La última remesa de nombramientos episcopales ha sido tema de conversación entre los miembros de la Comunidad de Lanceros de España. En particular por parte de nuestro corresponsal en Córdoba, a quien se le veía exultante.
Según su opinión, Córdoba se está convirtiendo en el nuevo semillero de obispos españoles. Ha nacido “El clan de Córdoba”. Un clan que va a dejar atrás al menguante “Clan Valenciano”, incluso al de los Toledanos. Aunque es difícil que alcance al Clan Maño, es decir al de Omella y los suyos.
El Clan de Córdoba es deudor de la trayectoria de seguridad doctrinal y solidez en la formación sacerdotal de esa diócesis. Una seguridad doctrinal que no se ha roto con los últimos obispos. Hay quien apunta al trabajo de monseñor Juan José Asenjo y a los buenos oficios de monseñor Demetrio Fernández, un obispo doctrinalmente de primera categoría, que se sabe mover en ambiente vaticanos, que no hace ascos a la política eclesial y que ya que se va a quedar en Córdoba para el resto de sus días de vida activa al menos está consiguiendo sacar adelante a un número considerable de obispos.
No es baladí el dato de que la diócesis de Córdoba sea una de las diócesis con más capacidad económica de España. Nada comparable con la que tuvo en los tiempos de la Caja de la Iglesia. Con una Catedral que es un filón y que permite dar a conocer a su alto clero por toda España.
El Clan de Córdoba estaría formado por Don Demetrio, siempre a la cabeza y siempre pensando en cómo frenar los desatinos de la Comisión de ayuda al Nuncio en eso de los nombramientos de obispos. Hay quien dice incluso que Don Demetrio es tan listo que invitó al P. Arana a Córdoba varias veces para cooptar su voluntad.
Le sigue monseñor Mario Iceta, arzobispo de Burgos, un hombre de monseñor Juan José Asenjo, se podría decir que el primero de la lista del Clan. Nacido en Vizcaya, se ordenó el 16 de julio de 1994 en la Catedral de Córdoba, diócesis donde se incardinó.
Monseñor Santiago Gómez Sierra, obispo de Huelva, que aunque nació en Madridejos (Toledo) el 24 de noviembre de 1957, fue ordenado sacerdote en Córdoba el 18 de septiembre de 1982. Diócesis en la que ejerció su ministerio.
Hay que añadir al obispo de Guadix, monseñor Francisco Jesús Orozco, que nació en Villafranca de Córdoba el 23 de abril de 1970. Cursó los estudios eclesiásticos en el seminario diocesano de Córdoba, obteniendo el bachillerato en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, centro al que el seminario cordobés estaba adscrito. Fue ordenado sacerdote el 9 de julio de 1995.
Por último debemos añadir el recién nombrado obispo electo de Alcalá de Henares, monseñor Antonio Prieto Lucena, que nació en La Rambla (Córdoba) el 13 de enero de 1974. Estudió dos cursos de la licenciatura de Medicina y Cirugía en la Universidad de Córdoba (1994-1996) antes de ingresar, en septiembre de 1996, en el seminario conciliar “San Pelagio” de Córdoba. Fue ordenado sacerdote el 2 de julio de 2000.
Del resto de los nombramientos, el comentario unánime de la Comunidad de Lanceros estuvo dedicado al nuevo arzobispo de Santiago. Una designación que ha tranquilizado al clero gallego, que se temía un experimento episcopal, pero que ha dejado el mal sabor de boca de ser un nombramiento hecho para no llevar a Santiago al obispo de Lugo, monseñor Carrasco Rouco. Monseñor Francisco José Prieto siempre podrá decir que fue nombrado arzobispo de Santiago para que no fuera nombrado un Rouco por una costumbre que se inició con otro Rouco.
Nada apunta a que la injusticia que se está cometiendo con Carrasco Rouco, por ser sobrino de su tío, pueda remediarse en un futuro mientras Omella no se quite de encima el complejo anti-Rouco.
Diego Lanzas
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Omella no le llega a Monseñor Rouco Varela ni a la suela del zapato,en otros tiempos no hubiera pasado el tal Omella de párroco de una parroquia de cuarta división
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Los sacerdotes se forman en el Seminario y salen de él. En el Seminario de Córdoba creo que hay que señalar dos factores que explican esta nueva cantera eposcopal, y que lo hacen semejante en características al de Toledo en tiempos de D. Marcelo: D. Gaspar Bustos, director espiritual, y los profesores de San Dámaso que daban clase allí, con el AVE llegaban fácilmente a Córdoba.
Esto no es Demetrio, es el resultado de tener un buen director espiritual en el seminario, como lo ha sido D. Gaspar. Córdoba ha apostado siempre por los Ejercicios espirituales. Son una fábrica de santos y de gente equilibrada.
Yo, antes que clan, lo llamaría más bien Casa de Córdoba, aunque ambas califican cómo sinónimo de dinastía o linaje, clan suena un tanto tribal.