Francisco vuelve a proponer en Mongolia la “armonía” de las religiones

Papa Francisco en Mongolia (Vatican Media)
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Armonía entre los fieles de las distintas religiones, cuidado de la casa común: las obsesiones de Francisco vuelven en su primera alocución en Mongolia, durante su viaje apostólico.

El Papa alabó la sabiduría de los mongoles, “sedimentada en generaciones de ganaderos y agricultores prudentes, siempre atentos a no romper los delicados equilibrios del ecosistema”, añadiendo que tienen mucho que enseñar “a quien hoy no quiere cerrarse en la búsqueda de un miope interés particular, sino que desea entregar a la posteridad una tierra todavía acogedora y fecunda”.

“Lo que para nosotros cristianos es la creación, es decir, el fruto de un benévolo designio de Dios, ustedes nos ayudan a reconocer y a promover con delicadeza y atención, contrastando los efectos de la devastación humana con una cultura del cuidado y de la previsión, que se refleja en políticas de ecología responsable”, insistió.

El Papa tomó como ejemplo y símbolo el ger, la tradicional vivienda portátil típica de los mongoles, de la que dijo que es un espacio habitacional que hoy podría definirse como “inteligente y verde, en cuanto versátil, multifuncional y con un impacto cero sobre el ambiente”. También subrayó la visión totalizadora de la tradición chamánica mongola y el respeto por todo ser viviente proveniente de la filosofía budista que “representa una contribución válida al compromiso urgente e impostergable por la tutela del planeta Tierra”.

El ger también obliga a contemplar continuamente el cielo, lo que “significa permanecer en una actitud de dócil apertura a las enseñanzas religiosas”, sosteniendo que “es hermoso que Mongolia sea un símbolo de libertad religiosa”.

Y de ahí pasa el Papa a hablar de cómo este entorno ha generado en el pueblo mongol líderes que demostraron una “excepcional capacidad” de integrar voces y experiencias diversas, incluso desde un punto de vista religioso. El más conocido de esos líderes, con diferencia, Genghis Khan, fue responsable de la matanza de un diez por ciento de la población mundial de su época, un dato que no apareció en el discurso del Pontífice.

Entrando en su tema de la ‘hermandad de religiones’, Francisco siguió diciendo que “una actitud respetuosa y conciliadora se reservaba también a las múltiples tradiciones sagradas, como atestiguan los distintos lugares de culto –entre ellos uno cristiano– tutelados en la antigua capital Karakórum. Por ello, para ustedes fue casi natural llegar a la libertad de pensamiento y de religión, sancionada en vuestra actual Constitución; que ha superado la ideología sin derramamiento de sangre, la ideología atea que se creía obligada a extirpar el sentimiento religioso, considerándolo un freno al desarrollo. Hoy se reconoce en ese valor esencial de la armonía y de la sinergia entre fieles de credos distintos, que –cada una desde su punto de vista– contribuyen al progreso moral y espiritual”.