportunidad de señalarle al Papa las cosas en las que se equivocan. Para todas las cosas hay que tener capacidad de espera, prudencia y astucia. Rezo por monseñor Strickland

  3. «¿cuántos pensasteis en empezar a rezar un rosario por el estado mental del obispo Strickland antes de correr a compartir el primer tuit ingenioso o ver ese primer podcast que condenaba al papa? ¿Habéis reclamado vuestro derecho a responder a ese ridículo hilo del diletante teológico de centro-izquierda? ¿Maldijisteis interiormente a ese demagogo ideológico que odia a Strickland?

    Esto no quiere decir que no debamos denunciar las injusticias en nuestra Iglesia o que no debamos pedir cuentas a los jerarcas corruptos. *Pero nuestra primera y principal respuesta debe comenzar siempre en el interior, volviéndonos al Señor en oración y sacrificio.*»

    La última frase es la mejor de todas. Todo lo demás no sirve para nada en este momento.

    1. KIKORRO eres el infraser más vomitivo, abyecto, vil, repugnante, repelente, repulsivo, nauseabundo y pestilente que pueda haber en el mundo. A parte de tonto, estupido, lerdo, mamarracho, majadero, desnortado, infeliz, analfabeto, iletrado y muchas otras más lindezas que aahora no se me ocurren

      1. Una aclaración: no soy ni Kiko ni Zorro, o una fusión de ambos. Soy únicamente «Agios» (o al revés «Soiga» que lo he usado una par de veces hace tiempo.) No hay más. Saludos.

        1. Para más inri,mentiroso.E intentando aparentar una humildad de la que careces,cómo cierto vomitivo personaje de Cuento de Navidad,de Charles Dickens.

        1. De cristianas no tienen nada. Pero en fin, Infovaticana está llena de estos hermanos agresivos o malhablados, que insultan. Que el Señor no les tenga en cuenta ese pecado.

  4. ¿Rezar por el estado mental de Strickland? A ver, bobo: no hay que rezar por el estado mental de una persona que demuestra mucha más cordura de la que demuestras tú o, en estos momentos, jerarcas como su Santidad.

    En cuanto a lo de denunciar a jerarcas corruptos… ¡Es lo que siempre se hace en medios como este (Deo gratias)!, como también resistir y combatir contra cínicos ignorantes como tú.

    Y aún así, rezamos por tu conversión, por la de su Santidad, por los sacerdotes fieles, por los que no lo son, etc… Que mucha falta os hace, por cierto. Empezando por cogeros un buen Catecismo (pero bueno, no cualquiera de chichinabo), y formándoos en el conocimiento de la Santa Fe de Cristo.

    Así que nada… ¡A espabilar!

    1. Al referirse el texto al estado mental de Strickland se refiere a su estado de ánimo tras el injusto relevo. Creo que no lo ha entendido usted bien. Relea el artículo traducido y lo verá.
      Y en cuanto a Agios, estoy de acuerdo con él en que lo primero es la conversión interior, la oración y el sacrificio, pero eso no impide que haya que hacer también todo lo demás, empezando por proclamar la verdad, denunciar el error y llamar a la fidelidad a la doctrina de la Iglesia.

    2. Quien tenga fuerzas,que no es mi caso,que rece por la salud mental del usurpador que aparramplana sus posaderas en la Silla de Pedro,y que no se cansa de hacer maldades desde Ella.
      Con determinados entes,tengo presente la indicacion del Señor al Profeta:»Jeremías….,i no reces por ellos !»

  5. Yo creo que lo que ha querido decir no es rezar por el estado mental del Obispo, lo que ha querido decir es que recemos para que conserve la Virtud de la Fortaleza que, dada la situación es absolutamente necesaria en su caso.

  6. Gracias por este gran artículo. Dios bendiga y proteja a Su Iglesia y al obispo Strickland, y guíe a su jerarquía por caminos de verdad y santidad.

