«Creo que se habla mucho de cristianizar la cultura, de participar en el debate público, de dar testimonio, de hacer apostolado, de estar en todas partes, y se presta menos atención a algo que me parece muy evidente, y es el hecho de que antes de nada la tarea empieza por la propia casa».
“Un cuento de Navidad para Le Barroux”. Así se llama la entrañable historia que nos trae, en forma de cuento, Natalia Sanmartin Fenollera, la periodista y escritora que se consagró hace siete años con la novela “El despertar de la señorita Prim”.
Aceprensa ha entrevistado a la citada autora. “El cuento nació a petición de los benedictinos de Le Barroux, en Francia, con los que tengo una relación muy especial. Me pidieron el cuento para leer en el refectorio, en la fiesta de Navidad. Michaela Harrison, la ilustradora, vive a los pies de otro monasterio benedictino con el que también mantengo una estrecha amistad, la abadía de Clear Creek, en Oklahoma. Así que tanto el texto como las ilustraciones han ‘salido’ de dos abadías de San Benito, una francesa y otra estadounidense, y en las dos se ha traducido el cuento para poder leerlo en voz alta”, dice Natalia.
El cuento, por tanto, nace a petición del emblemático monasterio tradicionalista del sudoeste de Francia y también guarda relación con el de Clear Creek, en Estados Unidos, muy unido a John Senior, del que habrán oído hablar en estas páginas.
“La belleza es uno de los atributos de Dios y ha sido siempre un camino clásico de conversión a la vida cristiana. Pero el cuento no habla tanto de la belleza como del misterio de la Navidad y también del enigma que encierra la visión sacramental del mundo, la idea de que tras la realidad material está siempre la espalda de Dios, por decirlo así, y de que Dios habla a través de las cosas”, señala la autora.
“El cuento habla de un niño que le pide a Dios una y otra vez una prueba de que la Navidad es real y de que el Cielo existe, pero también de cómo Dios, el mismo Dios que habló a Abraham en el desierto, escucha atentamente esa voz”, explica Natalia Sanmartin.
Sanmartin asegura que no ha pretendido mostrar una comunidad contracultural, “sino un hogar cristiano en medio de un mundo que mayoritariamente ya no lo es o que al menos no vive como tal”.
“Sé que hay una preocupación grande por llevar lo cristiano a la cultura dominante, y me parece muy lícito, pero en ese tema quizá soy menos optimista”, reconoce. Pare ella, la tarea urgente “no es tanto bautizar la cultura dominante como transmitir la fe cristiana y preservarla de adulteraciones, buscar la propia conversión y ayudar en lo posible a quien cada uno tiene cerca y conservar esa fe en un medio hostil antes de pensar en nada más”.
La autora de ‘El despertar de la señorita Prim’ cree que se habla mucho de cristianizar la cultura, de participar en el debate público, de dar testimonio, de hacer apostolado, de estar en todas partes, “y se presta menos atención a algo que me parece muy evidente, y es el hecho de que antes de nada la tarea empieza por la propia casa, por la propia evangelización, por analizar qué es lo que estoy recibiendo y qué estoy transmitiendo como fe cristiana, porque buena parte de la crisis actual no está fuera de la Iglesia, sino también dentro”. “En la vida cristiana la contemplación siempre viene antes de la acción”, explica.
Sanmartin sostiene que la educación católica “tiene que transmitirse en el hogar” y que las madres “son la pieza central de esa tarea”, por encima de “las clases de religión, las catequesis, las convivencias y los grupos parroquiales”. “Pero también creo que para hacer eso hay que fortalecerse en la fe y dedicar tiempo a la contemplación porque nadie puede transmitir lo que no tiene”, señala.
Es difícil pensar, dice Sanmartin, “en una tarea más grande en la vida cotidiana de una familia cristiana que descubrir las maravillas de la Creación a los niños” y “también prepararlos para un mundo que les dirá que todo eso es pura falsedad”.
El entrevistador le pide su opinión sobre los artículos de Miguel Ángel Quintana Paz y Diego S. Garrocho, en los que se preguntaban dónde estaban los intelectuales cristianos. “Creo que el pensamiento y la vida intelectual existen más allá del debate público” y “no me parece decisivo que haya o no muchas referencias contemporáneas”.
A Natalia Sanmartin le parece decisivo que haya “referencias”, “y siempre las hay, hay siglos de pensamiento donde elegir”. “Existe una gran cantidad de gente que leer y que estudiar; a mí me importa poco que hayan nacido hace 40 o 400 años”, explica.
La exitosa escritora no cree que exista “una responsabilidad política, social o cultural de los cristianos como tal, pero en cualquier caso la cultura se transmite casi por contagio”. Según Sanmartin hay una tarea apremiante que tiene que ver con “aprender a detectar trampas en el lenguaje, también en el lenguaje cristiano”. “Cosas como llamar fe al sentimentalismo, puritanismo a la pureza, fortaleza al voluntarismo, obediencia o responsabilidad a la desacralización de lo santo o tolerancia a la indiferencia, y son solo algunos ejemplos”, concluye.
Puede leer la entrevista completa en Aceprensa.
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