Muere Enrique de Castro, el ‘cura rojo de Vallecas’ que se jactaba de fumar celebrando Misa

Enrique de Castro Enrique de Castro
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El controvertido sacerdote madrileño, Enrique de Castro, ha fallecido a los 80 años.

La noticia la daba a conocer  la parroquia san Carlos Borromeo a la que estuvo vinculado toda su vida: «Tras una larga enfermedad, esta madrugada ha fallecido Enrique de Castro, amigo y cura en esta parroquia de Entrevías. Con tristeza por la marcha y alentando la Esperanza que él nos transmitió, le despediremos el Jueves día 16 a las 13:00h. en el crematorio de la Almudena».

Enrique de Castro nació en Madrid, en 1943. Hijo de un oficial de la Aviación que combatió en las filas nacionales durante la Guerra Civil y que, años más tarde, ascendería a teniente general, Enrique estudió en el Colegio del Pilar de Madrid y se licenció en Teología en La Universidad de Comillas.

En 1972 se ordenó sacerdote y eligió Vallecas como destino. Allí colaboró con los movimientos sociales y obreros y, al inicio de los años 80, cuando Vallecas fue azotada por la delincuencia y la heroína, se ocupó directamente del cuidado de miles de jóvenes con problemas con las drogas y la justicia.

Sus ideas en contra de la Iglesia católica y el Vaticano le acarrearon muchos problemas con la jerarquía eclesiástica, de los que por lo general salió airoso. Ha publicado los libros ‘Dios es ateo’, ‘¿Hay que colgarlos?’ y ‘La fe y la estafa’, todos en la Editorial Popular.

Nada más conocerse su fallecimiento, destacadas figuras de la izquierda española han lanzando mensajes de pésame por su fallecimiento. El ex vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias ha escrito lo siguiente: Conocí a Enrique de Castro en acciones de desobediencia civil. Como nunca iba vestido de cura se llevaba los palos igual. No creía en el sacerdocio pero, si los santos existieran, Enrique sería uno de ellos. Que la tierra te sea leve compañero».

Vida llena de controversias

Este sacerdote saltó a la fama participando en el programa ‘La Clave’ de RTVE para hablar sobre el Opus Dei. De Castro se hacía conocer como ‘el cura de barrio’ con lo que en los años 70′ y 80′ chocó frontalmente con la prelatura a la que él definía de una «espiritualidad legalista y superficial». Su animadversión y beligerancia contra todo movimiento conservador fue total.

En una entrevista en 2013 declaró que «en vez de comulgar con ostias, las madres de esos chavales con los que trabajábamos hacían pan y nos lo traían. Otras veces, en vez de pan preparaban un bizcocho, o rosquillas. Con eso hacíamos la liturgia. Hay temas determinados que la Iglesia oficial no acepta. Ahí surge ya el conflicto visible y es cuando nos dicen que cierran la parroquia, en 2006».

Además, en esa misma entrevista defendía que «tiene que desaparecer el sacerdocio. Pongamos la palabra cura o la palabra presbítero. Pongamos la que sea, pero que no tenga una connotación sagrada, de alguien distinto y separado del resto de los seres humanos».

En el año 2016, en conversación con un periodista, afirmó que «llegué a fumar dando misa, sí, fue en los años 80, un día, al poco tiempo de iniciar la misa en la parroquia de Entrevías. Habíamos colocado la mesa del altar en medio de la iglesia y los bancos en círculo; ya hacía la misa vestido de paisano, sin hábitos y esas cosas. Estábamos en plena homilía participada, o sea que ahí no hablaba sólo el cura, sino que hablaba todo el que quisiera, y entraron cuatro chavales jóvenes y se sentaron y encendieron unos cigarrillos. Una mujer que estaba a mi lado me hizo unas señas advirtiéndome de que esos chicos estaban fumando. Y yo no sé por qué lo hice, el caso es que eché mano a mi paquete de tabaco, saqué un cigarro y lo encendí. Al poquito casi todo el mundo se puso a fumar, claro. La misa continuó y al final, sin hacer ruido, esos chavales se largaron. Creo que hice lo mejor porque si les digo que no se podía fumar en misa se habrían ido molestos, o qué sé yo, el caso es que a partir de ese día en mis misas se fumaba. Y no sólo cigarrillos, también andaban por ahí los de los porros, que se liaban uno tras otro durante la celebración. No pasaba nada, creo que fue una forma de normalizar algo que nunca se debió condenar, así pasó lo que pasó».

En una entrevista reciente del pasado verano, este polémico sacerdote aseguraba que Dios es ateo. «Hay muchos dioses distintos bajo la misma acepción, por eso siempre lo escribo con minúscula. Dios, el de Jesús, no cree en ninguna de las religiones que hemos inventado. Por eso es ateo», defendía este cura.