    1. El artículo es pura basura y demagogia barata, el autor es un manipulador que busca pintar al Mons Strickland como un hombre impecable, crear imagen artificial y sin ninguna objetividad. Un asco de artículo realmente. A parte de eso se nota que los comentaristas favoritos en esta página la han convertido en un estercolero, abundan los insultos, las descalificaciones, hay que estar contra el Papa y contra la iglesia, si te sales de ese molde enfermizo te llenan de insultos e improperios; lo dicho, caridad cristiana cero. En fin si infovaticana no censura a es@s cafres, esta página seguirá siendo una mierda.

      1. El léxico de este troll anticatólico es de lo más florido: «basura, asco, estercolero, cafres, mierda…». ¿Qué se podía esperar de un tipo como éste, cuya boca es como un pozo negro, y que llama «rata» y «marica» a un sacerdote, «puta» a otra comentarista, «perros y perras rígidas» o «bola de fariseos hipócritas» al resto de lectores y comentaristas, y «mentiroso» a Francisco (por haber dicho algo cierto que a él no le gustaba)? Ya lo dijo el Señor: «De la abundancia del corazón habla la lengua» (Lc 6,45).

  7. Este artículo es realmente conmovedor. Ha tocado mi corazón. Doy gracias al Señor por dirigirse a nosotros a través de este instrumento, Infovaticana. Totalmente de acuerdo con la propuesta de oración y penitencia. Por el obispo Strickland y por toda la iglesia.

    1. «Pero nuestra primera y principal respuesta debe comenzar siempre en el interior, volviéndonos al Señor en oración y sacrificio.»

      Sí, esta es la clave y lo mejor que podemos hacer. En vez de estar constantemente atacando al Papa, rezar por el Papa, por Strickland y por toda la Iglesia. Así nos vamos santificando, en la santa oración, con pura intención, no deseando el mal a nadie y desde un corazón libre de rencores, odios y deseos de venganza. Que no se contamine la oración con palabras y sentimientos mundanos. Deseemos todo el bien para todos, en Cristo Jesús. Este es el Evangelio del Señor. El amor debe reinar en nuestros corazones. El juicio ontológico divino perfectamente ordenado y justo pertenece al Dios Altísimo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo, por medio de su Hijo Jesucristo, en la unidad del Espíritu Santo.

      1. ¿A usted le parece normal escribir «El juicio ontológico divino perfectamente ordenado y justo» (8 palabras) para decir «juicio particular» (2 palabras)? ¿Cómo no van a huir los fieles de ese cursi lenguaje alambicado y soporífero?

        Y que, en medio de su insufrible perorata, nos plante lo de «Este es el Evangelio del Señor», es para comer cerillas. Lo que usted suele escribir se parece a lo dicho por el Señor como un huevo a una castaña, tanto en la forma como en el fondo.

  8. Mons. Strickland no es «víctima de la Iglesia», ni es «víctima» de nada en absoluto. Y tampoco sería bueno que se hiciera la víctima. Lo mejor: seguir el ejemplo del Padre Pio, abrazar la cruz, obedecer y aceptar lo que a cada uno nos ha tocado. Porque no estamos llamados a rebelarnos, a iniciar una revolución o a crear una especie de anarquía eclesial. Hay que mantener el orden, las formas, la oración, la penitencia, la humildad, el sacrificio, la caridad, la unidad. Recemos por Strickland y por Francisco, por James Martín y por Santiago Cantera, por todos. Recemos en beneficio de todos, porque el amor de Dios viene a nosotros si rezamos con amor y desde el amor. El Señor bendiga a todos y cada uno y nos ayude a convertirnos más y mejor a su caridad infinita a la luz del Evangelio eterno. Amén!

