Santo Padre, ¿Por qué no quiere venir a España? ¿Por qué no quiere a España?

Papa Francisco España
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Hoy se cumplen diez años de la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio como papa.  La Comunidad de Lanceros quiere celebrar esta conmemoración con una pregunta entre nostálgica y dolorida: Santo Padre Francisco, ¿Por qué usted no quiere a España? ¿Por qué no quiere venir a España?  

El cardenal Juan José Omella no para de decir que el Papa ama a España, ama mucho a España. Dice el refrán popular, obras son amores y no buenas razones. El cardenal Omella, que llegó a la Presidencia de la Conferencia Episcopal repitiendo que nunca más la acumulación de poder de tiempos pasado, para hablar claro, de los tiempos de Rouco, ahora ha dejado atrás al gallego: Arzobispo de Barcelona, cardenal de la Iglesia, Presidente de  la Conferencia Episcopal, miembro de la Congregación de Obispos, de Textos Legislativos, miembro del todopoderoso Consejo de Cardenales que ayudan al papa, presidente de la Comisión de ayuda al Nuncio en los nombramientos de obispos… ¿qué más le falta a Omella? No nos extraña que pase más tiempo en Roma que en Barcelona. 

Santo Padre, diez años son muchos años. Ha tenido tiempo y oportunidades para venir a España. ¿Por qué no lo ha hecho? Papa Francisco, alguien le ha dicho que estamos celebrando el IV Centenario de la Canonización de Santa Teresa de Jesús, y también de san Isidro Labrador, patrono de Madrid, y que hace no mucho, siendo ya usted pontífice, celebramos el V Centenario del nacimiento de la Santa de Ávila. Alguien le ha comentado que celebramos el año pasado el V Centenario de la Conversación de san Ignacio de Loyola y el Año jubilar de Manresa, el fundador de la Congregación a la que usted pertenece. Y no son las únicas efemérides de esta época. 

No le estamos pidiendo que salte el charco del Atlántico, ni que se vaya a las antípodas. Solo le pedimos que coja un avión y que en poco más de horas se plante en cualquier aeropuerto español. Entendemos que no quiera ir a Madrid, por la situación en la que se encuentra esa diócesis. Y que tampoco le apetezca ir a Barcelona, para no tener que hablar del nacionalismo. Puede ir a Galicia, a Andalucía a celebrar a san Juan de la Cruz o a san Juan de Ávila, a Valencia, o a Castilla y León, o si nos apura a alguna de nuestras islas periféricas.

Papa Francisco, le aseguramos que en España hay paz. Recuerde que en abril de 2019 usted dijo que “iré cuando haya paz”. Pues ya hay paz. También hay paro, y sufrimiento, y crisis económica, y corrupción socialista. Pero paz, hay paz. Usted lo dijo en el avión que le llevaba a Marruecos ante medio centenar de periodistas. “Primero tienen que ponerse de acuerdo ustedes” había afirmado un mes antes en el vuelo hacia los Emiratos Árabes, también ante la nutrida prensa internacional que suele acompañarle en el avión. Le aseguramos que en España hay paz. Quien no está en paz seguro que se pacifica con su presencia. 

Santo Padre, sabemos que usted sólo hace viajes a países periféricos. Fíjese que España es la periferia de Europa, el Finis Terrae de los antiguos, limita al sur con África. Tenemos pateras, demasiadas pateras. Hasta san Pablo quiso venir a España. Además, España está gobernada por el único país de Europa en el que están en el Gobierno los comunistas. Comunistas bien relacionados con los de su tierra, con los cubanos, los bolivarianos, incluso con los argentinos. Con lo bien que se le da a usted dialogar con los líderes comunistas de su querida América, ¿por qué no viene a España a intentar convencer a Pedro Sánchez de que deje de promulgar leyes contra la vida y contra la dignidad humana? 

Papa Francisco, ¿acaso usted, o su querido pueblo Argentino, o sus queridos pueblos de América, no le deben nada a España? Ya lo dice un paisano suyo. No sabemos si usted le conoce, se llama Marcelo Gullo. En sus entrevistas promocionales no hace más que repetir que  “lo que no se le perdona a España es haber llevado el catolicismo a América”. 

No vamos a recordarle, querido Santo Padre, lo que usted ya sabe. No le pedimos que venga a España cinco veces como hizo san Juan Pablo II en todos sus años de pontificado, o tres veces, en los suyos, como hizo el recordado Benedicto XVI. Sólo le pedimos que venga una vez a vernos. Si no le invita le Gobierno, si no le insiste suficientemente el cardenal Omella  o el P. Arana, no dude de que, pese a lo que le decimos con todo nuestro cariño, será bien recibido en España. 

Santo Padre, con todo nuestro afecto, la Comunidad de Lanceros le pedimos encarecidamente que venga a España. 

Diego Lanzas