(Diócesis Alcalá/InfoVaticana)- Como viene siendo habitual, la Santa Misa de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo tuvo lugar en la Catedral-Magistral de Alcalá de Henares. La celebración fue presidida por el obispo de la diócesis, Juan Antonio Reig Pla, acompañado por varios concelebrantes.
A la Eucaristía asistieron los seminaristas del Seminario de la Inmaculada y los Santos Niños y los del Seminario Redemptoris Mater. Del mismo modo estaban presentes representantes de las distintas Cofradías y Hermandades y numerosos fieles hasta completar el 50% del aforo de la catedral.
En la homilía, Reig Pla destacó la importancia del Corpus en la tradición católica en España; hizo una llamada a no olvidar que la Sangre de Cristo ha sido el precio de nuestra libertad y que con la comunión eucarística recibimos el viático para el cielo, nuestro verdadero éxodo. Igualmente puso énfasis en sus palabras indicando la importancia de la caridad que es el fruto de la eucaristía. Escuchar la Palabra de Dios y celebrar el sacramento de la eucaristía reclaman la acción caritativa como identidad de los católicos. Finalmente el prelado se detuvo en explicar los términos «sacrificio de la eucaristía», sacramento y comunión eucarística.
Concluida la celebración de la Santa Misa se expuso el Santísimo sacramento que, con turnos de oración, fue acompañado hasta el rezo de vísperas. Después tuvo lugar la procesión del Corpus por el interior de la catedral con una estación en la cripta donde se guardan las reliquias de los Santos Niños Justo y Pastor.
A las 20 horas saliendo el Santísimo bajo palio por la puerta principal de la catedral, se llevó a cabo en la Plaza de los Santos Niños un acto de exaltación de la Eucaristía. Este acto realizado en la plaza, contaba con el permiso de la Delegación del Gobierno en Madrid. La salida del Santísimo fue acompañada por un volteo general de campanas.
Con la distancia prevista entre ellos y con todas las previsiones sanitarias, rodeaban la plaza de los Santos Niños doscientos fieles laicos que se sumaban a los sacerdotes y seminaristas. En cada altar, de los cinco dispuestos en la plaza, tuvo lugar una oración dirigida por el obispo quien recordó a todos los que vienen sufriendo la pandemia, y en especial a nuestros hermanos difuntos.
El acto concluyó con la bendición solemne con el Santísimo precedida de unas palabras del obispo, en las que invitaba a la adoración eucarística y al ejercicio de la sana libertad de la Iglesia.
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Yo habría preferido que hubiese dicho el precio de nuestra salvación, habida cuenta de la polisemia del vocablo libertad, que se utiliza para justificar las mayores aberraciones y hasta los pecados que claman al Cielo.
Entre lo muy bueno que dejo éste plan pestífero, fueron los sacerdotes bien concientes de su encomienda, y que llevaron a Jesús Eucaristía por las calles, por las azoteas,,!! Oh
qué bello fue!
Fue necesario un virus para que personas se enteraran que hay una custodia para llevar el Santo Cuerpo de Cristo dentro de ella, que tal vez no lo conocían.
Que Dios Nuestro Señor salga de nuevo así como puede andar una persona por sus calles; al templo por desgracia, irán menos personas
La redención es el precio a pagar por la liberación del esclavo. Se nos libera de la esclavitud del pecado. Es muy adecuado hablar que es el precio de nuestra liberación.
Y quien lo entienda mal….
Así es Joaquín,muy adecuado.