Tu opinión no importa

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DIARIO DE UNA FILOTEA

20 mayo 2023

¿Qué opino? Pues lo que piensa la Iglesia, que es muy sensato y razonable (27/4/2014).

Así solía responder el P. Juan Antonio Mateo en su columna “El consultorio” del semanario Catalunya Cristiana cuando le preguntaban por su opinión en asuntos de doctrina y moral. Creo que viene muy al caso del tema que comentábamos hace unos días, la formación en la vida de fe del católico, con el que me gustaría continuar. 

Tengo la mala costumbre de pensar en primer lugar en la formación intelectual cuando surge la cuestión de la formación, pero también soy consciente de que, si bien es fundamental, no es una parcela separada del resto de la persona, sino que la formación necesita ser más bien de todas las dimensiones de la persona, empezando por su madurez y equilibrio. Es lo que en muchos planes de formación monásticos viene definido como “formación integral”. Voy a intentar explicarlo a partir de un ejemplo: hace ya años, una persona enfundada en un precioso hábito dominico afirmó en un programa de televisión su opinión personal sobre el matrimonio entre la Virgen María y San José; opinión que se situaba totalmente fuera de la revelación en la Sagrada Escritura y de la enseñanza de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Esta misma persona parece esforzarse desde hace mucho tiempo por aparecer siempre (y aparecer mucho, constantemente) soez y vulgar, a pesar de su hábito, para parecer más ¿“natural”, “normal”, “cercana”?

Podemos extraer muchas reflexiones sobre la formación “integral” de la persona creyente a partir de este lamentable ejemplo. En primer lugar, lo que nos dice san Pablo en la carta a los filipenses: “(…) hermanos, cuanto hay de verdadero, de honorable, de justo, de íntegro, de amable y de encomiable; todo lo que sea virtuoso y digno de alabanza, tenedlo en estima. Lo que aprendisteis y recibisteis, lo que oísteis y visteis de mí, ponedlo por obra” (Flp 4, 8-9). Es decir, que el hecho de que dejamos que nuestro corazón sea trabajado por Cristo y que escuchamos su Palabra debe quedar reflejado en nuestro obrar y en nuestro trato. Hay traducciones del pasaje anterior a éste que dicen “que todos os conozcan como gente de buen trato” (Flp 4, 5). Vamos, lo que viene siendo la cuestión de que la fe se vea reflejada en las obras de la carta de Santiago. Y esto es también formación. No parece coherente alguien que dice tomarse en serio el mandamiento de amar al prójimo y actúa después con desprecio y violencia hacia los demás. Ya sé que existe la ira santa, pero no es lo mismo. En esto, a mí me ayuda muchísimo vestir hábito, pues tengo la desgraciadísima costumbre de despotricar contra los conductores demasiado lentos, demasiado rápidos, que no ponen intermitentes, que circulan siempre por el carril central… y el hábito me hace recordar constantemente que si actúo con hostilidad y malas maneras hacia otra persona, no es a mí a quien ve, sino a la Iglesia. Y esto me lleva a pensar en el concepto de amor que se refleja en el trato de Jesús hacia los demás y cómo debe ser nuestro trato al prójimo: justo, sí, pero también con amor, de la misma manera que somos tratados por Aquél que es el amor. ¿De dónde viene este pensamiento? ¿Dónde conocemos la enseñanza de Jesucristo? En su Palabra revelada, en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Por tanto, aquí entra el tema de la formación de fe y formación intelectual, que no puede, decíamos, considerarse parcela aislada de la persona, o incluso como dos cuestiones distintas, “fe” y “formación”, sino que esa formación debe permear el carácter, el obrar y la misma fe de la persona. 

Hará unos diez años que la Conferencia Episcopal Española lanzó el plan de formación teológica para la vida contemplativa elaborado desde la Cátedra de Teología de la Vida Consagrada de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid en colaboración con el Secretariado de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada (CEE), con la tutela directa de Mons. D. Jesús Sanz Montes, OFM, arzobispo de Oviedo. Gracias a Dios, este plan había sido elaborado durante el pontificado de Benedicto XVI, y su título era Sapientia Amoris, la sabiduría del amor. “Si la fe es – escribe Mons. Sanz Montes en el primer volumen del plan -, en el célebre aserto de san Anselmo de Canterbury, una inteligencia que busca comprender, esta fe debe aprovechar también para su comprensión el dato de una teología inteligente. Pero aquí el adjetivo “inteligente” no debe ser considerado sinónimo de docto, erudito, abstracto. Se trata de leer por dentro lo que la reflexión teológica con su método pretender acercarnos sobre el Misterio de Dios. No hay rivalidad entre la cultura que ilustra nuestra inteligencia y el deseo de Dios que alimenta nuestra fe. En este sentido, afirmaba el papa Benedicto XVI que la teología más honda es la que abre la inteligencia hacia una verdadera sabiduría del corazón”.

