Ahora que nos leen las bellas palabras del testamento del Papa emérito, Benedicto XVI, acerquémonos un poco a lo que se podría titular como “El Testamento del Cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga”:
“Hijitos míos, yo sólo intenté hacer la voluntad de Dios, por lo tanto, les dejo:
- Un clero dividido, donde los sacerdotes se muerden como lobos, pues sólo me interesé por mi pequeño círculo de consentidos, a los que por fortuna, dejó en una muy buena posición económica. Por otra parte, todo aquel que se me opuso o desobedeció a mi inolvidable monseñor Juanjo, o se murió pobre (Como en los casos de los padres Paco Torres y Domingo Salvador) o andan todavía vagando como judío errante.
- Una gestión arzobispal vergonzosa, en la que pasé viajando, dando cientos de vueltas al mundo mientras que la arquidiócesis de Tegucigalpa peregrinaba como ovejas sin pastor. Pero eso sí, mis esfuerzos de «viajero frecuente» me produjeron dos honrosos títulos. Por ejemplo, me otorgaron el título de «El Obispo de los aeropuertos». Es una lástima que las millas acumuladas no son transferibles, porque son bastantes.
- Un obispo auxiliar corrupto, defendido hasta con mis dientes y mis uñas, finalmente me fue imposible defender lo indefendible y ocultar lo inocultable. Tristemente fue al mismísimo Papa Francisco al que le tocó pedirle la renuncia a causa de su corrupción y sus desórdenes sexuales. Algunos de mis detractores afirman que yo también aproveché y de paso le hice la del «chivo expiatorio», cargándole también con algunos «descuiditos» míos, pero por fortuna se me ocurrió defenderme con el argumento de “Todo el que me ataca, está en contra de las reformas del Papa.” Algunos me creyeron.
- Una universidad católica de capa caída, necesitada urgentemente de un adecentamiento, que intenté convertir en ONG, para que fuera propiedad de mi pupilo, el rector y su familión, pero algunos entrometidos se lo comentaron al nuncio apostólico y este se lo comentó al Papa que, a su vez, envió una comisión de investigación que contó toda la verdad y, por tanto, me quedé sin la gallina de los huevos de oro.
Podré superar la falta de adulaciones de todos los que he engañado con mi fachada de «papable», pero nunca de los «chequecitos» que mi hijito siempre fiel, el rector perpetuo, solía llevarme todos los meses, mientras desayunábamos y platicábamos de nuestras finanzas y nuestro futuro. Bueno… No me pude quedar con la UNICAH, pero sí me quedé con Villa Iris, que me trae tantos bellos recuerdos de las faenas de mi desaparecido obispo auxiliar. Por cierto… Cuánto tiempo ha pasado que no sé nada de Eric Cravioto, ¿Será que todavía conserva el Toyota Yaris? Como salen de buenos esos coches.
- Una contabilidad inexistente, pues no tengo cómo justificar todos los “chequecitos” de L.1,000.000.00, de los que les hablé y que me giraban puntualmente cada mes. Ojalá crean en los números maquillados del padre C. Magno. (A veces esa estrategia funciona en las novelas) Aunque a decir verdad, con el padre Magnito somos lobos de la misma loma y él sabe cómo hacer las cosas y quedarse con su «partecita», al fin y al cabo está hecho a mi imagen y semejanza.
- Una viuda sin los ahorros de toda su vida, y sin el seguro de vida que le dejó el embajador, su difunto esposo que, durante años me recibió como a uno más de su familia en su propia casa. Yo les propuse que invirtieran pero, de nuevo, todo me salió mal. Eso me pasó por estar buscando siempre pisto, en vez de estar reconfortando el rebaño del Señor… Muy tarde me cayó el veinte. Para consolar a la viuda le dije que yo también perdí mucho dinero de la arquidiócesis, pero la suma total solo la sabe mi buen amigo, el londinense Youssry Henien y yo.
- Un seminario casi vacío. Me tocó echar a 70 seminaristas de un sólo porque entre todos me querían corromper a Juanjo. (Yo sigo creyendo en su inocencia)
- Un hospital que nunca funcionó, monumento a la corrupta administración de la UNICAH. Si tan solo me hubieran dejado convertirla en ONG… Todo sería tan distinto. De cualquier manera, mi hijito el rector, sigue gastando en ese cascarón, me lo está reparando y pintando para que yo lo inaugure y salga no montado en caballo blanco, si no en algo más grande, en un «elefante blanco».
- Una gran cantidad de feligresía decepcionada y escandalizada; frustrada y conmovida. Nunca se imaginaron que tanta maldad, corrupción, falsedad e hipocresía pudiera encontrar espacio en el corazón de un cardenal, pero por fortuna, me sé defender. “El que está en mi contra, está en contra de las reformas del papa.” (El mismo argumento me sirve para todo)
- Y para que vean que no todo fue tan malo… También les dejo mi bendición cuasi papal: “En el nombre del pisto, del cash y del money. Amén.
Ego sum, relicto. (¡¡¡¡Me voy tranquilo!!!!)
Laicos de Honduras
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