«Si Dios es Padre, ¿por qué no nos escucha?», se pregunta el Papa

Catequesis Papa Vatican Media
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El Papa Francisco ha ofrecido otra audiencia general con la presencia de fieles, en el Patio de San Dámaso, bajo el Palacio Apostólico del Vaticano. Continuando el ciclo de catequesis sobre la oración, Francisco ha dedicado sus palabras al tema: “La certeza de ser escuchados”.

El Pontífice empezó diciendo que nosotros rezamos, pedimos, “sin embargo, a veces parece que nuestras oraciones no son escuchadas: lo que hemos pedido – para nosotros o para otros – no sucede”.

Si, además, añadió el Papa, “el motivo por el que hemos rezado era noble, el incumplimiento “nos parece escandaloso”. Francisco puso el ejemplo de rezar por el fin de las guerras, “nosotros rezamos y no terminan. ¿Pero cómo puede ser esto?”, se preguntó. Si Dios es Padre, “¿por qué no nos escucha?”, “¿por qué no responde a nuestras peticiones?”.

El Catecismo nos advierte “del riesgo de no vivir una auténtica experiencia de fe, sino de transformar la relación con Dios en algo mágico”, indicó el Santo Padre. “La oración no es una varita mágica: es un diálogo con el Señor. De hecho, cuando rezamos podemos caer en el riesgo de no ser nosotros quienes servimos a Dios, sino pretender que sea Él quien nos sirva a nosotros”, añadió.

“Nosotros pedimos por nuestras necesidades, las cosas que nosotros queremos, “¿pero esto es más conveniente o no?”. Pablo nos dice: nosotros ni siquiera sabemos qué es conveniente pedir”, señaló Su Santidad. “Cuando rezamos debemos ser humildes: esta es la primera actitud para ir a rezar”, afirmó el Papa en la catequesis.

“Cuando rezamos tenemos que ser humildes, para que nuestras palabras sean efectivamente oraciones y no un vaniloquio que Dios rechaza”, explicó el Santo Padre.

“En la oración, es Dios quien nos debe convertir, no somos nosotros los que debemos convertir a Dios. Es la humildad. Yo voy a rezar, pero Tú, Señor, convierte mi corazón para que pida lo que es conveniente, pida lo que sea mejor para mi salud espiritual”, dijo Francisco.

Sin embargo, un escándalo permanece: “cuando los hombres rezan con corazón sincero, cuando piden bienes que corresponden al Reino de Dios, cuando una madre reza por el hijo enfermo, ¿por qué a veces parece que Dios no escucha? Para responder a esta pregunta, es necesario meditar con calma los Evangelios”, aconsejó el Sucesor de Pedro.

“Vemos que a veces la respuesta de Jesús es inmediata, sin embargo, en otros casos esta se difiere en el tiempo: parece que Dios no responde”, añadió antes de poner ejemplos que se ven en el Evangelio.

“Por tanto, en alguna ocasión la solución del drama no es inmediata. También en nuestra vida, cada uno de nosotros tiene esta experiencia. Tenemos un poco de memoria: cuántas veces hemos pedido una gracia, un milagro, digámoslo así, y no ha sucedido nada. Después, con el tiempo, las cosas se han arreglado, pero según el modo de Dios, el modo divino, no según lo que nosotros queríamos en ese momento. El tiempo de Dios no es nuestro tiempo”, afirmó.

“También la oración que Jesús dirige al Padre en el Getsemaní parece permanecer sin ser escuchada: “Padre, si es posible, aleja de mí esto que me espera”. Parece que el Padre no lo ha escuchado”, dijo.

“El mal es señor del penúltimo día: el último día está la resurrección. Pero el mal nunca es señor del último día: Dios es el Señor del último día. Porque ese pertenece solo a Dios, y es el día en el que se cumplirán todos los anhelos humanos de salvación”, señaló el Papa en la catequesis.

“Aprendamos esta paciencia humilde de esperar la gracia del Señor, esperar el último día. Muchas veces, el penúltimo día es muy feo, porque los sufrimientos humanos son feos. Pero el Señor está y en el último día Él resuelve todo”, concluyó Francisco.