    1. No sé si es usted un ingenuo o un farsante: claro que hay que rezar por todos, pero el objeto de la oración no tiene por qué ser siempre el mismo. Por los justos se reza para que perseveren en la fe y por los pecadores para que se conviertan. Y esto vale tanto para fuera como para dentro de la Iglesia. Dar a entender, como usted pretende, que tanto vale lo que dice y hace James Martin como lo que dice y hace Santiago Cantera, por ejemplo, es o una supina estupidez o un ejercicio de demagogia barata.

      1. «tanto vale lo que dice y hace James Martin como lo que dice y hace Santiago Cantera».

        Son tus palabras. Así has entendido con tu mentalidad que yo supuestamente he pretendido dar a entender. No soy responsable de lo que entiendes o como interpretas mis palabras. Dios te bendiga.

      2. «No sé si es usted un ingenuo o un farsante»

        ¿Ingenuo éste? Es inculto, pero más largo… No da puntada sin hilo (aunque, como no sabe coser, al final le quede un churro y se le descosa todo). Así que, la segunda opción.

    2. TOTAL Y ABSOLUTAMENTE DE ACUERDO CON USTED, EN TODO. …ESTAMOS LLAMADOS A «SER»
      SIGNO DE UNIDAD Y DE AMOR…LA MAYORÍA DE COMENTARIOS CARECEN DE OBJETIVIDAD Y CONOCIMIENTO, SOLO MANIFIESTAN ODIO Y RESENTIMIENTO. …OREMOS POR ESTOS ENEMIGOS DE LA IGLESIA Y DEL PAPA FRANCISCO. …SOMOS CATÓLICOS UNIDOS A PEDRO, Y HOY PEDRO SE LLAMA FRANCISCO. …QUE PENA QUE OBISPOS Y SACERDOTES SE EXPRESEN MAL DE LA IGLESIA Y DEL PAPA, ESO NO ES DE DIOS, ES DEL DEMONIO….

      1. ¿»Estamos llamados a ser signos de unión»? ¿Quiénes? Porque, los católicos no estamos llamados a ser signos de unión en el error. En cuanto a su lapidaria frase que alude a «los enemigos de la Iglesia y del Papa Francisco», sólo recordarle que eso es un oxímoron. Los enemigos de la Iglesia no son enemigos de Francisco, sino que están encantados con él, como demuestra su deposición. Y en cuanto a su disparate de que «Pedro es Francisco», se estará refiriendo a Pedro Picapiedra, porque al apóstol San Pedro, no. Además, los católicos no tenemos las creencias extrañas que usted confiesa: ningún católico cree que los papás sean reencarnaciones de San Pedro, sino sólo sus sucesores en su puesto de subalternos de la Cabeza de la Iglesia, que es Cristo. Para hablar de «carencia de conocimientos» de otros, usted no es que sea precisamente un pozo de sabiduría en lo que se refiere a la fe católica. Menos letra de palo y más estudiar.

        1. Donde dice «unión, léase «unidad», que es la palabra que usted ha empleado.

          Donde dice: «que los papás sean reencarnaciones de San Pedro»,

          Debe decir: «que los Papas sean reencarnaciones de San Pedro».

    1. NO CABE NINGUNA DUDA QUE ESTE OBISPO ESTÁ POSEÍDO POR EL DEMONIO (EL DIABLO EXISTE ). TODO ES CRITICA Y CONDENA A PAPA FRANCISCO . SI TANTO AMA A LA IGLESIA DEL SEÑOR LO MEJOR SERIA QUÉ GUARDARÁ SILENCIO , CON MUCHA HUMILDAD Y CARIDAD HUMANA Y CRISTIANA. A TODOS LOS QUE SUELTAN LA LEGUA CRITICANDO Y CONDENANDO, QUE DIOS LOS PERDONE, PORQUE SI SABEN LO QUE HACEN…

      1. Leyéndole, quien parece estar poseído por el demonio, es usted. Y deje de usar letra de palo, que no estamos cegatos. Parece un escolar enfurruñado.

