Así se vivió la Misa de 11 del 20N en el Valle de los Caídos

Osoro Valle de los Caídos
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Día de máxima expectación el que se vivió ayer en el interior de la Basílica del Valle de los Caídos. Se celebró el primer 20N, aniversarios de la muerte de Franco y José Antonio Primo de Rivera, desde la entrada en vigor de la Ley de Memoria Democrática.

Bajo un cielo gris y lluvia fina, multitud de agentes de la Guardia Civil se desplegaron por toda la entrada del recinto del Valle. Todos los coches que entraban fueron inspeccionados en mayor o menos profundidad por agentes de la Benemérita.

Nada más sacar el ticket de acceso gratuito para asistir a la Santa Misa, otro control de la Guardia Civil. Al llegar a la entrada que da acceso al interior de la Basílica, un tercer control volvió a inspeccionar a los fieles que asistían a Misa de 11 en esta fecha tan señalada.

Dentro de la Basílica, tanto la nave central como las laterales quedaron completas. Como es costumbre, la Escolanía del Valle de los Caídos acompañó en todo momento la celebración eucarística. Si en algo destacan los benedictinos del Valle, que por cierto tienen garantizado su relevo generacional a diferencia de otras muchas congregaciones, es por su exquisito cuidado de todo lo que concierne al rito y a la liturgia. No hay ni un solo detalle que no esté perfectamente medido y en plena armonía.

Es por ello, que todo aquel que acude por primera vez a Misa al Valle de los Caídos, queda fascinado por la belleza y esplendor con que se celebra la Misa en el interior del Valle.

El coro, incienso, las velas, la luminosidad y hasta la propia temperatura del interior de la Basílica, provoca que el recogimiento interior sea fácil y accesible.

Además de ser 20N, no se puede perder de vista que la celebración litúrgica que se celebraba era nada más y nada menos que la solemnidad de Cristo Rey. Sobre esto predicó el monje benedictino, que no fue el prior Santiago Cantera. En la homilía, el religioso hizo un llamamiento a todos los cristianos que poner a Jesucristo en el centro de nuestras vidas. Pidió a los católicos rezar por la vuelta «a la casa del padre de los más alejados» y pidió también a aquellos que se dicen católicos pero viven en tibieza o no cumplen con los mandamientos, a decidirse a llevar una vida más cerca del Señor.

En la oración de los fieles, como es costumbre en el Valle de los Caídos, se rezó por los destinos de los pueblos de España, la paz y la reconciliación, así como por todos los difuntos que descansan dentro de la Basílica. Además, en el día de ayer se hizo realizó una plegaria especial pidiendo por el eterno descanso de José Antonio y francisco.

Entre canto y canto del coro de la escolanía, la Misa avanzaba hasta llegar a la Consagración, momento más importante de la Misa y que es cuidado con especial esmero y devoción por parte de los benedictinos. El sacerdote que celebró, cantó las palabras de la consagración hasta que llegó el momento de elevar el Cuerpo de Cristo hacia lo alto. Justo ahí, se apagaron todas las luces de la Basílica. Solo un foco que salía cerca de la cúpula iluminaba el altar. De fondo, un silencio sepulcral interrumpido por el golpeteo del incensario.

Tras la Consagración, durante la plegaria eucarística, en el memento por los difuntos, se volvió a rezar por el alma de Francisco y José Antonio. Cientos de personas se agolparon para recibir al Señor en el momento de la Comunión. Especial mención merece el confesionario del Valle, al que no paró de entrar gente durante toda la Misa.

Al término de la celebración, numerosos fieles quisieron acercarse a la tumba de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española, que fue asesinado por el bando republicano el 20 de noviembre de 1936 en la cárcel de Alicante, para rezar y depositar flores.

Flores depositadas en la tumba de José Antonio Primo de Rivera al finalizar la Misa.

Una jornada, por tanto, que transcurrió sin ningún tipo de incidente. A las afueras del recinto del Valle de los Caídos un grupo de apenas 50 personas se concentró con banderas republicanas, pero que estuvieron custodiados en todo momento por agentes de la Guardia Civil.