Dábamos ayer la noticia de la renuncia del jesuita y experto Hans Zollner como miembro de la Comisión para la Protección de la Infancia del Vaticano y la presentábamos como una dimisión sin aristas ni recovecos, pero la realidad no parece, después de todo, tan sencilla.
Para empezar, la nota de prensa de la propia comisión no coincide exactamente con la del propio Zollner. En la primera se viene a decir que el jesuita se va porque no da abasto; en la segunda, el propio interesado expresa su decepción con la escasa eficacia real de la comisión. Y fue bastante específico.
Zollner dice en su nota que lo que le había llevado a “desvincularse” de la comisión era una serie de “problemas estructurales y prácticos”. Al jesuita le preocupa el enfoque de la comisión, “particularmente en las áreas de responsabilidad, cumplimiento, rendición de cuentas y transparencia”. También la «falta de claridad» en la selección de los miembros de la comisión, un enfoque «inadecuado» de la responsabilidad financiera» e «información insuficiente y comunicación vaga con los miembros sobre cómo se tomaron decisiones particulares». Zollner también criticó una fusión aparentemente difícil del PCPM en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, ordenada por el Papa Francisco en 2022.
“Desconozco cualquier regulación que rija la relación entre la comisión y el Dicasterio para la Doctrina de la Fe”, escribió el sacerdote, indicando que la naturaleza formal de la fusión aún no se ha aclarado y que nadie, hasta el momento, entendía quién era responsable de qué, o ante quién”.
Pero quizá no sea Zollner el más adecuado para lanzar la primera piedra. Hans Zollner nunca emprendió acción alguna contra su correligionario jesuita Marko Ivan Rupnik.
El presidente del Centro de Protección de Menores de la Pontificia Universidad Gregoriana recibió una carta de una mujer consagrada que denunciaba los graves hechos que había sufrido. Zollner, sin embargo, no respondió y no envió la carta a las autoridades eclesiásticas competentes. Mientras enseñaba a otros cómo denunciar abusos, aseguran desde Silere non possum, Zollner intentó encubrir a Marko Rupnik. Solo después de numerosas denuncias mediáticas, el jesuita alemán recurrió a los «periodistas áulicos» para conceder entrevistas en las que condenaba a Rupnik pero nunca explicaba por qué no intervino cuando el caso era «secreto».
Dimite jesuita alemán de su cargo en la Comisión para la Protección de Menores del Vaticano
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