Con la intención de distanciarme de la avalancha de análisis apresurados sobre el motu proprio papal Custodes traditionis, pretendo en estas líneas tratar de algo que no tenga nada, pero nada que ver: el futuro rito amazónico de la Misa.
Los entusiastas del último sínodo universal, presuntamente dedicado a la Amazonía, quedaron tan frustrado con el motu proprio papal que recogió sus propuestas, obviando las principales, que han perdido todo interés por el resto de iniciativas, incluyendo una de las más innovadoras: el encargo a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de una forma litúrgica específica de la Santa Misa para los pueblos amazónicos.
Eso que repite tanto el siglo de que “la diversidad es nuestra fuerza” lo comprendió hace milenios nuestra Iglesia, y hay así en la actualidad 23 ritos diferentes, todos igualmente válidos. Entiendo que el mencionado rito está aún en preparación, no siendo pequeñas las dificultades, así que, en el espíritu de lucha contra el nefando clericalismo, yo, un mero laico, me arriesgaré a adelantar algunas propuestas sobre las que vertebrar el nuevo rito.
Empezaré por la lengua. En principio, regiría la norma de usar la lengua vernácula, pero en este caso parece más conveniente, ya que se habla de ‘pueblos amazónicos’ como si se tratara de una unidad más o menos monolítica, reforzar esa idea de unión utilizando un mismo idioma para todos ellos. Pero, ¿cuál? Hay aproximadamente un millón de indígenas, agrupados en 400 etnias que hablan 300 idiomas. No hay ninguno que se eleve significativamente sobre los demás, y elegir el portugués a modo de ‘lingua franca’, además de neocolonialista, sería discriminatorio con la Amazonía de países de habla española. Optar por el inglés u otra lengua extendida sería imperialismo al cuadrado, de modo que propongo elegir una lengua que no pertenezca a nadie, que ninguna potencia pueda reivindicar como propia y que tenga una relación inequívoca con nuestra Iglesia. ¿Qué tal el latín?
Otra innovación que considero interesante es la de la posición del sacerdote durante el rito. La aceptación de la Pachamama durante el sínodo como símbolo de estas tierras, pese a ser una deidad propiamente quechua, nos remite al culto andino, vertebrado en torno al sol. Por eso me atrevo a proponer que el sacerdote permanezca durante la celebración como un cacique encabezando a sus guerreros en la batalla o la caza, en dirección a la salida del sol, es decir, ad Orientem. Esto, además, ayudaría a debilitar el sesgo clericalista que se deriva de que el sacerdote se dirija hacia una dirección contraria que los fieles. De este modo, serían uno.
Por otra parte, los ritos de las potencias colonialistas hacen, desde la reforma de San Pablo VI, énfasis en el aspecto convivial, de banquete, de la Santa Misa, atenuando su aspecto de Sacrificio. Esto debe cambiarse en un rito que pretende distanciarse de la visión eurocéntrica de nuestra liturgia. Volviendo a las raíces, incaicas, no debe olvidarse el aspecto central que en sus cultos tenía el Sacrificio. Siendo así, entendemos que los indígenas recibirán como algo más natural, más cercano a su experiencia religiosa, hacer del Sacrificio el centro de la celebración.
Por último, el propio sínodo nos recordó cómo la experiencia indígena supone, entre otras cosas, un rechazo a ese progreso sin alma que destruye sus bosques y amenaza su vinculación con las propias raíces y su vida sencilla. Por eso mismo aventuramos que, como inspiración del nuevo rito, deben desecharse formulaciones modernas que recuerden al tiempo de la máquina y la industrialización depredadora, volviendo a una era preindustrial, más simple. En ese sentido, se me ocurre que la inspiración de las rúbricas amazónicas, entroncando con la rica vida de la Iglesia, podría encontrarse en la Misa de San Pío V.
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Por parte de Francisco es de un c
i n i s m o im pre sentable que prohiba la misa de siempre y luego disponga un rito especial pachamámico.
Hasta los neocatecumenales tienen su propio (y controvertido) rito, y en cambio el Papa ha suspendido la misa tridentina.
Por qué será?
Qué pretende?
Me temo lo peor.
Oremos al señor y él se ocupará.
Estoy segura de que Jesucristo y María nos darán una gran alegría.
Al menos ya sabemos dónde está la cizaña, llega la cosecha.
Tras tomar en sus manos esa planta idolátrica de la foto, susurró en el oído de un subalterno, quien obedeció colocando acto seguido sacrílegamente la maceta en el Altar de la Confesión, donde permaneció durante toda la misa solemne.
Muy poco después la pandemia cayó sobre el mundo, barriéndolo hasta el día de hoy.
Bravo..!!!!
Cómo se le puede dar la vuelta a la tortilla,muy buana deducción lo de la Misa Amazónica. Y perfectamente coherente.
Como oí hace pocos días en su homilía a cierto Monseñor que celebra la Misa Tradicional :tiene razón el Papa Francisco cuando habla de combatir la rigidez,ya lo dijo Jesucristo,cuando a la vid se le cortan las ramas secas se echan fuera para quemarlas porque están rígidas,secas y sin fruto.
La vid sana es verde y flexible.Bravo Monseñor.
Rígidos son los que quieren destruir la Iglesia de Cristo,porque no están unidos a la Vid y se han secado,son ramas rígidas que han dejado de dar fruto que sólo sirven para talarlas y quemarlas con la mala hierba.Como dijo Nuestro Señor.
Bien por Francisco, siga persiguiendo la riguidez.
¡¡¡Muy bueno!!! Bravo, bravísimo…
Muy ingenioso, con ironía refinada e inteligente este artículo. Felicitaciones!
Con respecto a la postura, lo más adecuado es la posición intermedia y que todos los curas y todos los fieles se pongan de perfil. Pero no caerá esa breva.
¿Ponerse de perfil?
No le parece poco con que eso lo hagan tantos obispos y cardenales?
En Cuba te diríamos: Esteban, te la comiste.
Indicando genialidad…
En México decimos «Te la volaste» significando que se voló la barda, pegó home run. Los artículos de Carlos son siempre buenos, pero el de hoy tiene esa genialidad poética del buen teólogo. Carlos Esteban, te volaste el Monstruo Verde de Boston.
Desengáñense: los pueblos aborígenes amazónicos están siendo convertidos maivamente al cristianismo por los evangélicos… ¡el rito amazónico-católico no tendrá más seguidores que 4 frailes progrones!
¡Genial, Carlos Esteban!
¡Extraordinario, genial, maravilloso! Me parece una cachetada al tal «Traditores Custode».
El latín no tenía que haberse suprimido de las Misas. Era muy gratificante asistir a Misa en el extranjero y poderla seguir perfectamente. Cosa que ahora no ocurre, salvo que conozcas el idioma en que se oficia.
Pues ahora ni en la Basílica Vaticana parecen querer utilizarlo
Jajajaja
Muy buen artículo, sí señor. Retrata a la perfección el cúmulo de contradicciones e incoherencias presentes en el tratamiento de la Sagrada Liturgia post conciliar
Parece que al Papa actual lo que no tolera es la misa en latín de San Pío V.
Pero no le importan en absoluto los numerosos ritos existentes e, incluso, quiere crear otro más.
Sin comentarios.