Durante estos días, la prensa generalista se ha hecho «eco» de las propuestas recogidas durante la fase diocesana del Sínodo en la archidiócesis de Barcelona.
En la síntesis, que presentó Omella a finales del pasado mes de mayo, piden poner especial cuidado «con los que se sienten marginados por la comunidad eclesial, la mayoría de las veces por cuestiones morales, especialmente por su situación familiar o por su orientación sexual: «Falta coherencia entre lo que se predica y lo que se hace: “Amar a todos” y no se ve bien el amor entre personas del mismo sexo». Necesitamos que la comunidad cristiana sea vitalmente una «escuela de acogida», se lee literalmente en el documento.
Otra de las apuestas que hacen es buscar «una Iglesia que adapta los diferentes ministerios abriendo la posibilidad al celibato opcional o la posibilidad del acceso al presbiterado de hombres casados».
También piden «una Iglesia que se esfuerza en simplificar el lenguaje de la fe para así poder dialogar con el mundo y hacer que su mensaje sea comprensible para la mayoría y especialmente el lenguaje de las celebraciones litúrgicas (palabras, gestos, símbolos, etc.)».
Aunque la prensa generalista solo se haya dado voz a las propuestas de Barcelona, la realidad es que la gran mayoría de diócesis españolas han propuesto cosas similares. Es el caso de Madrid, Valladolid, Solsona, Zaragoza o Murcia y que hemos contado aquí.
Omella explica el significado de la fase diocesana sinodal
Ante las numerosas publicaciones y comentarios de estos últimos días en referencia a las propuestas sinodales de Barcelona, el arzobispo Juan José Omella y presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha escrito un artículo, publicado en La Vanguardia titulado «Proceso sinodal en la Iglesia de Barcelona».
Omella explica que escribe ese artículo para «clarificar el sentido del llamamiento del papa Francisco dirigido a todos los miembros del Pueblo de Dios».
El purpurado afirma que «toda la Iglesia ha sido convocada en Sínodo para avanzar en un “caminar juntos” lleno de esperanza para ser una Iglesia sinodal, que vive la comunión y la participación para la misión. La Iglesia universal empezó este proceso sinodal en octubre del 2021 para reflexionar y discernir sobre la sinodalidad, guiados por el Espíritu».
El arzobispo de Barcelona detalla que «la sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia, es decir, fundamental y a veces desconocida, pero, sin embargo, practicada por muchos sin ser conscientes. En Barcelona, la fase diocesana del Sínodo culminó el 29 de mayo con la presentación de un documento de síntesis que recopila las casi trescientas aportaciones hechas por más de 7.000 personas distribuidas en diferentes grupos sinodales: arciprestazgos, parroquias, movimientos, asociaciones, congregaciones religiosas, escuelas, entidades y organismos diocesanos».
Las propuestas no son una nota doctrinal, según Omella
Ante las polémicas y algunas poco católicas propuestas recogidas durante la fase sinodal de Barcelona, Omella asegura que «se trata únicamente de unas propuestas, nunca votadas ni aprobadas. No estamos ante una nota doctrinal, sino un documento generado por todos los bautizados, miembros de la Iglesia que peregrina a Barcelona y que han querido participar y dar su opinión».
«Caminar juntos es positivo porque nos hace crecer como personas y miembros de la Iglesia: ser más misioneros, saber escuchar y acoger al que piensa diferente, saber dejar atrás prejuicios, dejar espacio a esperanzas, desarrollar nuevos enfoques, ser inclusivos, aprendiendo los unos de los otros. Es un camino que necesita diálogo y consenso. Porque la invitación del Papa era encontrarse y escucharse, no tomar decisiones», añade el cardenal.
El arzobispo de Barcelona explica que «ha aparecido el clamor por la falta de igualdad entre hombre y mujer en la Iglesia, que se percibe clerical. Muchos jóvenes y adultos se perciben con una cierta distancia respecto del pulso diocesano de nuestra Iglesia, y surge con insistencia la pregunta: “¿Cómo llegar y dar posibilidades a fin de que se oiga su voz?”. Hemos de reforzar el diálogo con las otras confesiones cristianas y con otras tradiciones religiosas».
Por último, el cardenal sostiene que «en el camino del Sínodo 2021-2023, ahora se acaba la primera fase diocesana. Ni esta diócesis, ni ninguna otra, han presentado todavía al Papa ninguna propuesta particular. Precisamente es ahora que habrá que hacer una gran síntesis en España, en Europa y el mundo con el fin de recoger las diversas aportaciones, fruto de la consulta sinodal. La aportación de nuestra diócesis se unirá al gran río de las que llegarán de todas y cada una de las Iglesias locales de todo el mundo. Confiamos en que este “caminar juntos” nos permita la escucha del Espíritu a través de la voz de todos los miembros de la Iglesia».