      2. No vayamos tampoco a ese extremo. Strickland no está poseído. No es perfecto, como nadie es perfecto. Que haya cometido errores y algunas veces haya abusado de su palabra incluso en redes, atacando publicamente al Papa, a Clinton y a otras personas en términos polémicos y muy cuestionables, pues habrá sido por eso (y tal vez otras cuestiones) que fue investigado y cesado. Pero no hay indicios de que esté poseído. El Papa tampoco es perfecto, y lo ha dicho alguna vez y pide que recemos por él. Los errores, más que los errores, la posibles injusticias o pecados del Papa los pagará el Papa cuando le toque presentarse delante del Juez de toda la tierra. En cuanto a nosotros, por nuestra parte lo mejor es rezar por el bien de todos: unos para que se conviertan, o se conviertan más perfectamente, otros para que sean honestos en la verdad, otros para que recapaciten, otros para que reconozcan sus errores, otros para que aprendan a amar, etc. Y todos necesitamos mejorar en algo.

        1. «Que haya cometido errores…»

          ¿Cuál? Lo de tirar la piedra y esconder la mano queda muy feo.

          «…y algunas veces haya abusado de su palabra incluso en redes, atacando publicamente al Papa, a Clinton…»

          Lo primero, no mienta: decir la verdad no es atacar a nadie. Ataques son, por ejemplo, los insultos gratuitos que Francisco les dedica habitualmente a los católicos coherentes, y especialmente a los sacerdotes. Y lo segundo, a ver si se recicla, que Clinton (el inventor del muro en la frontera mejicana), hace mucho que pasó la historia. Y de Biden «El Católico», todo lo que diga de él es poco; en especial contra su política furibundamente abortista, lo cual constituye una obra de caridad, no un ataque.

          «todos necesitamos mejorar en algo»

          No se incluya en el plural: usted necesita mejorar en todo, comenzando por convertirse a la fe católica, y siguiendo por encontrar otro entretenimiento para dejar de trollear.

  9. Agios: Eres responsable de lo que dices y lo que dices es que no existen las injusticias. Es decir que lo que le ha pasado al Obispo Strickland se conjuga con verbos impersonales, como llover, tronar o nevar y no con verbos de autor. El responsable directo de lo que le ha pasado al Obispo Strickland es el Papa Francisco y de eso saca las consecuencias que quieras.

    1. Y de ti tampoco, porque si abrigas tanto odio en tu corazón tú no eres sacerdote del corazón de Cristo, a lo mejor eres sacerdote activista de vox, que se ve que te encanta la política partidista y no el ejercicio de tu ministerio.

      1. Es usted muy soberbio, aparte de mentiroso: usted no puede ver lo que hay en el corazón de nadie. Así que, deje de ponerse en el lugar de Dios. En vez de tanto marcaje a Sacerdote mariano, lo que debería hacer usted es someterse a un exorcismo, farsante.

  10. Pues no es la Iglesia de Cristo
    si, más que Madre, es madrastra…
    Si mutila,mata y castra,
    con un horror nunca visto.
    La que,ramera,se vende,
    al mejor postor:El mundo.
    La que sirve al inframundo,
    y al fuego que allí se enciende.
    La que mata a sus Pastores,
    como Judá a sus Profetas.
    La que no alienta más metas
    que el medro de los traidores.
    La que miente, y tergiversa
    cuanto Dios Ha revelado.
    La que propicia el pecado,
    y no la vida conversa.
    La que a Cristo Dios esconde
    con sibilinas palabras.
    La que prefiere a las cabras,
    y a la oveja no responde.
    La que ,sin Fé ni Esperanza,
    busca tan sólo prebendas;
    y conserva sus haciendas,
    para que crezca su panza.
    La que de nada es testigo,
    puesto que nada le importa.
    i La vida es tan breve y corta,
    que todo le importa un higo!
    «Predicar…,tal vez morir,
    por Alguien que no creemos?
    Preferimos lo que vemos:
    Gozar…;beber…;i y dormir !»…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles