Gänswein: “Muchos cardenales se sentirían a gusto con Angelo Scola como Papa”

Gänswein: “Muchos cardenales se sentirían a gusto con Angelo Scola como Papa”

“Tengo estima personal y simpatía por el ex cardenal de Milán”, ha declarado el exsecretario de Benedicto XVI, arzobispo Georg Gänswein, en entrevista concedida a Il Corriere della Sera. “Pero no puedo decir nada más, en Santa Marta son muy sensibles”.

No solo en la historia oficial, también en la alternativa -en la rumorología, si se quiere- hay un canon, una vulgata aceptada. Los rumores no son caóticos, sino que casi siempre acaban agrupándose unos en versiones ampliamente reconocidas y desapareciendo los demás.

Por ejemplo, es ampliamente conocido el rumor según el cual Benedicto XVI, tras presentar la renuncia, confiaba en que del cónclave sucesivo saldría elegido como su sucesor el entonces arzobispo de Milán, el cardenal Angelo Scola.

Cardenal Scola cónclave
Angelo Scola

Y no es que su hombre de confianza y secretario personal durante años, arzobispo Georg Gänswein, vaya a confirmar ahora explícitamente el rumor, pero en una reciente entrevista concedida a Il Corriere della Sera se acerca bastante.

“Creo que bastantes cardenales habrían vivido bien si Angelo Scola hubiera sido Papa”, un cardenal por el que confiesa sentir “una gran simpatía personal y una profunda estima”. Más significativo aún es, quizá, lo que añade a continuación: “Pero decir ciertas cosas hoy, sabiendo que en Santa Marta hay una gran sensibilidad..”. ¿Por qué iban a molestarse en Santa Marta de que Gänswein mostrase simpatía por un cardenal?

No es cosa de Gänswein. Benedicto, sobre todo, sentía una visible afinidad con Scola, como recuerda su secretario. “Me vienen a la mente las dos visitas oficiales que Ratzinger hizo a Scola durante su pontificado. La primera fue en Venecia, donde Scola era patriarca. La acogida fue extraordinaria y entonces ya se notaba muy bien la simpatía humana y la sintonía teológica entre el Papa y el Patriarca. Se conocían desde hacía tiempo, precisamente en un contexto de reflexiones teológicas, y en ese momento se encontraron en una hermosa armonía. Para describirlo, me viene a la mente la imagen de un velero propulsado por una buena brisa”. Un año después de esa visita, Benedicto nombraba a Scola arzobispo de Milán.

Tras la renuncia por sorpresa de Benedicto aquel aciago 28 de febrero de 2013, los vaticanistas apostaban mayoritariamente por Scola, confirmando el viejo refrán romano de que quien entra en el cónclave como Papa, sale de él como cardenal. Y aquí Gänswein avanza con sumo cuidado: “El Papa Benedicto XVI no habló con nadie, no respondió a nadie, precisamente porque no quería y en todo caso no podía influir en el Cónclave de ninguna manera. Pero así como están los llamados «hacedores de reyes», también están los «papamakers» que, quizás incluso partiendo de hechos reales, como la armonía teológica y humana entre ambos, también añadieron mucha imaginación. Pero el mundo católico y de la Iglesia es grande y diverso, siempre hay algún elemento incalculable y centrarse sólo en Roma es un error”.

¿Cómo hubiera sido la Iglesia con un Papa Scola? Gänswein teme especular; no es un asunto del que se pueda tratar con libertad. “Más allá de mi estima y simpatía personal, cada una de mis frases al respecto podría interpretarse como una manifestación negativa hacia el actual Pontífice”, advierte. “Y como he dicho, en Santa Marta hay una gran sensibilidad…”.

Por eso, cuando se le pregunta a bocajarro si le hubiera gustado esa posibilidad, no responde directamente. No con palabras, al menos. Solo manos entrelazadas tapando la boca, amplia sonrisa, ojos semicerrados, asentimiento de cabeza. «Creo que bastantes cardenales habrían vivido bien si Angelo Scola hubiera sido Papa», osa decir al fin. ¿Y qué significa eso? “Significa sentirse en sintonía no solo externamente sino también internamente”.

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