Les ofrecemos las palabras del Papa durante la catequesis, publicadas en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Catequesis 35.  La certeza de ser escuchados

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hay una contestación radical a la oración, que deriva de una observación que todos hacemos: nosotros rezamos, pedimos, sin embargo, a veces parece que nuestras oraciones no son escuchadas: lo que hemos pedido – para nosotros o para otros – no sucede. Nosotros tenemos esta experiencia, muchas veces. Si además el motivo por el que hemos rezado era noble (como puede ser la intercesión por la salud de un enfermo, o para que cese una guerra), el incumplimiento nos parece escandaloso. Por ejemplo, por las guerras: nosotros estamos rezando para que terminen las guerras, estas guerras en tantas partes del mundo, pensemos en Yemen, pensemos en Siria, países que están en guerra desde hace años, ¡años! Países atormentados por las guerras, nosotros rezamos y no terminan. ¿Pero cómo puede ser esto? «Hay quien deja de orar porque piensa que su oración no es escuchada» (Catecismo de la Iglesia Católica, n.2734) Pero si Dios es Padre, ¿por qué no nos escucha? Él que ha asegurado que da cosas buenas a los hijos que se lo piden (cfr. Mt 7,10), ¿por qué no responde a nuestras peticiones? Todos nosotros tenemos experiencia de esto: hemos rezado, rezado, por la enfermedad de este amigo, de este papá, de esta mamá y después se han ido, Dios no nos ha escuchado. Es una experiencia de todos nosotros.

El Catecismo nos ofrece una buena síntesis sobre la cuestión. Nos advierte del riesgo de no vivir una auténtica experiencia de fe, sino de transformar la relación con Dios en algo mágico. La oración no es una varita mágica: es un diálogo con el Señor. De hecho, cuando rezamos podemos caer en el riesgo de no ser nosotros quienes servimos a Dios, sino pretender que sea Él quien nos sirva a nosotros (cfr. n. 2735). He aquí, pues, una oración que siempre reclama, que quiere dirigir los sucesos según nuestro diseño, que no admite otros proyectos si no nuestros deseos. Jesús sin embargo tuvo una gran sabiduría poniendo en nuestros labios el “Padre nuestro”. Es una oración solo de peticiones, como sabemos, pero las primeras que pronunciamos están todas del lado de Dios. Piden que se cumpla no nuestro proyecto, sino su voluntad en relación con el mundo. Mejor dejar hacer a Él: «Sea santificado tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad» (Mt 6,9-10).

Y el apóstol Pablo nos recuerda que nosotros no sabemos ni siquiera qué sea conveniente pedir (cfr. Rm 8,26). Nosotros pedimos por nuestras necesidades, las cosas que nosotros queremos, “¿pero esto es más conveniente o no?”. Pablo nos dice: nosotros ni siquiera sabemos qué es conveniente pedir.  Cuando rezamos debemos ser humildes: esta es la primera actitud para ir a rezar. Así como está la costumbre en muchos lugares que, para ir a rezar a la iglesia, las mujeres se ponen el velo o se toma el agua bendita para empezar a rezar, así debemos decirnos, antes de la oración, lo que sea más conveniente, que Dios me dé lo que sea más conveniente: Él sabe. Cuando rezamos tenemos que ser humildes, para que nuestras palabras sean efectivamente oraciones y no un vaniloquio que Dios rechaza. Se puede también rezar por motivos equivocados: por ejemplo, derrotar el enemigo en guerra, sin preguntarnos qué piensa Dios de esa guerra. Es fácil escribir en un estandarte “Dios está con nosotros”; muchos están ansiosos por asegurar que Dios está con ellos, pero pocos se preocupan por verificar si ellos están efectivamente con Dios. En la oración, es Dios quien nos debe convertir, no somos nosotros los que debemos convertir a Dios. Es la humildad. Yo voy a rezar, pero Tú, Señor, convierte mi corazón para que pida lo que es conveniente, pida lo que sea mejor para mi salud espiritual.

