La tiranía cubana reprime las protestas ante el silencio vaticano

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Ayer informábamos de la detención de un sacerdote en las protestas cubanas, que siguen presumiblemente en toda la isla (el gobierno ha ‘apagado’ Internet), mientras el régimen moviliza a bandas ‘revolucionarias’ para reprimir violentamente al pueblo. El Papa Francisco ha tenido esta mañana un recuerdo para las víctimas de un incendio en un hospital iraquí.

Sesenta años de dictadura comunista, sesenta años de miseria, represión, partido único, aplastamiento de la disidencia -muy especialmente, de la religiosa- parecen haber estallado estos días en un grito de libertad, de “no podemos más” en la isla castigada por la maldición de los Castro, y el gobierno de Díaz Canel ha recurrido a convocar contra los manifestantes pacíficos no solo a las temibles fuerzas de seguridad, sino también a las bandas incontroladas de ‘revolucionarios’. La violencia está asegurada, y sería gran cosa que no hubiera que lamentar muertos.

Es difícil saber, porque el régimen ha ‘apagado’ las conexiones de Internet de la isla, en previsión de que el mundo pueda ver en directo cómo son reprimidos salvajemente los cubanos que han salido a la calle pidiendo libertad y pan.

Hasta hace relativamente poco, Cuba era el único ejemplo de dictadura comunista en toda la América Hispana, sobreviviendo con la generosa ayuda de la Unión Soviética. Al caer el sistema soviético, el régimen vivió un periodo -el llamado ‘periodo especial’- en el que se intensificaron las penurias y la represión, y estuvo a punto de caer antes de la llegada de un nuevo balón de oxígeno: el petróleo de la Venezuela de Chávez-Maduro.

Pero la crisis del covid ha empeorado la siempre precaria economía cubana, que vive esencialmente del turismo y de unas ayudas de ‘países hermanos’ que ya no están en condiciones tampoco de ser demasiado generosos.

Como cualquier otro régimen comunista, el cubano ha reprimido desde el principio la religión, y enseña desde pequeños a los ciudadanos un agresivo ateísmo. No es, pues, extraño que la Iglesia semiclandestina haya sido, como en China, un frente de resistencia al régimen, y de hecho en las primeras manifestaciones se ha podido ver a gente portando una talla de la Patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre.

Duele, en estas condiciones, el silencio de la Santa Sede ante la tragedia, potencialmente letal, que está viviendo un país tradicionalmente católico como es Cuba, especialmente en un momento en que tenemos un pontífice muy sensible a las violaciones de derechos humanos, que no se arredra a la hora de denunciar las injusticias en cualquier lugar del planeta.