Santiago Martín: “No van a parar hasta que tengan una ‘papisa’ lesbiana instalada en Roma”

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“Lo que tenemos que hacer es aceptar nuestra pobreza. Somos pocos y seremos menos». Lo dijo el fundador de los Franciscanos de María en un vídeo donde comenta la actualidad eclesial, en el canal Magnificat TV.

Ante el descenso de número de creyentes y la marcha de la Iglesia de muchos católicos, Santiago Martín se pregunta cual es la causa y qué se puede hacer para evitar esta estampida.

El fundador de los Franciscanos de María aclara que este “no es un problema de ahora”, aunque ciertamente se ha acelerado. “Desde hace años hay un planteamiento”, dice Martín, “lo que se llama hoy como la nueva Iglesia”, que se llamaría así “en oposición a lo que ellos denominan la Iglesia tradicional o la Iglesia conservadora».

La nueva Iglesia sostiene que “para retener a los que están”, no para intentar que los que se han ido vuelvan, porque eso “lo dan por perdido”, lo que hay que hacer es “adaptarse al mundo”. “Aceptar aquellas cosas que la sociedad considera como normales”, dentro de la Iglesia, para que la gente no se sienta “tan extraña” al conjunto de la sociedad, dice Martín.

Según ellos, dice el sacerdote madrileño, la gente se va de la Iglesia porque ésta no es “suficientemente moderna” y no está suficientemente “adaptada” al mundo. Para evitar la huida de los que están dentro habría que ir reformando cuestiones. La primera medida, según Santiago Martín, sería “el fin del celibato obligatorio en los sacerdotes”. Junto a esto, llegaría la “aceptación de la práctica de la homosexualidad”.

“Si los curas se pueden casar y la práctica de la homosexualidad no es mala”, dice Martín, vendría entonces “el matrimonio de sacerdotes homosexuales”. También llegaría junto a esto, o poco después, “el sacerdocio femenino”, que “vendría primero con las diaconisas”.

“No van a parar hasta que no tengan una ‘papisa’ lesbiana instalada en Roma”, asegura el fundador español, que añade que, aunque pueda parecer “una exageración”, esto ya lo han tenido “los luteranos” en Alemania y en Suecia. Santiago Martín dice que los cambios que quiere esta Iglesia nueva también serían “dogmáticos”. La teología sobre “la Iglesia y sobre los sacramentos” tendría que ser modificada.

“Esta Iglesia nueva desprecia e insulta a lo que ellos llaman Iglesia tradicional o a veces incluso Iglesia fascista tradicional”, dice Martín, “que sería la Iglesia que quiere mantenerse fiel a Jesucristo tal y como está expresado en las enseñanzas del Señor en los evangelios y recogida en la Tradición”. Esta Iglesia tradicional “tendría que desaparecer o tendría que marcharse” porque, según ellos, “no tiene ningún futuro”.

“La realidad es que esto que están proponiendo como futuro y como progreso ya se ha hecho”, asegura Martín, “no es nuevo”, dice recordando el ejemplo de los luteranos “que sin embargo están peor” que nosotros. “La crisis es mucho más profunda en esas comunidades eclesiales que han aceptado todas esas condiciones de la modernidad”, añade.

“¿Qué es lo que tenemos que hacer?”, se pregunta Santiago Martín. “Lo que tenemos que hacer es aceptar nuestra pobreza. Somos pocos y seremos menos. Y no pasa nada. Lo que no podemos perder es la dignidad. Si nosotros para evitar perder influencia en el mundo, para evitar que nos marginen, para evitar que nos insulten, renunciamos a aquello que nos ha enseñado Jesucristo y cedemos para adaptarnos al mundo, no vamos a conseguir que la gente no se vaya. Lo que vamos a conseguir es perder la dignidad. Tenemos que aceptar que somos pocos y seremos menos. Y no pasa nada porque de lo que se trata es de la fidelidad a Jesucristo a costa incluso del martirio”, responde el sacerdote.

“No pasa nada si somos pocos, lo importante es que seamos fieles”, señala Martín. “Si somos fieles a Cristo, y por eso tenemos que ser perseguidos y marginados, no nos despreciarán. Incluso aunque nos persigan no nos despreciarán”, asegura. Y eso será así porque “mantendremos nuestra dignidad”. En cambio, advierte, “si renunciamos a nuestros principios nos convertiremos en aquello que dijo el Señor que iba a pasar con la sal”, dice en referencia al evangelio de la sal que se vuelve sosa: “Sólo servía para ser tirada fuera y que la pisara la gente”.

“El futuro es la fidelidad y aquellos que no quieren ser fieles” no tienen futuro. “El futuro es la fidelidad, aunque esa fidelidad suponga quedar reducidos en número y en prestigio. Lo importante no es el número, lo importante es que la Iglesia sea siempre fiel a Jesucristo», concluye.