Sin embargo, un escándalo permanece: cuando los hombres rezan con corazón sincero, cuando piden bienes que corresponden al Reino de Dios, cuando una madre reza por el hijo enfermo, ¿por qué a veces parece que Dios no escucha? Para responder a esta pregunta, es necesario meditar con calma los Evangelios. Los pasajes de la vida de Jesús están llenos de oraciones: muchas personas heridas en el cuerpo y en el espíritu le piden ser sanadas; está quien le pide por un amigo que ya no camina; hay padres y madres que le llevan hijos e hijas enfermos… Todas son oraciones impregnadas de sufrimiento. Es un coro inmenso que invoca: “¡Ten piedad de nosotros!”.

Vemos que a veces la respuesta de Jesús es inmediata, sin embargo, en otros casos esta se difiere en el tiempo: parece que Dios no responde. Pensemos en la mujer cananea que suplica a Jesús por la hija: esta mujer debe insistir mucho tiempo para ser escuchada (cfr. Mt 15,21-28). Tiene también la humildad de escuchar una palabra de Jesús que parece un poco ofensiva: no tenemos que tirar el pan a los perros, a los perritos. Pero a esta mujer no le importa la humillación: le importa la salud de la hija. Y va adelante: “Sí, también los perritos comen de lo que cae de la mesa”, y esto le gusta a Jesús. La valentía en la oración. O pensemos también en el paralítico llevado por sus cuatro amigos: inicialmente Jesús perdona sus pecados y tan solo en un segundo momento lo sana en el cuerpo (cfr. Mc 2,1-12). Por tanto, en alguna ocasión la solución del drama no es inmediata. También en nuestra vida, cada uno de nosotros tiene esta experiencia. Tenemos un poco de memoria: cuántas veces hemos pedido una gracia, un milagro, digámoslo así, y no ha sucedido nada. Después, con el tiempo, las cosas se han arreglado, pero según el modo de Dios, el modo divino, no según lo que nosotros queríamos en ese momento. El tiempo de Dios no es nuestro tiempo.

Desde este punto de vista, merece atención sobre todo la sanación de la hija de Jairo (cfr. Mc 5,21-33). Hay un padre que corre sin aliento: su hija está mal y por este motivo pide la ayuda de Jesús. El Maestro acepta enseguida, pero mientras van hacia la casa tiene lugar otra sanación, y después llega la noticia de que la niña está muerta. Parece el final, pero Jesús dice al padre: «No temas; solamente ten fe» (Mc 5,36). “Sigue teniendo fe”: porque la fe sostiene la oración. Y de hecho, Jesús despertará a esa niña del sueño de la muerte. Pero por un cierto tiempo, Jairo ha tenido que caminar a oscuras, con la única llama de la fe. ¡Señor, dame la fe! ¡Que mi fe crezca! Pedir esta gracia, de tener fe. Jesús, en el Evangelio, dice que la fe mueve montañas. Pero, tener la fe en serio. Jesús, delante de la fe de sus pobres, de sus hombres, cae vencido, siente una ternura especial, delante de esa fe. Y escucha.

También la oración que Jesús dirige al Padre en el Getsemaní parece permanecer sin ser escuchada: “Padre, si es posible, aleja de mí esto que me espera”. Parece que el Padre no lo ha escuchado. El Hijo tendrá que beber hasta el fondo el cáliz de la Pasión. Pero el Sábado Santo no es el capítulo final, porque al tercer día, es decir el domingo, está la resurrección. El mal es señor del penúltimo día: recordad bien esto. El mal nunca es un señor del último día, no: del penúltimo, el momento donde es más oscura la noche, precisamente antes de la aurora. Allí, en el penúltimo día está la tentación donde el mal nos hace entender que ha vencido: “¿has visto?, ¡he vencido yo!”. El mal es señor del penúltimo día: el último día está la resurrección. Pero el mal nunca es señor del último día: Dios es el Señor del último día. Porque ese pertenece solo a Dios, y es el día en el que se cumplirán todos los anhelos humanos de salvación. Aprendamos esta paciencia humilde de esperar la gracia del Señor, esperar el último día. Muchas veces, el penúltimo día es muy feo, porque los sufrimientos humanos son feos. Pero el Señor está y en el último día Él resuelve todo.

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Comentarios
21 comentarios en “«Si Dios es Padre, ¿por qué no nos escucha?», se pregunta el Papa
  1. Gracias, Mbm.
    Nuevamente detecto errores en la catequesis del Papa. Decir que «Dios nos tiene que convertir» sin matizar la expresión, es contrario a la doctrina definida, pues la conversión es cosa de ambas partes: Dios que da su gracia, y el hombre que coopera a esa gracia.

