Mons. Demetrio Fernández sobre los jóvenes cristianos: «No necesitan ni porros, ni preservativos, ni alcohol para vivir una alegría inolvidable»

Demetrio Fernández, obispo de Córdoba Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba
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El obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, ha dedicado su carta pastoral de esta semana a hablar de la JMJ que se celebrará en los próximos días en Lisboa.

Demetrio Fernández escribe que «las Jornadas Mundiales de la Juventud han ido configurando una Iglesia joven, misionera, que llega a los jóvenes de todo el mundo y supone un impulso nuevo a la pastoral juvenil bajo la guía del Papa, ahora del Papa Francisco». Fernández argumenta que «cada generación ha de ser evangelizada de nuevo con el testimonio de los propios jóvenes de cada momento, así se ha transmitido la fe de generación en generación. En esa transmisión han intervenido los padres y abuelos, los catequistas, los sacerdotes. Pero son los jóvenes los principales evangelizadores de los jóvenes de su generación. “La fe se fortalece dándola”, decía Juan Pablo II».

Para el obispo andaluz, la Jornada Mundial de la Juventud «es un encuentro, que viene preparado cada tres años desde las parroquias, los colegios, los grupos y comunidades, desde toda la realidad juvenil que se va renovando continuamente. Y ese encuentro juvenil a nivel mundial imprime un impulso precioso para continuar la tarea de evangelizar esta generación».

Demetrio Fernández subraya que «a los jóvenes les hace mucho bien ver una Iglesia universal, joven, dinámica, vivir estos días de comunión y encuentro con otros jóvenes del mundo entero, ser acogidos por las diócesis como si fueran sus hijos. Les hace mucho bien cantar, bailar, adorar al Señor, confesarse, participar en la Eucaristía. Es decir, pasárselo bien precisamente por ser cristianos. No necesitan ni porros, ni preservativos, ni alcohol para vivir una alegría inolvidable«.

También destaca que este evento «es también momento vocacional. Jesucristo sigue llamando a los jóvenes, cuenta con ellos para construir su Iglesia y renovar el mundo, y los llama a todos para que estén con él y hacerlos corresponsables de transmitir al mundo su Evangelio».

Sobre las distintas llamadas vocacionales que pueden producirse, el obispo señala que «a muchos de ellos los llama por el camino del matrimonio cristiano, y las JMJs son lugares de encuentro, de conocimiento, de compromiso. En las JMJs han surgido muchos noviazgos o se han afianzado definitivamente. A otros muchos los llama a la vida consagrada, a estar con él con exclusividad, a seguirle a él en pobreza, castidad completa y obediencia. Es la vida religiosa, que tanto necesita la Iglesia y que tanto bien hace a la humanidad. Y a otros muchos jóvenes los llama al sacerdocio ministerial, para prolongar a Jesús en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía y en el perdón, para acompañar al Pueblo santo de Dios».

«Qué plan tiene Dios para mí, para hacerme feliz, para servir hoy a su Iglesia y al mundo. Es la pregunta ineludible de los jóvenes que asisten a la JMJ de Lisboa», enfatiza Fernández.

Por último, pide rezar por los jóvenes que peregrinan a Lisboa para «participar en este precioso Encuentro».