Los obispos españoles dicen «no» a los vientres de alquiler

Vientres de alquiler
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La Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida ha emitido una nota en la que fija la posición de la CEE sobre «la maternidad subrogada».

«La Iglesia no cesa de proclamar el “Evangelio de la Vida”, iluminando la obligación de todo Estado de respetar la dignidad de toda vida humana y la defensa de la misma desde el inicio hasta el final», comienza diciendo la nota de los obispos españoles.

En el comunicado remarcan que «hoy, como siempre, la Iglesia quiere llevar el amor y la esperanza a la sociedad, a menudo oscurecida por el individualismo y la cosificación de la persona humana. Por eso, ante tanta tiniebla originada por las leyes injustas promulgadas contra la vida y la dignidad de todo ser humano, a la luz de la razón e iluminados por la fe, cumplimos el deber pastoral de recordar al pueblo de Dios, sacerdotes, consagrados y laicos, y a cuantos quieran escuchar con la mejor voluntad la enseñanza de la Iglesia, siempre en favor del hombre y de su dignidad».

Entre las conclusiones de este documento, los obispos señalan que «la maternidad por subrogación es, inequívocamente, una nueva forma de explotación de la mujer, contraria a la dignidad de la persona humana, pues usa el cuerpo femenino, y toda su persona, reduciéndola a ser una incubadora humana».

De igual modo denuncian que «en toda maternidad subrogada hay una fecundación artificial heteróloga que es contraria a la unidad del matrimonio, a la dignidad de los esposos, a la vocación propia de los padres y al derecho de los hijos a ser concebidos y traídos al mundo en el matrimonio y por el matrimonio”.

Por ello, insisten en recordar que «el fin nunca justifica los medios y que toda persona humana es fin en sí mismo. Negar estas verdades nos llevaría a afirmar que todo lo técnicamente posible se puede realizar y a legitimar la cosificación y el uso de unas personas por otras».

«A todo lo anterior se añade, que con el llamado “útero de alquiler” se convierte la maternidad en objeto de comercio, que se compra y se vende. La mujer queda reducida a un simple instrumento, un “útero” a disposición del contratante, abriendo el camino a la explotación y a la comercialización de la persona humana. El contrato se culmina con la entrega del niño», agregan los obispos.

Además, la nota emitida por la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida subraya que «una vida humana es un don y no un derecho» y que «no existe un derecho a la procreación y por tanto un “derecho al hijo”.