Alemania se revuelve contra la advertencia de Roma

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Al cardenal Reinhard Marx, jefe de los obispos alemanes, no le ha sentado nada bien la carta de Ouellet, con anejo de Iannone, advirtiéndole que el ‘camino sinodal’ que está a punto de emprender el episcopado teutón es “eclesialmente inválido”, y lo ha hecho saber en una respuesta en la que viene a decir que en la Santa Sede no se han enterado de nada y que ellos harán de su capa (pluvial) un sayo.

Cuando el episcopado norteamericano se reunió en Baltimore en asamblea para discutir unas medidas destinadas a luchar contra el encubrimiento de abusos sexuales por clérigos, eje de toda la reunión, apenas unas horas antes de su comienzo recibieron de Roma la orden de no discutir el asunto. Y los obispos americanos obedecieron, pese a la premura de la orden y su falta de argumentación.

En cambio, en Alemania han anunciado un sínodo especial para reformar por su cuenta y riesgo asuntos doctrinales que solo corresponden a la Iglesia Universal, Roma les ha dado un toque -obra del cardenal Ouellet con un anexo del monseñor Iannone, prefecto para los Textos Legislativos-, bien razonado y explicado, y los alemanes han respondido con cajas destempladas.

Y aún dicen que el peligro de cisma viene de América, de una anónima cábala de riquísimos y poderosos ultraconservadores.

Marx señala en su respuesta que la asamblea sinodal en cuestión no se basa en el Derecho Canónico, que Ouellet no ha entendido bien el asunto y se ha dejado llevar por voces tendenciosas, y finaliza con una velada amenaza: el Comité Central de Católicos Alemanes está muy molesto con la injerencia romana.

Este comité, cuya tendencia a la heterodoxia progresista es sobradamente conocida, es parte protagonista de esta asamblea, que coincidirá con el Sínodo de la Amazonía en una previsible ‘tormenta perfecta’, y los obispos no solo les darán voz, sino también voto.

“Quizá hubiera sido conveniente mantener una conversación antes de enviar estos documentos”, dice Marx en su respuesta a Ouellet, según Kath.net. “La Conferencia Episcopal Alemana había decidido por unanimidad en su Sesión Plenaria de Primavera adoptar un enfoque sinodal y no elegir ninguna de las formas de sínodo previstas en el derecho canónico. Lo sabes por nuestros protocolos”.

Marx añade que “las resoluciones en materia de control eclesiástico universal se transmitirán al Santo Padre para su aprobación y para que sugiera tomar otras medidas a su propia discreción, según el sentido de los votos”. Y concluye: “Esperamos que los resultados de una formación de opinión en nuestro país también sean útiles para la orientación de la Iglesia universal y para otras conferencias episcopales”.

La carta a la que responde Marx, firmada por el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Congregación para los Obispos, viene a decir que la Conferencia Episcopal Alemana no puede, como pretende, cambiar por su cuenta la doctrina o la disciplina de la Iglesia Universal.

Adjunta a la carta de Ouellet va una valoración jurídica sobre los estatutos del sínodo alemán aprobados por la CEA, y tampoco es positiva. Firmada por el jefe del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, el arzobispo Filippo Iannone, la evaluación concluye que los planes de los obispos alemanes violan las normas canónicas y, de hecho, se proponen cambiar reglas y doctrinas universales de la Iglesia. Iannone recuerda que los alemanes proponen tratar cuatro temas clave: “autoridad, participación y separación de poderes”, “moral sexual”, “vida sacerdotal” y “mujeres en ministerios y oficios de la Iglesia”. “Es fácil ver que estos temas no solo afectan a la Iglesia en Alemania, sino a la Iglesia universal y, con pocas excepciones, no pueden ser objeto de las deliberaciones o decisiones de una Iglesia en particular sin contravenir lo expresado por el Santo Padre en su carta”, señala Iannone.