    1. Sacerdote mariano,

      El Papa dice: «En la oración, es Dios quien nos debe convertir, no somos nosotros los que debemos convertir a Dios.»

      Si se fija un poco se dará cuenta de q lo q está diciendo es q somos nosotros quienes debemos hacernos a la medida de Dios y no hacer a Dios a nuestra medida.

      La conversión es cosa de ambas partes? Pues claro! pero es de suponer q si estamos en oración, tal como dice el Papa, estamos abiertos a la conversión, no? Y a q el Esp. Santo nos santifique, verdad?…

      Tal vez lo haya leído demasiado deprisa, todos vamos justos de tiempo y a veces se nos escapan los detalles.

      Bendiciones

      1. ACS, agradezco su atento comentario. Sin embargo no creo haberlo leído rápido. En varias ocasiones el Papa Francisco ya ha incurrido en el mismo error, como cuando dice: «Todo es gracia.»
        Eso es protestante. En realidad junto a la gracia está la libertad.

        1. Sacerdote mariano,

          Pues sigo sin ver donde está el error en lo que ha dicho.Creo sinceramente que es usted quien lo malinterpreta.

          Tampoco comparto q la afirmación:»todo es gracia» sea protestante.Es la verdad porque sin la gracia no podemos nada.

          En ambos casos se sobreentiende q para recibirla hay q estar abierto a Dios, hay q pronunciar nuestro fiat por lo cual me parece innecesario añadirlo.

          Buenos días

          1. La idea de «la sola gracia» es uno de los errores de Lutero que fue condenado por la Iglesia.

          2. Hola Sacerdote Mariano,

            Bueno tal vez esté yo equivocada pero no entiendo q » todo es Gracia» y el » sólo Gracia» de Lutero signifiquen lo mismo.

            Por «todo es Gracia» entiendo q sin la Gracia no podemos nada. Así cuando alguien nos alaba por algo bueno q hayamos dicho o hecho respondemos «todo es gracia» pq sabemos q nada bueno sale de nosotros si no de Dios, por la Gracia.

            El «sólo gracia» de Lutero entiendo q significa q hagamos lo q hagamos nos salvamos por la Gracia.Aunque pequemos.

            Yo digo » todo es gracia» pero percibo q la pierdo cuando estoy en pecado.Entonces no lo digo en el mismo sentido q Lutero.

            Tal vez lo entienda mal y la expresión signifique otra cosa, no lo sé.

            Saludos y gracias

    2. «De hecho, cuando rezamos podemos caer en el riesgo de no ser nosotros quienes servimos a Dios, sino pretender que sea Él quien nos sirva a nosotros»
      «En la oración, es Dios quien nos debe convertir, no somos nosotros los que debemos convertir a Dios»
      Tiene razón ACS, es lo que pasa cuando uno cree de antemano que todo lo que diga el Papa, va a estar mal dicho.

    1. Porqué no escucha a Bergoglio?
      Primero- porque NO es p4 p4
      Segundo- porque niega que su hijo Jesús, es Dios.
      Tercero- por todas las cosas contrarias al evangelio de Jesús de éste 1m p05 t0r.

  2. Sacerdote Mariano: Muchas gracias por sus catequesis. A pesar de las críticas que recibe, no nos abandone. Que Dios le siga iluminando.

  3. Nada que objetar a esta catequesis, lo que dice se ajusta a lo que ya sabemos desde siempre y repetido por todos los pontífices.

  4. San Agustín dice que lo único que se debe pedir a Dios es por la conversión de las almas.También podemos pedirle que nos conceda el fin de la perseverancia para volver una y otra vez a por su Gracia De ir recibimos en la confesión y en la comunión.
    Todo lo demás lo podemos pedir pero no hemos de extrañarnos que no se nos sea concedido.
    Solo El como dice San Pablo sabe lo que realmente necesitamos.Es ya conoce todas nuestras necesidades humanas y lo que en ese campo nos apetece conseguir pero es El quien sabe si son cosas que realmente necesitamos.

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