Entra en vigor la reforma de la Curia promulgada en Praedicate evangelium

Papa firma
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No por casualidad, la gran renovación de la Curia Romana que Francisco lleva preparando desde el principio de su pontificado entró en vigor ayer domingo, día en que la Iglesia celebró Pentecostés, una fiesta que ya al menos desde el último concilio se ha asociado a las ‘primaveras eclesiales’, reales o cosméticas.

No teniendo el don de profecía, no podemos prever hasta qué punto se impondrá la intención o la inercia romana, pero la reforma contenida en Praedicate evangelium se presenta, de hecho, como un remozado integral y en profundidad del gobierno de la Iglesia tras nueve años de trabajo del Papa con el «consejo de cardenales», y de revisiones legales y canónicas. La reforma no sólo reestructura organizativamente la Curia -con las fusiones y redistribución de dicasterios-, sino que cambia el énfasis hacia una «conversión misionera».

Para empezar, porque el primer Dicasterio de la Curia, aparte de la Secretaría de Estado (a partir de ahora, «Secretaría Papal»), no será ya el antiguo Santo Oficio, ahora Congregación para la Doctrina de la fe, como figuraba en la reforma Bonus Pastor de Juan Pablo II, sino el nuevo Dicasterio para la Evangelización, que une a la actual Congregación para la Evangelización de los Pueblos (Propaganda Fide) el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización y será presidido directamente por el Papa, asistido por dos pro-prefectos.

Otra novedad es la fundación de un Dicasterio para el Servicio de la Caridad que eleva al antiguo Limosnero de Su Santidad al grado de prefecto. El anterior Consejo Pontificio para la Cultura y la Congregación para la Educación Católica también se fusionan en un solo Departamento de Cultura y Educación. Además, la Comisión para la protección de los menores pasa a formar parte del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, aunque mantiene su funcionamiento interno su propio presidente y secretario.

En la estructura de la nueva Curia Romana desaparece la distinción entre «Congregaciones» y «Consejos Pontificios», dejando el lugar exclusivamente a los «Dicasterios», dirigidos por «prefectos». A los 16 Dicasterios se suman los Órganos de Justicia, luego los Órganos Económicos, ya introducidos por las anteriores intervenciones del Papa (entre las novedades, el hecho de que Apsa se valdrá del «apoyo instrumental» del IOR). Por último, las denominadas «Oficinas».

Uno de los aspectos ‘revolucionarios’ es que los puestos directivos de estos dicasterios no tendrán que ocuparlos necesariamente clérigos, sino que estarán también abiertos a los laicos, algo con lo que ya se experimentó en el Dicasterio para la Comunicación.

Para los clérigos y religiosos que sirven en la Curia Romana, el mandato es de cinco años y solo puede renovarse por un segundo período de cinco años, después de lo cual regresan a sus respectivas diócesis y comunidades. Ni que decir tiene que con la entrada en vigor de la nueva Constitución Apostólica quedan anulados todos los oficios de la Curia. Por lo tanto, se espera una oleada de nuevos nombramientos por parte del Pontífice para los próximos días.