Creo que no necesita glosa y que puede ser un buen texto para que reflexionemos sobre la formación y llevemos el tema a la oración y de ahí, necesariamente, a nuestra vida, donde algo no está funcionando bien si tengo una opinión personal contraria a una afirmación de la Iglesia Católica; si además me fío más de mi opinión que de la Iglesia y, si en lugar de trabajar este tema en la oración y la dirección espiritual, me dedico orgullosa a expresar este parecer tanto en privado como en público. Es evidente que también refleja un problema en la Iglesia el hecho de que algo así no tenga consecuencias de ningún tipo.

Podría estar bien que comenzásemos a poner en práctica este concepto de la integralidad de la formación cristiana en los comentarios, recordando que el doble mandamiento del amor está incluido en el mandato de la corrección fraterna.

Filotea

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Comentarios
8 comentarios en “Tu opinión no importa
  1. El problema es que no se da doctrina, y el pueblo de Dios perece por ello(no recuerdo la cita bíblica).

    Si no hay doctrina, Benedicto XVI, decía que la verdad se convierte en sentimentalismo. Hoy muchos se agarran a esto, y no ven su propia ignorancia. El sentimentalismo ante las dificultades no sirve para nada, al contrario te arrastra.
    Si Dios lo manda bien, y sino tb. Pero los anclajes (la doctrina) debe de estar bien asentada.

    Por otro lado los tiempos son difíciles dentro de la Iglesia, reina la confusión, buscada y promovida.

    Y si, a veces las opiniones son personales, pero es que quien de deberia pastorear no lo hace o lo hace mal.

    El rebaño es dócil cuando reconoce al pastor. Este es el problema, junto con la falta de formación.

    Omnia in bonum.

    1. Voy a precisar algo. Cuando digo que si Dios nos da sentimientos en relación a El, esto ocurre.Está mal dicho hablar de sentimentalismo, como he hecho. Es otra cosa.

      La vida interior a veces es fácil, rueda dulcemente, Sentimos la Presencia de Dios, somos capaces de profundizar en su Palabra, pero muchos santos han sufrido una aridez total, durante largos periodos de tiempo. La Madre Teresa de Calcutta fue una de ellos.
      Si solo nos apoyamos en los sentimientos, todo cae.

      Hoy las homilías van todas en la lines de «Dios te ama». Siendo la más grande verdad:Dios es Amor, se queda en nada sino se nutre de su conocimiento. Sólo así eres capaz de dar profundidad y sentido a esa verdad.

  2. Dice el texto: » Pero aquí el adjetivo “inteligente” no debe ser considerado sinónimo de docto, erudito, abstracto. Se trata de leer por dentro lo que la reflexión teológica con su método pretender acercarnos sobre el Misterio de Dios».

    O sea, que docto, erudito y abstracto son mala cosa.

    Yo no estoy de acuerdo. Incluso diré que estoy harto de las descalificaciones de la inteligencia, del pensamiento y del saber. Harto de sentimentalismos. Por aquí no se sale de la crisis.

    1. ESCANDELL
      No creo que haya entendido usted bien el texto. El autor no descalifica el saber ni la inteligencia ni el pensamiento, sino un mal empleo de los mismos para justificar desviaciones recurrentes que es lo que llevan haciendo los herejes desde siempre.

    1. Siempre he creído que quienes utilizan un lenguaje vulgar, lleno de groserías y palabras soeces, lo hacen como un secreto desprecio hacia la autoridad paterna, que bien podría ser el caso.

  3. Qué pena de infov., es un medio al servicio del enemigo. Aunque formalmente diga defender la fe católica, muy pocos comentaristas demuestran ni capacidad intelectual (no es culpa suya, pero desprestigia a quien piense que los católicos son tan obtusos como esta gente) ni nada de caridad. Son de los que sólo les interesa un pasaje evangélico: cuando Jesucristo entra en el templo a echar a los mercaderes. De hecho, parece como si sólo la violencia verbal y la apología también de la violencia física fueran la esencia del mensaje evangélico. Y no lo digo porque desconozca el error del irenismo (ahora «buenismo»).
    Escandell y Carlo son el ejemplo que me ha llevado a escribir. Uno muestra que realmente desconoce lo que es la «inteligencia» de la que trata el artículo, excelente (claro, no de ninguna firma propia de infovat.). Y el otro, aclara con nombre y apellido (que todos conocíamos) a quien elemgentemente y con caridad el autor había preferido no nombrar.

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